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Vivimos una nueva época de oro en el cine mexicano dicen unos, las cifras de producción son las más altas en años dicen otros, el cine mexicano es muy diverso dice un grupo más. Sin embargo este 2017 demostró que la primera declaración es dudosa, la segunda un espejismo y la última muy pero muy abierta al debate. El cine mexicano aún no puede lograr convertirse en una industria hecha y derecha, se mantiene más bien como una serie de destellos acompañados de cientos de cintas invisibles que fungen más para cumplir cuotas de un aparato burocrático bastante miope y obsoleto.
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Para intentar resumir o hacer una reflexión sobre lo que fue 2017 para el cine mexicano se tiene que empezar por los datos duros compartidos por el mismo Imcine. La lista de películas estrenadas comercialmente durante el transcurso de los pasados 365 días. El balance arroja que el grueso de la producción nacional no ha sido visto por la mayor parte del público mexicano. Entre las películas apoyadas y las no apoyadas por el incentivo fiscal del estado, el promedio de asistencia oscila de entre mil a diez mil espectadores por película. La brecha entre estas producciones y los grandes éxitos como [Pelicula] Me Gusta, Pero me Asusta o [Pelicula] 3 Idiotas es considerable, estas últimas gozaron de aproximadamente 2 millones de asistentes por cinta, ni hablar que [Pelicula] Hazlo Como Hombre capturó la atención de 4 millones.Sin embargo, hay casos raros en la lista como el de Un Cuento de Circo & A Love Song, cinta dirigida y escrita por DeVaughn Nixon que no tuvo estreno comercial pero de alguna manera contabilizó 50 espectadores.
Varios no tardarán en señalar que el público no se cansa de las comedias románticas y que éstas son ya un placebo y un escape para una sociedad que vive sumergida entre noticias de narco, violencia y corrupción. Sin embargo, esto más bien genera una pregunta: ¿dónde están las cintas de otros géneros para competir con estas comedias? ¿Cuántas cintas de acción, terror, fantasía, suspenso y otras tantas narrativas tuvieron estrenos en cartelera comercial este año? Si bien el mito de que todo el cine mexicano se resume a comedias es precisamente eso, un mito, la realidad es que la oferta de historias se mantiene sumamente limitada. El cine mexicano aún no se puede llamar así mismo industria hasta que no pueda empezar a maquilar de manera frecuente cintas de todo tipo de géneros y que tenga estrenos consistentes en salas de cine. Culpar al público de que opte por ir a reírse un rato en lugar de haber visto una cinta premiada en Cannes (y provista de un guión lleno de comedia involuntaria) como [Pelicula] Las Hijas de Abril, o no haber llenado las salas de propuestas alternativas como [Pelicula] Plaza de la Soledad sería una miopía enorme. Cada película tiene su audiencia, el problema aquí es que hay enormes huecos de propuestas fílmicas que nadie sabe suplir, porque de que existe la demanda del público sin duda la hay.
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Por otro lado, el problema de exhibición y distribución habla de otra razón del porqué aún no podemos decir que existe industria de cine en México como tal, no una formal al menos. Producir cintas no sirve absolutamente de nada si no existe un aparato de promoción y distribución que garantice que las películas lleguen a las salas y que el público se entere de ello. Tenemos entonces dos negativos, que no suman un positivo, no existe suficiente cine con variedad de propuesta y aún si lo hay (cintas como Ladronas de Almas, por dar un ejemplo) este difícilmente va a llegar a suficientes salas y a las que llegue será con nula publicidad. Así como el arbol que cae en un bosque donde no hay nadie, una película que nadie vio y dio el semanazo en cartelera, ¿realmente se filmó?
