El cine mexicano estrenado en junio 2018, bajo el escrutinio de la crítica
Varios periodistas cinematográficos que analizan el séptimo arte desde sus perspectivas particulares, nos dan sus impresiones sobre el devenir del cine nacional durante el mes pasado.
A pesar de que la temporada veraniega esta en su plenitud, y las megaproducciones de los grandes estudios dominan la cartelera, el cine mexicano que logró llegar a las pantallas durante junio registró una de sus cifras más altas: 9 producciones y coproducciones nacionales arribaron tanto a los complejos comerciales como al circuito alternativo.
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De esta forma, hasta el momento 46 filmes mexicanos han conseguido llegar a la cartelera, lo que representa el 21% dentro del total de las películas estrenadas durante esta primera mitad del año.
Ahora damos paso a las opiniones de un trío de periodistas cinematográficos provenientes de diferentes medios, para que nos brinden sus impresiones sobre los largometrajes nacionales estrenados durante el mes pasado.
Alex Vanss - Productor audiovisual de Revista Encuadres. Trainee de crítico cinematográfico.
¿Qué pasa con el cine mexicano? es una de las preguntas que se hacen especialistas, críticos, analistas, estadistas, incluso público cinéfilo que buscan darle solución. Hay hechos claros que nos revelan los datos duros: la producción ha crecido, los asistentes han crecido, por obvias razones el número de boletos vendidos también y el promedio de películas estrenadas al mes es consistente; tras seis meses de 2018 el panorama es esclarecedor.
El cine mexicano nos regala más películas de corte comercial que son bien recibidas por el gran público como Eres mi Pasión (18%), que se posicionó en el top 10 de la taquilla en al menos dos semanas pero no pierden terreno filmes más “independientes” festivaleros, como Sin Muertos No Hay Carnaval.
Sin embargo, en la construcción de una industria cinematográfica nacional el público ha decidido cuál es el camino a seguir y tanto productores como directores deberán tomar nota y determinar si ese es el camino que quieren tomar o darán la espalda a la masa que paga por ir al cine.
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Y no se trata de cortar la libertad de los creadores, de explorar historias personales o sociales por complacer a un público que suele ser criticado por sus gustos, más bien, es llegar a un equilibrio en pos de contar con una industria que pueda producir sin problemas historias no convencionales como El Club de los Insomnes (67%), de amor como Prometo no Enamorarme (79%) o documentales como la ganadora del Ariel La Libertad del Diablo (88%) o Guerrero que estrenó bajo el sello de Ambulante distribución.
Pero la ruta del espectador está trazada y el ejemplo es claro, este mes se estrenaron dramas y melodramas, con caras conocidas que llevaron gente a las salas de cine y aunque su manufactura o calidad en las historias deja que desear, lo cierto es que complace a un público educado bajo la televisión y sus productos. Así, vemos telenovelas en pantalla grande como A Ti Te Quería Encontrar (20%), un melodrama de fórmula ya visto en el canal de las estrellas, con sus matices, pero consistente en el fondo.
Es bien sabido que en el mundo, y México no es la excepción, los dos géneros más taquilleros son la comedia y el terror/horror. En nuestro país éste último se ha dejado de lado, sin embargo, este mes se estrenó El Habitante (60%), que tras su paso por festivales nacionales e internacionales donde le fue bien, busca reencontrar a ese público, noble pero exigente, que gusta de un buen susto, y al parecer lo ha logrado pues tan solo en su primer fin de semana se posicionó en el top tres de la taquilla nacional, lo cual abre la puerta a más producciones de este género que sumen a una industria que busca resurgir y convencer al público mexicano.
¿Lo logrará? al tiempo.
Eric Ortiz García - Editor de la revista Cinema Inferno y colaborador y reportero para Screen Anarchy y Butaca Ancha.
En plena fiebre futbolera por el Mundial de Rusia, el cine mexicano no dejó pasar la oportunidad para entregarnos Eres Mi Pasión, otra comedia sobre el deporte más popular del mundo. Ya hace algunos meses se había estrenado Tuya, Mía… Te La Apuesto (20%) con Adrián Uribe, una comedia sobre el estereotípico pobre idiota mexicano que ama, por encima de todo lo demás, a la selección nacional de fútbol. El protagonista de Eres Mi Pasión, Pedro Gallo (Mauricio Isaac), también es un aficionado al fútbol cuya vida personal se está viendo afectada por su fanatismo; curiosamente, en ambas cintas existe una escena situada en un funeral, donde los personajes tratan de seguir las acciones de un juego en secreto.
