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Tardes de Netflix: Mindhunter, el laberinto de la mente del asesino serial

La serie de David Fincher producida por Netflix explora el tema de la investigación de criminales y asesinos seriales desde una perspectiva más madura

Los dramas de investigaciones policíacas se han convertido en uno de los estándares de la televisión abierta y de paga. Criminal Minds, CSI, Law & Order, Bones y otras series han abordado los procedimientos de medicina forense y los pormenores por los que pasa la ley con un enfoque particular en los detalles técnicos. Sin embargo, buena parte de estas series son fácilmente intercambiables, pecan al simplificar a los criminales y no abundan lo suficiente en los procesos de investigación ni en la psicología de los personajes. Son programas al vapor que sólo repasan superficialmente un tema complejo como las motivaciones de un agente de la justicia y la institución que representa, además de cómo opera la mente de un criminal dispuesto a hacer aberraciones que cualquier persona promedio jamás ejecutaría.

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Un criminal que mata por dinero o por venganza es algo que puede ser asimilado y comprendido. Un crimen pasional igual, son situaciones en las que cualquier ser humano podría errar. Sin embargo, la figura del asesino serial, ya sea el que mata por un periodo prolongado o el que sale a realizar una masacre aparentemente espontánea perturba la imaginación del respetable. No podemos comprender qué puede llevar a una persona a abrir fuego sobre una multitud, a cazar y asesinar a sangre fría a jóvenes, mujeres y niños o a mutilar, torturar e incluso devorar a sus víctimas; estos son elementos del universo de un sociópata que exigen respuesta y lógica. Debe existir un orden en el caos, por pequeño que sea. Mindhunter (94%), la serie de David Fincher y escrita por el guionista Joe Penhall busca ofrecer respuestas a dichas preguntas.

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Lo sórdido de los crímenes de un asesino serial representa desafíos desconocidos para los agentes del orden, psiquiatras y médicos especializados que deben estar preparados a consciencia. La serie de Fincher explora los orígenes de los métodos más sofisticados para investigar y procesar estos crímenes que existen a la fecha. La génesis del término asesino serial y los perfiles criminales se remontan a finales de la década de los 70, cuando el agente de la vida real del FBI, John E. Douglas, se dedicó a entrevistar a asesinos seriales de todas partes de Estados Unidos con el propósito de entender mejor cómo opera esta clase específica de criminales y así prevenir e investigar con mayor eficacia casos futuros. La investigación revolucionó la forma en que se estudiaban estos delitos y dio pie a un libro homónimo publicado en 1995 que sirve de inspiración a la serie.

Los agentes Holden Ford (Jonathan Groff) y Bill Tench (Holt McCallany) son los protagonistas de esta primera temporada de diez episodios. El primero es un joven idealista y lleno de curiosidad; el segundo, un agente más curtido pero abierto a nuevas ideas. Su viaje por diversos lugares del país vecino del norte —con el objetivo de enseñar técnicas a jefaturas de policía locales— los lleva a descubrir una nueva forma de investigación sobre crímenes que comparten un patrón y eso abre la puerta para este recorrido por los oscuros laberintos de la mente humana. Hombres como Ed Kemper, quien asesinó a sus abuelos y a su dominante madre, son uno de varios asesinos que la dupla se sienta a entrevistar, a veces con un aire casual, otras en ambientes llenos de tensión. Hablar frente a frente con personas que cándidamente describen la manera en que cortaron carne y hueso de otros seres humanos requiere no sólo sangre fría, sino también una concentración mental particular. Estos individuos realizaron actos monstruosos y sin embargo en su interior existe una flama de humanidad, una flama que se deformó y se convirtió en un incendio que consumió su cordura, más no su raciocinio.

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La vida de los agentes también son puestas bajo la lente de una cámara que analiza de manera casi clínica no sólo a los asesinos, sino a las personas que han decidido entrar en su mundo. Holden empieza como un joven en extremo brillante y por igual ingenuo, alguien que poco a poco probará lo que es tener el poder de abrir las cajas de Pandora de estos entes. Pero ese "regalo" tiene un costo muy alto y en el proceso tendrá que aprender a conservar su humanidad y cordura. Su novia (Hannah Gross), una joven estudiante de sociología, hará útiles observaciones y servirá, además, como un ancla para mantenerse en la realidad. Su compañero, un padre de familia que no puede ser tan eficiente en su hogar como en la oficina, es en muchos sentidos la voz de la razón. Eventualmente, se unirá una bella aunque fría doctora (Anna Torv) que ha estudiado la mente criminal y que, así como a los dos agentes, la mueve una necesidad de hacer brillar una luz en una oscuridad abismal.

David Fincher mueve su cámara entre todos estos personajes acompañada de guiones en extremo precisos que logran balancear los tecnicismos legales, las escenas de tensión dramática y las vidas de sus héroes con una precisión increíble. No hay diálogo, escena o situación que se sienta de sobra e incluso los momentos más enigmáticos se perciben como pistas de futuras puertas que se abrirán para revelar nueva información vital.

La serie no sólo desea hacernos entender lo que vemos, también logra un vínculo con las emociones de estos personajes que poco a poco se internan en la espesa jungla que puede ser la mente y el corazón humano. Para públicos en extremo sensibles Mindhunter (94%) podría resultar en extremo perturbadora porque lo que vemos no es fantasía, sino una cruda realidad que puede acontecer en cualquier parte del mundo. Quien realmente busque respuestas a las inquietantes dudas sobre hasta dónde puede llegar la crueldad humana encontrará aquí mucho más de lo que pidió. Mindhunter (94%) se consolida así como una de las mejores series de televisión y, esperemos, un antes y después en la forma en la que se realizan thrillers con madurez narrativa en la pantalla chica.

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