Tanto productores como realizadores (directores y guionistas) se culparan unos a otros, culparan a los cines y distribuidoras e incluso culparan al público por no “querer pensar” pero difícilmente realizarán una reflexión autocrítica sobre su papel desempeñado. Agarrar de chivo expiatorio a Eugenio Derbez ya es cansado y en extremo chocante, recurso de creadores mediocres que no entienden que el cine es negocio y por ende debe ser rentable. Quizás lo entiendan, pero son incapaces de crear cine genuinamente atractivo para el público, con propuesta e historias que tengan algo que decir. Cantidad de realizadores siguen convencidos de que ellos le hacen un favor al mundo al lanzar algún ladrillo de película que genuinamente a nadie le interesa ver. De ahí que aún proliferen las películas basadas en anécdotas personales. Si bien no se puede complacer a todo público el hacer cine sin pensar, aunque sea un momento, en el respetable es un absurdo de enormes proporciones. Al final, a los festivales asisten primordialmente críticos y otros cineastas, así que no es exagerado decir que el grueso de varias producciones nacionales existe para que el mismo reducido círculo de cineastas y escritores lo vea. Es una burbuja, una llena de egos, adulaciones y frustraciones, una burbuja que nadie de adentro se atreve a romper. Si no existe una verdadera necesidad de entretener y contar historias variadas en quien hace cine entonces esto no es una pasión real, es un mero capricho, una enajenación de la que es mejor desistir antes de desperdiciar años enteros en proyectos condenados al fracaso.
En efecto, el año no fue total y completamente árido, el cine documental aún aporta varios esfuerzos notables, a pesar de que el género también puede ser campo abierto para tomadas de pelo “experimentales”. [Pelicula] Tempestad y [Pelicula] La Libertad del Diablo fueron dos ejemplos notables del género, ambas centradas en el tema de la violencia del narco en México. La primera fue enviada por México para competir por el Óscar, nominación que no logró obtener, la segunda fue una pieza que confrontaba al espectador con las voces de víctimas y victimarios de un genocidio que ocurre en estos momentos en un país que insiste en hacer que no pasa nada. Para algunos, La Libertad explotaba a sus víctimas, pero su rechazo a la estética de la cinta quizás denotaba más un rechazo al material en general. Tempestad toma también decisiones estilísticas específicas para narrar el testimonio de sus protagonistas, pero mientras esta optó por lo onírico del México casi irreal, azotado por la violencia, La Libertad exigía toda la atención del espectador ante una realidad que demanda ser atendida de manera urgente.
Ante un cine mexicano que busca definir realmente una identidad propia la labor de la crítica es indispensable para poder entender el proceso actual de nuestro cine. Así como aún falta mucho camino por recorrer al cine mexicano lo mismo se puede decir de una crítica que necesita sacudir esquemas del pasado y también encontrar su propia voz. En Estados Unidos la crítica ha logrado tener su peso gracias a cosas como las calificaciones en Rotten Tomatoes, un sistema que ha hecho que las voces del crítico jueguen un papel cada día más importante. Los ejecutivos de estudios se lamentan constantemente en entrevistas cuando la crítica despedaza alguna gran producción. Que tanto influye en la realidad es algo que se puede debatir, pero sin duda su relevancia no se puede negar.
Por otro lado, ¿podrá algún día la crítica en México tener esa importancia a nivel mediático? ¿Podrá también salir de su respectiva burbuja y llegar a una mayor cantidad de espectadores. La cruda realidad es que la mayor parte de los espectadores jamás han leído y ni leerán una sola crítica en sus vidas. El YouTuber e influencer prevalece como la figura preferida de muchos para buscar no crítica o reflexión, sino una opinión sobre una cinta (generalmente una que coincida con la que ya tienen). Esto para nada es repudiable, cada cosa tiene su lugar y razón de ser, pero sin duda la crítica deberá ambicionar ser mucho más que solo un aliciente intelectual para un círculo reducido si realmente quiere convertirse en algo realmente relevante.
A riesgo de sonar repetitivo, el cine es negocio y los que hacen cine deben aprender a hacerlo rentable, de lo contrario ya no habrá más cine. Exigir al gobierno que mantenga una industria que no se puede mantener por sí sola es totalmente ilógico. Las propuestas tienen que llegar y ser apoyadas acorde a la calidad de dichas propuestas. La gente quiere ir al cine a sentir emociones de todos colores y sabores, quiere ver cine de acción, de suspenso y fantástico. Cine que tenga una hechura profesional y competente, si esto puede convertirse en la regla y no en la excepción entonces sí podremos hablar de una industria. Hasta entonces, se tiene que seguir trabajando arduamente para vender sueños e ilusiones cinematográficas, no hay más.
