RESEÑA: Pirañas: Los niños de la Camorra | Un imperio de miedo y muerte
Basada en la obra de Roberto Saviano, Pirañas: Los niños de la Camorra relata el viaje iniciático de un adolescente en el mundo de la mafia napolitana
Roberto Saviano ha ganado reconocimiento mundial gracias a sus trabajos literarios, en ellos se ha encargado de diseccionar la realidad social de los bajos fondos de su estado natal, Nápoles. La obra del periodista, poeta, ensayista e investigador se enfoca en contar la realidad económica y territorial, así como la dinámica de poder del crimen organizado en la región de Campania, un grupo criminal conocido como El sindicato del crimen Camorra.
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El italiano saltó a la fama gracias a su novela Gomorra, publicada en 2006. El libro, basado en hechos reales, describe los tratos y negocios de la Camorra en una pequeña localidad en la que los valores que rigen la vida de sus habitantes son el poder, el dinero y la sangre. Este éxito de venta fue llevado a la gran pantalla dos años después de la mano de Matteo Garrone, la adaptación fue aclamada por su realismo y por la manera en la que el grupo de guionistas se apropió del texto de Saviano, quien también trabajó en el libreto.
Es inevitable no hablar del filme de Garrone como preludio a hacer lo propio de Pirañas: Los Niños de La Camorra (65%), el filme de Claudio Giovannesi que podemos ver como parte de la 68 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional. La película se basa en otro libro de Saviano, La paranza dei bambini, y serán ineludibles las comparaciones entre ambas, aunque la diferencia está en sus protagonistas, en esta ocasión, un grupo de preadolescentes que se internan en el letal grupo de la Camorra.
En la ciudad de Nápoles, viven Nicola (Francesco Di Napoli) y sus amigos, chicos de quince años que quieren ganar dinero, comprar ropa de diseñador y motos nuevas. Juegan con armas y recorren las calles para hacerse con el control del barrio de Sanità. Se aman como una familia, sin temer a la cárcel o la muerte y sabiendo que su única posibilidad es arriesgarlo todo. Experimentan la violencia con la volatilidad de la adolescencia, aunque sus actividades criminales los lleven a sacrificar el amor y la amistad. El filme ofrece el retrato de una generación en conflicto permanente, dispuesta a traficar con drogas, robar y matar en un mundo donde lo que importa es sobrevivir.
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El viaje iniciático y el ascenso a la jerarquía no es nada nuevo en las películas sobre la mafia, no obstante, Pirañas: los niños de la Camorra encuentra su fuerza en la rabiosa interpretación del debutante Francesco Di Napoli. Es entonces, un estudio de personaje en torno a un joven que no conoce otra forma de sobrevivir que escalar en la pirámide del imperio del miedo y la muerte, cuya aspiración es convertirse en el “don” para que su madre no siga pagando la extorción que la camorra le exige a cambio de protección.
A Giovannesi le basta la escena de introducción de la película para describir las luchas territoriales que se viven en la provincia italiana, la ley del gandallismo y los motivos que llevan a los niños a convertirse en sicarios: comprar ropa de marca, bebidas alcohólicas y pagar una mesa de 500 euros en una discoteca para poder conquistar a las niñas. Nicola es reactivo, tiene como figura de inspiración a un padrino que no extorsionaba a los negocios y acepta matar para lograr su objetivo, para él, el fin sí justifica los medios. Su ascenso es rápido, aunque no está de todo claro si también su caída, sin embargo, hay costos humanos. Es una jerarquía que se consume a sí misma.
Se ha calificado a Pirañas: los niños de la Camorra como una película al más puro estilo del primer Martin Scorsese, sin embargo, hay una ausencia de la moralidad y las consecuencias de las decisiones, algo que se redime a medias con un final abierto en el que vemos a los adolescentes partiendo hacia un destino incierto. Por otro lado, no se profundiza en los retos y méritos que conlleva subir la escalera del poder; Nicola se deshace de los jefes sin ninguna complicación.
A pesar de que le falta un trasfondo moral más contundente, Pirañas: Los Niños de La Camorra (65%) construye una atmosfera realista y consigue interesarnos por la transformación de Nicola. Un filme correcto y curdo, aunque pudo ser más propositivo.
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