Videoteca Tomatazos | La Amenaza de Andrómeda (1971)
En 1971 Robert Wise estrenó La Amenaza de Andrómeda, una joya del techno-thriller y de la ciencia ficción que no debe de escaparse de su visionado.
Estamos a nada de terminar el año, y aún hay mucho cine que ver… Y no, no me refiero únicamente a los estrenos comerciales –hay por ahí en cartelera uno o dos que valen la pena seguir–, sino al cine que se ha estrenado en años anteriores y que por la “dictadura” del presente hemos dejado ocultos en el pasado.
El día de hoy estoy particularmente emocionado por platicarles de una película que en cuanto la vi, me entusiasmó demasiado. Sí, bienvenidos a una Videoteca Tomatazos más, agarren bien ese bote de palomitas y su refresco lleno de hielos, ¡que el viaje se va a poner bueno!
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Mucho antes de los gigantescos dinosaurios de Parque Jurásico (93%), el escritor, guionista, director y productor de cine estadounidense Michael Crichton, nos llevó a un mundo donde la amenaza era de mucho, pero de muchísimo menor tamaño. Crichton, con una obra que le ha vuelto célebre en la literatura y en el cine gracias a su muy desarrollado techno-thriller –del que su colega Tom Clancy lo llamó su padre–, fue el responsable de la novela que originó la muy emocionante La Amenaza de Andrómeda (67%) de Robert Wise.
La película, estrenada comercialmente en México en el cine Diana en noviembre 11 de 1971, es un auténtico viaje imperdible para quienes gustamos de la ciencia ficción. Como director, Robert Wise nos entrega una de sus cintas más interesantes; y eso que el hombre es el responsable de El Día que la Tierra se Detuvo (94%) y Viaje a las Estrellas (47%), por mencionar algunas.
Justamente presentado como un thriller, la trama de la película nos va convirtiendo en cómplices de un misterio que poco a poco iremos desentrañando; eso sí, no con poco suspenso de por medio.
La población del pequeño Piedmont, Nuevo México ha desaparecido a consecuencia de algo que estamos por descubrir, pero que por lo menos sabemos llegó del espacio a través de un satélite que el gobierno estadounidense quiere recuperar. Tras un intento fallido, en una operación ultra secreta, un grupo de científicos es reclutado para un momento que ninguno de ellos esperaba fuera a llegar. En el Complejo Wildfire, diseñado para tratar emergencias biológicas, los científicos deberán descubrir la amenaza, pero sobre todo cómo poder detenerla. Dos sobrevivientes, un bebé y un anciano, serán la clave.
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Sí, es inevitable pensar en el Parque Jurásico de Crichton por todas las conexiones que La Amenaza de Andrómeda tiene con ésta; pero sobre todo por el hecho de que en su versión cinematográfica, a diferencia de la magia de presentarnos dinosaurios que se vieran reales, en la versión fílmica de La Amenaza de Andrómeda no hace falta ver a la amenaza para sentirnos en auténtico peligro. Como espectadores nos encontramos envueltos de manera definitiva en una trama que no nos suelta, sino hasta el final mismo.
Robert Wise nos presenta una producción donde el balance entre la humanidad de los protagonistas y la eficiencia de las máquinas que les acompañan en su misión, es literalmente un asunto de vida o muerte. Y es que al inicio, con todo el detalle que caracteriza a la novela de Crichton, observamos la maravilla tecnológica que es el Complejo Wildfire: un espacio diseñado perfecta y cuidadosamente para lidiar con una amenaza biológica como la que revisarán; pero también, con el mismo cuidado, nos son presentados los 4 científicos –3 hombres y una mujer–, quienes tendrán que lidiar contra su propia humanidad que es también la responsable de la programación de las infalibles máquinas.
El que la amenaza sea una forma biológica de forma miniatura que apenas vemos representada en las computadoras que utilizan los protagonistas, es un reto que toda la producción de la cinta consigue sacar a flote.
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La música de Gil Mellé, la fotografía de Richard H. Kline, y el montaje de Stuart Gilmore y John W. Holmes, son elementos indispensables. El trabajo de Mellé –músico de jazz- es fascinante, pues termina por ser un elemento clave en el suspenso de la película. La fotografía de Kline es sencilla, pero con elementos francamente interesantes: al inicio, cuando los dos primeros científicos acuden a Piedmont, una nube de gas para dispersar un poco la amenaza los descubre antes de encontrarse con el real enemigo; perdón, pero pensé inclusive en El Exorcista (87%). Finalmente el montaje de Gilmore y Holmes es sin duda la combinación perfecta entre una cinta de ficción y una suerte de documental. Ah, antes de que se me vaya, ¿qué me dicen de la secuencia de títulos iniciales? Una de las mejores, sin duda, que haya visto en película alguna, cortesía de Attila de Lado para Universal Titles.
La Amenaza de Andrómeda (67%) es entonces una cinta muy entretenida y llena de suspenso. Todos los elementos la hacen una joya del techno-thriller y de la ciencia ficción que no debe de escaparse de su visionado. Sí, una joya oculta en el pasado que tocó una vez más desempolvar en la Videoteca Tomatazos. ¡Qué tengan un muy feliz y próspero 2019! Nos leemos en el futuro.
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