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Para intentar resumir o hacer una reflexión sobre lo que fue 2017 para el cine mexicano se tiene que empezar por los datos duros compartidos por el mismo Imcine. La lista de películas estrenadas comercialmente durante el transcurso de los pasados 365 días. El balance arroja que el grueso de la producción nacional no ha sido visto por la mayor parte del público mexicano. Entre las películas apoyadas y las no apoyadas por el incentivo fiscal del estado, el promedio de asistencia oscila de entre mil a diez mil espectadores por película. La brecha entre estas producciones y los grandes éxitos como [Pelicula] Me Gusta, Pero me Asusta o [Pelicula] 3 Idiotas es considerable, estas últimas gozaron de aproximadamente 2 millones de asistentes por cinta, ni hablar que [Pelicula] Hazlo Como Hombre capturó la atención de 4 millones.Sin embargo, hay casos raros en la lista como el de Un Cuento de Circo & A Love Song, cinta dirigida y escrita por DeVaughn Nixon que no tuvo estreno comercial pero de alguna manera contabilizó 50 espectadores.
Hay demanda pero, ¿dónde está la oferta?
Varios no tardarán en señalar que el público no se cansa de las comedias románticas y que éstas son ya un placebo y un escape para una sociedad que vive sumergida entre noticias de narco, violencia y corrupción. Sin embargo, esto más bien genera una pregunta: ¿dónde están las cintas de otros géneros para competir con estas comedias? ¿Cuántas cintas de acción, terror, fantasía, suspenso y otras tantas narrativas tuvieron estrenos en cartelera comercial este año? Si bien el mito de que todo el cine mexicano se resume a comedias es precisamente eso, un mito, la realidad es que la oferta de historias se mantiene sumamente limitada. El cine mexicano aún no se puede llamar así mismo industria hasta que no pueda empezar a maquilar de manera frecuente cintas de todo tipo de géneros y que tenga estrenos consistentes en salas de cine. Culpar al público de que opte por ir a reírse un rato en lugar de haber visto una cinta premiada en Cannes (y provista de un guión lleno de comedia involuntaria) como [Pelicula] Las Hijas de Abril, o no haber llenado las salas de propuestas alternativas como [Pelicula] Plaza de la Soledad sería una miopía enorme. Cada película tiene su audiencia, el problema aquí es que hay enormes huecos de propuestas fílmicas que nadie sabe suplir, porque de que existe la demanda del público sin duda la hay.
Lee también: Lo mejor del 2017 en opinión de la nueva crítica cinematográfica en México
Por otro lado, el problema de exhibición y distribución habla de otra razón del porqué aún no podemos decir que existe industria de cine en México como tal, no una formal al menos. Producir cintas no sirve absolutamente de nada si no existe un aparato de promoción y distribución que garantice que las películas lleguen a las salas y que el público se entere de ello. Tenemos entonces dos negativos, que no suman un positivo, no existe suficiente cine con variedad de propuesta y aún si lo hay (cintas como Ladronas de Almas, por dar un ejemplo) este difícilmente va a llegar a suficientes salas y a las que llegue será con nula publicidad. Así como el arbol que cae en un bosque donde no hay nadie, una película que nadie vio y dio el semanazo en cartelera, ¿realmente se filmó?
Repartición de culpas y negación de la realidad
Tanto productores como realizadores (directores y guionistas) se culparan unos a otros, culparan a los cines y distribuidoras e incluso culparan al público por no “querer pensar” pero difícilmente realizarán una reflexión autocrítica sobre su papel desempeñado. Agarrar de chivo expiatorio a Eugenio Derbez ya es cansado y en extremo chocante, recurso de creadores mediocres que no entienden que el cine es negocio y por ende debe ser rentable. Quizás lo entiendan, pero son incapaces de crear cine genuinamente atractivo para el público, con propuesta e historias que tengan algo que decir. Cantidad de realizadores siguen convencidos de que ellos le hacen un favor al mundo al lanzar algún ladrillo de película que genuinamente a nadie le interesa ver. De ahí que aún proliferen las películas basadas en anécdotas personales. Si bien no se puede complacer a todo público el hacer cine sin pensar, aunque sea un momento, en el respetable es un absurdo de enormes proporciones. Al final, a los festivales asisten primordialmente críticos y otros cineastas, así que no es exagerado decir que el grueso de varias producciones nacionales existe para que el mismo reducido círculo de cineastas y escritores lo vea. Es una burbuja, una llena de egos, adulaciones y frustraciones, una burbuja que nadie de adentro se atreve a romper. Si no existe una verdadera necesidad de entretener y contar historias variadas en quien hace cine entonces esto no es una pasión real, es un mero capricho, una enajenación de la que es mejor desistir antes de desperdiciar años enteros en proyectos condenados al fracaso.
