METE-CRITICA | Al cine lo que es del cine

Hoy que el uso de las redes sociales permea prácticamente todos los ámbitos del desarrollo humano, se recrudecen batallas verbales que parecen eternas y en muchos sentidos rayan en lo estéril, pero que aún así generan una buena cantidad de hostilidad. Tal es el caso de aquella que se relaciona directamente con lo que en éste espacio nos ocupa. Y me refiero a esa que usualmente abre una brecha enorme entre los que fruncen el ceño, levantan la nariz y se enredan con la bandera de la cultura para darse de azotes defendiendo las propuestas fílmicas con trasfondo intelectual, y aquellos a quienes señalan, esos empedernidos consumidores del blockbuster, que incluso cuando hay un fin de semana sin estrenos relacionados con superhéroes, videojuegos, superproducciones y similares, se dan el lujo de decir “llegan puras propuestas chafitas”, los mismos que por supuesto reaccionan a los ataques con igual intensidad.

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Una distinción llevada al extremo, que de poco o nada le sirve una sociedad cada vez más aquejada por la estigmatización y los prejuicios, y a la que mucho mejor le vendrían las charlas abiertas e inclusivas, con respeto y mucha argumentación. Tal vez el recordar que el cine primero surgió cómo una curiosidad científica, para luego adquirir el sentido de entretenimiento y finalmente las pretensiones artísticas, nos podría llevar a la reflexión sobre qué tan conveniente es negar o satanizar alguno de estos rasgos. Sobre todo en el caso del crítico o especialista, quien a veces es el primero en menospreciar a los que no comulgan con lo que él considera lo más exquisito y sofisticado, y cuyo afán por acompañar al espectador y ampliar los alcances de la experiencia que este encuentra cada vez que paga un boleto para sentarse frente a la pantalla grande, en realidad debería impulsarle a ver todo tipo de películas, esto como parte de un ejercicio tanto de gusto como de rigor profesional, para así poderles dimensionar con todo el conocimiento de causa y en consecuencia hablar o escribir de ellas.

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Es por eso que en lo personal, cuando me preguntan sobre el tema, les contesto que para nada me considero “un amante del buen cine”, pues atendiendo al sentido estricto del concepto de cinefilia, aunque soy un apasionado del análisis, también lo soy del fenómeno cinematográfico en todas sus formas, y haciendo el símil con un comensal, me gusta pensar que soy capaz de apreciar las distintas variantes que llega a ofrecer el menú fílmico y pasar con soltura de la comilona de frivolidades, al banquete de platillos más selecto, que en ambos casos son preparados para satisfacer la voracidad de todo aquel cinéfilo que así lo desee.

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