Evidentemente, la mirada actual del cine mexicano a un fenómeno tan fascinante como el fútbol no pasa de lo cómico, de un interminable gag del mexicano que hace cualquier cosa por seguir este deporte. En el papel, Eres Mi Pasión parecía peculiar dado que Pedro Gallo es un fiel seguidor del Cruz Azul, el equipo popular mexicano con el pasado reciente más trágico. Empero, todo esto se vuelve irrelevante muy pronto dado que Gallo es un “adicto” al fútbol que admira y sigue todas las ligas del mundo. Entonces quedan los cameos del Conejo Pérez y otras figuras del Cruz Azul, así como las secuencias para recordar al Estadio Azul. El resto, una comedia romántica del montón, con subtramas intrascendentes, aburridas, y un humor tan simple que parece un ejercicio por ver cuantos juegos de palabras sobre fútbol se les podían ocurrir.
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Por otra parte, junio vio la llegada a cines de El Club de los Insomnes, un dramedy sobre dos extraños que, arrastrados por sus respectivos conflictos personales, encuentran como refugio una tienda de 24 horas donde, junto a una de las cajeras, comparten sus noches antes de regresar a la cruda realidad de sus vidas diurnas (él no puede dormir y tiene problemas laborales y de pareja, ella está lidiando con un embarazo no deseado). Una interacción agradable entre los tres protagonistas (Leonardo Ortizgris, Alejandra Ambrosi y Cassandra Ciangherotti) con un trasfondo complicado para cada uno de ellos, termina en un drama demasiado sensiblero, con score de pianito, mensaje pro vida y final feliz incluido.
Ulises Castañeda - Editor de Espectáculos en La Crónica de Hoy y colaborador de Revista Encuadres.
El mes de junio en el cine mexicano también tuvo su dosis de buena política pública. Alejandra Frausto, quien se hará cargo de la Secretaría de Cultura, gracias al triunfo a la presidencia de Andrés Manuel López Obrador, llegó a plantear algunas propuestas interesantes con el fin de proteger el cine mexicano.
La primera de las propuestas es el aumento del tiempo mínimo de exhibición para las películas mexicanas, que actualmente, por el TLC, está con el 10 por ciento en las pantallas, lo que favorece en amplia ventaja al cine de Hollywood. De la mano con la propuesta anterior, la segunda se refiere a la regulación del tiempo de exhibición, pues la regulación actual no favorece la afluencia al cine nacional:
Las cuotas de tiempo de exhibición se incrementarán con un aumento efectivo del 30 por ciento del tiempo total de exhibición para el cine nacional.
La tercera propuesta tiene que ver con aumentar el tiempo de exhibición del cine mexicano, al menos, a dos semanas. Las películas mexicanas actualmente sólo tienen el fin de semana de estreno para cautivar a un público y mantenerse en la cartelera. Esta estrategia pretende darle mayor notoriedad al cine mexicano en los medios de comunicación y además encontrar a su público que a menudo, ve las películas por recomendaciones de boca en boca.
Todo eso parece bien. Sería demasiado bueno sobre todo para aquellas películas cuyo éxito está probado en los festivales de cine que se han convertido en una buena medida de calidad. Pues tan solo el año pasado películas como La Libertad del Diablo (88%), de Everardo González; Sopladora de Hojas (100%), de Alejandro Iglesias; Almacenados (100%), de Jack Zagha Kababie; Las Tinieblas (100%), de Daniel Castro Zimbrón; Maquinaria Panamericana (90%), de Joaquin del Paso y, sobre todo, Tempestad (91%), de Tatiana Huezo encontraron su nicho comercial (en la medida de las copias y espacios que tuvieron para proyectarse) como una extensión de sus recorridos festivaleros.
Las medidas de proteccionismo al cine mexicano que se propone son buenas, pero también debería echar una mirada a la curaduría del cine mexicano que tiene más alcance comercial, que a menudo parece una apuesta segura de éxito en taquilla y que (aunque algunos filmes llegan a serlo) a menudo terminan por ser las películas que han extendido la sombra sobre el prejuicio del público contra el cine mexicano, que no les permite tener acceso para apreciar aquel cine que cobra trascendencia por su valor cinematográfico y no meramente como producto comercial.
