RESEÑA | Organizadora de bodas: Convencional, pero eficaz, liviana e hilarante
Reciclando fórmulas y esquemas hollywoodenses, Dani de la Orden logra confeccionar con ellos una divertida comedia romántica con tintes negros y mordaces
A temprana edad, Marina (Belén Cuesta) se convence de que el concepto del amor eterno y duradero es meramente una invención romántica y del cine la cual poco tiene que ver con la realidad. Por ello opta por llevar una vida libre de cualquier compromiso o atadura emocional. Paradójicamente, decide ganarse la vida dirigiendo su propia compañía dedicada a organizar bodas, porque se convence de que la gente enamorada no repara en gastos cuando llega el momento de casarse.
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Marina es una empresaria dinámica, pragmática y hábil para resolver cualquier dificultad o inconveniente que pueda presentarse dentro de su negocio. En su vida privada se desempeña de la misma forma, y el amor no tiene lugar en ella, salvo cuando se trata de romances fugaces o de parejas que se le acerquen para pedirle ayuda con sus nupcias.
Durante una de las bodas organizadas por su empresa, la protagonista se topa con Carlos (Álex García), un invitado a dicho evento por el cual se siente atraída y es correspondida, culminando la noche en un encuentro sexual que acaba intempestivamente. Al final, ella se va de forma apresurada no sin antes dejarle a Carlos su tarjeta de presentación con su número y los datos de la empresa.
Esa tarjeta es el detonante de una seria confusión cuando Alexia la novia de Carlos (Silvia Alonso), la encuentra entre sus ropas al día siguiente y cree que ello obedece a una sorpresiva propuesta matrimonial preparada por este último. Y ambos terminan visitando el negocio de Marina para solicitarle asesoría y contratar sus servicios. Ninguno de ellos sabe hasta antes de esa reunión, que Marina y Alexia se conocen desde el colegio, aunque tenían tiempo de no verse… y el pasado existente entre ellas no es muy grato. Tras el reencuentro, Marina decide aceptar el trabajo, y acompañarlos a Tenerife para supervisar personalmente los detalles de la ceremonia.
En este escenario y mientras se planean y hacen los preparativos necesarios para realizar la unión matrimonial, el trío protagonizará (como es de esperarse) una serie de cómicos enredos, pugnas, revanchas, desencuentros y reencuentros los cuales llevarán a cada uno de los implicados no solo a confrontarse y sincerarse entre sí, sino a encarar también a sus verdaderos sentimientos, y obligar a cada uno a tomar las decisiones correctas antes de que el matrimonio sea efectuado.
Organizadora de Bodas (80%) no ofrece nada que no hayamos visto antes. De hecho, se trata del remake español de un filme francés intitulado Jour J del 2017 dirigido por Reem Kherici. Pero también guarda semejanzas y toma elementos prestados de producciones hollywoodenses como La Boda de mi Mejor Amigo (71%) (P.J. Hogan, 1997); The Wedding Planner (17%) (Adam Shankman, 2001) y Quiero Robarme a la Novia (Paul Weiland, 2008) por mencionar algunas. Es decir, retoma las fórmulas de distintas comedias románticas y las incorpora en su argumento escrito a seis manos por Eric Navarro , Olatz Arroyo y Marta Sánchez .
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Sin embargo, el largometraje se mantiene a flote gracias a que todos estos elementos son condensados de una forma equilibrada y homogénea, por un guión el cual combina los elementos propios del rom-com con una dinámica al estilo de la comedia screwball. Pero además, la mezcla es aderezada con tintes de un humor más negro y mordaz. Así durante su primer tercio, la película se la pasa mofándose despiadadamente de la visión edulcorada y cursi que el mercantilismo y los medios masivos de comunicación (el cine incluido) han edificado en torno del amor y el romance, cristalizada en elegantes uniones matrimoniales; con fastuosas ceremonias donde se hacen gastos extravagantes para celebrar y ostentar ante todos juramentos de amor eterno, los cuales a la postre resultan efímeros.
Y durante sus dos tercios restantes, Organizadora de Bodas (80%) se vuelve más convencional, aunque logra mantener ese tono cínico inicial y su desenfadada jocosidad, mientras vemos las vicisitudes del trío estelar debatiéndose entre lo que quieren hacer y lo que deben hacer. Y consigue un desenlace el cual no traiciona al espíritu de la obra y remite a los disparates de las comedias de antaño. La pericia del cineasta español Dani de la Orden en el terreno del humor, y un efectivo casting que inyecta frescura y un adecuado timing cómico a sus personajes, propician un adecuado fluir de la cinta, y que el espectador se enganche con los protagonistas y se interese por lo que ocurra con ellos. Lo que le falta al filme en originalidad, lo compensa con eficacia y liviandad, dando como resultado una comedia disfrutable e hilarante, cumpliendo cabalmente con el propósito de hacer pasar un buen rato.
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