Cine documental, el oasis en el desierto
En efecto, el año no fue total y completamente árido, el cine documental aún aporta varios esfuerzos notables, a pesar de que el género también puede ser campo abierto para tomadas de pelo “experimentales”. [Pelicula] Tempestad y [Pelicula] La Libertad del Diablo fueron dos ejemplos notables del género, ambas centradas en el tema de la violencia del narco en México. La primera fue enviada por México para competir por el Óscar, nominación que no logró obtener, la segunda fue una pieza que confrontaba al espectador con las voces de víctimas y victimarios de un genocidio que ocurre en estos momentos en un país que insiste en hacer que no pasa nada. Para algunos, La Libertad explotaba a sus víctimas, pero su rechazo a la estética de la cinta quizás denotaba más un rechazo al material en general. Tempestad toma también decisiones estilísticas específicas para narrar el testimonio de sus protagonistas, pero mientras esta optó por lo onírico del México casi irreal, azotado por la violencia, La Libertad exigía toda la atención del espectador ante una realidad que demanda ser atendida de manera urgente.
La crítica nacional
Ante un cine mexicano que busca definir realmente una identidad propia la labor de la crítica es indispensable para poder entender el proceso actual de nuestro cine. Así como aún falta mucho camino por recorrer al cine mexicano lo mismo se puede decir de una crítica que necesita sacudir esquemas del pasado y también encontrar su propia voz. En Estados Unidos la crítica ha logrado tener su peso gracias a cosas como las calificaciones en Rotten Tomatoes, un sistema que ha hecho que las voces del crítico jueguen un papel cada día más importante. Los ejecutivos de estudios se lamentan constantemente en entrevistas cuando la crítica despedaza alguna gran producción. Que tanto influye en la realidad es algo que se puede debatir, pero sin duda su relevancia no se puede negar.
Por otro lado, ¿podrá algún día la crítica en México tener esa importancia a nivel mediático? ¿Podrá también salir de su respectiva burbuja y llegar a una mayor cantidad de espectadores. La cruda realidad es que la mayor parte de los espectadores jamás han leído y ni leerán una sola crítica en sus vidas. El YouTuber e influencer prevalece como la figura preferida de muchos para buscar no crítica o reflexión, sino una opinión sobre una cinta (generalmente una que coincida con la que ya tienen). Esto para nada es repudiable, cada cosa tiene su lugar y razón de ser, pero sin duda la crítica deberá ambicionar ser mucho más que solo un aliciente intelectual para un círculo reducido si realmente quiere convertirse en algo realmente relevante.
El sol sale para todos
A riesgo de sonar repetitivo, el cine es negocio y los que hacen cine deben aprender a hacerlo rentable, de lo contrario ya no habrá más cine. Exigir al gobierno que mantenga una industria que no se puede mantener por sí sola es totalmente ilógico. Las propuestas tienen que llegar y ser apoyadas acorde a la calidad de dichas propuestas. La gente quiere ir al cine a sentir emociones de todos colores y sabores, quiere ver cine de acción, de suspenso y fantástico. Cine que tenga una hechura profesional y competente, si esto puede convertirse en la regla y no en la excepción entonces sí podremos hablar de una industria. Hasta entonces, se tiene que seguir trabajando arduamente para vender sueños e ilusiones cinematográficas, no hay más.
Lee también: Las mejores películas mexicanas de 2017 según la crítica