Para muestra basta echar un vistazo al cine mexicano que llegó a las salas en el mes de junio. Mientras algunos cinéfilos estaban atentos a las propuestas de los candidatos presidenciales, también podrían echar la mirada a algunos estrenos que fueron propuestas lamentables, otros que llegaron a abrir el pensamiento y otros más que no tuvieron ni pena ni gloria.
El primer filme fue Eres mi Pasión (18%), descaradamente colgado de la fiebre futbolera por el contexto del Mundial, fue una decepción sobre todo porque Anwar Safa había sorprendido con el manejo del humor en su primera cinta El Jeremías (70%). Esta vez, en la versión mexicana de la argentina El Futbol O Yo, cae en el peor de los convencionalismos en los que recurrentemente cae la comedia en México que es la exageración de los estereotipos, al grado de hacer una ridiculización del fanatismo. Una película futbolera con situaciones demasiado forzadas y además oportunista en la extensión del clamor de la serie Club de Cuervos (86%), de Mariana Treviño.
También decepcionante fue Prometo no Enamorarme (79%) de Alejandro Sugich. Este romance dramático que tiene una mejor sinopsis que un desarrollo fílmico. En principio incluso llegó a recordar a algunas notas de la segunda película de la magistral trilogía Before, de Richard Linklater, pero pronto (tal vez demasiado) nos dimos cuenta que era una triste ilusión. Todo se va cayendo a pedazos, desde la poco creíble química entre los protagonistas, pasando por el absurdo de las metáforas sobre la música (ni hablar de Alfonso André), hasta su terrible resolución.
Con una suerte peor llegó al final de mes A Ti Te Quería Encontrar (20%), de Javier Colinas. De nuevo el amor es el tema central pero esta vez con más tintes de comedia. La película no toma riesgos de ningún tipo y sigue al pie de la letra el cliché de la historia de amor como el principal elemento que las personas necesitan para encontrar el sentido de la vida. Con películas como estas, así como otras películas mexicanas sobre el romance, me pregunto si de verdad los mexicanos tenemos tan pocas historias que inspiren amor.
Con notables mejores estándares de calidad llegó el cine documental nuevamente a dar de qué hablar. El más destacado fue Sin Miedo, de Claudio Zulian, un grupo de familiares que buscan justicia por sus familiares desaparecidos durante la guerra civil de Guatemala, que tiene más alma española pero que parte de la producción es mexicana. Este es uno de esos documentales de terror, de aquel que rememora los miedos y horrores reales, pero que también tiene una sensibilidad que no provoca morbo. Por otro lado, con más buenas intenciones que ambiciones estéticas llegó Sin Dios y sin Diablo, Jaime Sabines y sus lectores de Claudio Isaac, un homenaje a Jaime Sabines y sobre el impacto en la gente de sus poemas, en especial Los Amorosos. Un buen filme didáctico pero poco sobresaliente.
El tercer bloque de películas tiene las propuestas más interesantes. El más destacado de los filmes mexicanos del mes es El Club de los Insomnes (67%), un filme sencillo en su arco dramático, divertido en su humor negro y tono sarcástico pero principalmente destacado en la construcción de sus excéntricos personajes y sus historias intimistas en las que se redimen.
Con más ruido que efectividad llegó El Habitante (60%), de Guillermo Amoedo, el filme mexicano de terror que había dado de que hablar en festivales de género destacados, pero que generó más expectativas de las que cumplió. Al final es una muy buena propuesta del cine de género en México que no se alcanza a sostener para evitar caer en lo típico de las películas sobre posesiones demoníacas. Al final más entretenida que terrorífica.
Finalmente, está Sin Muertos No Hay Carnaval, del viejo conocido Sebastián Cordero, que nos presentó un retrato sobre la búsqueda del poder a través de un dilema sobre la ambición. También coproducción con Ecuador y Alemania, este filme tiene algunos méritos de producción admirables y una historia a la que es fácil crear empatía pero no tan contundente como podría llegar a ser.
Ya esperaremos a que el mejor cine mexicano llegue a las salas de cine a encontrar el público que se merece.
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