Videoteca Tomatazos | Estados Alterados (Altered States, 1981)
Revisamos una de las películas más sensoriales del séptimo arte, una exploración de los efectos de las drogas alucinógenas con un científico que experimenta consigo mismo una teoría sobre los límites de la realidad a partir de estas drogas
Regresamos con la Videoteca Tomatazos después de una larga e injustificada pausa, ¡pero hey!, antes de que me empiecen a decir algo, les aseguro que no andaba de parranda… O quizá sí, quizá sí lo andaba, pero no en una como la que se vive en la película que recordaré hoy: Estados alterados (1981).
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Estrenada en México el ya muy lejano 12 de noviembre de 1981, Estados alterados se mantuvo por 3 semanas en la cartelera de cines nacionales como los Latino, Paseo, México, Imperial 70, Pedregal 70 y Venustiano Carranza, entre otros. La cinta se basó en la novela del mismo nombre de Paddy Chayefsky. Dirigida por el estadounidense Ken Russell –quien ubicarán mejor por trabajos como las óperas rock de The Who: Tommy (1975) y Lisztomania (43%) (1977)–, “Estados alterados” es una película alucinante.
La trama nos presenta al científico Eddie Jessup (William Hurt), quien dentro de un tanque lleno de agua en posición vertical, se nos muestra experimentando una serie de alucinaciones que le terminarán por obsesionar. A su lado, auxiliándole, se encuentra el también científico Mason Parrish (Charles Haid). Eddie es también un profesor de psicología anormal especializado en la esquizofrenia: su tesis, la que defenderá, es que la locura es tan real como la cordura, cuando de estado de consciencia se trata.
Las obsesiones que persiguen a Jessup las iremos conociendo. Un trauma en su infancia es lo que lo termina por perder poco a poco en la locura. En una fiesta con música donde The Doors se escuchan de fondo –para aumentarle a la alucinación–, Eddie conoce a la también investigadora Emily (Blair Brown), de quien termina por “enamorarse”. Son los años 60, tiempos en los que las alucinaciones y las experiencias para romper los estados de consciencia, son la norma. En pleno acto sexual con la que resultará luego su futura mujer, Eddie nos revela que su obsesión es producto también del deseo por conocer algo tan complejo como lo que entendemos muchos como Dios. Para Jessup, Dios y Diablo son estados que hay que descubrir.
La cinta, ciencia ficción mezclada con terror y thriller, atrapa desde el primer momento en el que uno le observa. Inclusive, desde su secuencia de créditos iniciales que me hizo recordar las de Alien - El Octavo Pasajero (97%) (1979) de Ridley Scott y Terminator (100%) (1985) de James Cameron –cintas con las que comparte también temáticas–, “Estados alterados” nos provoca ya una sensación de ansiedad que terminará por acompañarnos a lo largo de la película.
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Las obsesiones de Eddie Jessup lo llevarán al límite de sus capacidades. El potencializar las alucinaciones que le van resultando cada vez más reveladoras, le traerán inclusive a nuestro país, México, donde probará una poderosa droga que terminará por ser parte de la clave de los elementos más reveladores de su viaje. Las secuencias de alucinaciones, que no hacen más que involucrarnos en su obsesión, nos sacuden de manera violenta; las pistas, ahí reveladas, son relevantes para ir comprendiendo el rompecabezas que se nos presenta.
La primera sensación que tuve al terminar de revisar la tremenda Estados alterados, fue la de haberme encontrado una loca y muy poco convencional historia de amor. Sin revelarles de más, las obsesiones alucinantes de Eddie terminarán encontrándose con los deseos más “terrenales” de Emily, para entonces entregarnos una apasionada visión de lo que puede ser el amor en su estado más puro, o más primigenio.
La cinta además está llena de acción y de secuencias perturbadoras. En una, donde Eddie Jessup consigue el clímax de su experimento, le seguimos no solo él con su consciencia alterada, sino también con su cuerpo físico en cambio. Sin spoiler de por medio, esta secuencia les anticipo que les robará el aliento; la simpleza de ésta contrasta con el nivel de horror conseguido.
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Como curiosidad adicional, encontrarse con el debut actoral en cine de William Hurt es ya otro tremendo deleite. Desde ese momento se nos deja notar su ya enorme la capacidad como histrión, misma que explotaría en el género de ciencia ficción con otros notables trabajos. También, y para que no les agarren en curva, pasen a ver el debut de Drew Barrymore; sí, antes que ella apareciera en E.T., El Extraterrestre (98%) (1982) de Steven Spielberg.
Ah, y nada más por no dejarlo pasar y para poner especial énfasis en eso: no dejen de disfrutar de las secuencias de alucinaciones de Eddie Jessup. Son dignas, sin duda, de trabajos de cine experimental que espero les den ganas de disfrutar en el futuro.
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