RESEÑA | Halloween Kills: La noche aún no termina | Una carta de amor al mito de Michael Myers
Michael Myers regresa a los cines en mejor forma que nunca gracias a la desenfrenada dirección de David Gordon Green y las actuaciones estelares de Jamie Lee Curtis y Anthony Michael Hall.
Cuando se anunció en 2017 que el cineasta David Gordon Green iba a estar a cargo de una nueva trilogía de la franquicia slasher Halloween, los fanáticos acérrimos de la saga no sabían que esperar y ciertamente había un aire de escepticismo sobre si valía la pena retomar la historia de Michael Myers después de fracasos como Halloween 6: La Maldición de Michael Myers (6%) o Halloween: Resurrección (12%) que terminaron por derrumbar toda la construcción previa del enigmático villano. Por fortuna, la primera entrega llegó en 2018 y recuperó la confianza de la audiencia, así como la atención de los medios por su tributo efectivo al título de terror que marcó un hito en la cultura popular. Tres años después, con un retraso inesperado a causa de la pandemia global por COVID-19, llega a salas internacionales Halloween Kills: La noche aún no termina (63%), una de las películas comerciales más esperadas del año que tuvo un estreno anticipado en el Festival de Venecia 2021.
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En esta secuela de Halloween (92%) le damos seguimiento directo a la aparente muerte por incendio de Michael Myers y la presunta victoria del linaje Strode, que ahora se dirige al hospital para atender las heridas de Laurie. Sin embargo, la noche de brujas está lejos de terminar con el inesperado regreso de Myers que lo encaminará en una odisea de violencia por todo Haddonfield, despertando la furia latente de todos los habitantes que comenzarán una cacería para terminar de una vez por todas con la figura que les arrebató la paz y la tranquilidad de sus vidas. En Tomatazos ya hemos visto el nuevo capítulo de la saga y a continuación te daremos a conocer nuestro veredicto.
Uno de los principales aciertos de Halloween Kills es retratar el poder omnipresente que ejerce la figura de Michael Myers en Haddonfield de una forma que jamás se había visto en la franquicia. A diferencia de las entregas previas donde solo se nos permitía conocer las secuelas psicológicas que dejaba el paso del icónico villano en los personajes principales (Laurie Strode, el Dr. Loomis o Jamie Lloyd), aquí se nos permite conocer el sufrimiento y el trauma padecido por los ciudadanos promedio que habitan el pueblo, generando una reacción en cadena donde la empatía genuina despertada en el espectador le suma un gran peso dramático a las muertes que, por primera vez, no representan un cadáver más a cuenta de Michael, si no una persona con atributos e historia.
En esta secuela también conocemos una faceta más intimidante y violenta de Myers, que cambia por completo su modus operandi al realizar ataques directos de gran impacto sin ocultarse en rincones oscuros o seguir por largo tiempo a su presa. Este giro de 180 grados al personaje, para gusto de todos los fans, resulta en un tono más gráfico y visceral que recuerda por momentos al remake de 2007 dirigido por Rob Zombie, cumpliendo lo prometido en los avances con un puñado de muertes diseñadas con creatividad individual, poco comedidas con el gore y realzadas con un toque sutil de comedia negra.
El guión de Scott Teems y Danny McBride está escrito con lógica y coherencia, atando todos los cabos que quedaron sueltos en la entrega pasada mientras introducen nuevos conflictos que fluyen de manera orgánica hasta un vertiginoso clímax que coloca la semilla adecuada para lo que se viene en Halloween Ends, el final de la trilogía pautado para el siguiente año. David Gordon Green consigue plasmar la visión del libreto con especial sensibilidad, haciendo gala de su destreza para traer a la vida escenas que en manos menos capaces hubieran resultado menos efectivas.
Los flashbacks a los acontecimientos de la original Halloween (94%) se hacen con mucho respeto a la obra de John Carpenter y a primera vista se puede apreciar el minucioso trabajo hecho por el departamento de arte al retratar con fidelidad aquella noche de Octubre de 1978 donde el vestuario, los peinados e inclusive la fachada de las casas luce exactamente igual que en el clásico. Estas secuencias son dirigidas con destreza por Gordon Green, qué claramente es un aficionado más de la saga y entiende perfectamente la visión de Carpenter para replicar con éxito su tono y estética. En estos pequeños intervalos también destaca una actuación madura y conmovedora de Thomas Mann como un oficial de policía al que, lamentablemente, se le da muy poco tiempo a cuadro.
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La estridente banda sonora compuesta por John Carpenter, Cody Carpenter y Daniel Davies resulta ser el acompañamiento perfecto para las secuencias que corren en pantalla, demostrando la importancia de este elemento en el género para crear una atmósfera perdurable de suspenso. Así como la película tiene dos líneas de tiempo, la música también se mueve con éxito en dos caminos: mientras todas las escenas del pasado tienen sonidos inquietantes producidos por sintetizadores, el presente utiliza las notas de piano aceleradas para crear una sensación de ansiedad que no se marcha hasta que la última nota de la partitura deja de sonar.
Uno de los aspectos que queda a deber son las actuaciones de todo su reparto en general, con excepción de la scream queen por excelencia Jamie Lee Curtis y Anthony Michael Hall. Mientras Curtis y Hall se las arreglan para transmitir su angustia desde un lugar vulnerable, el resto del cast se mantiene al margen con interpretaciones irregulares: en ocasiones dan risa en los momentos donde se requiere un empuje dramático y en otras cruzan la línea quedando como exageradas. Este detalle no le resta tanto mérito al resultado final pero hay escenas que pudieron verse realzadas con un compromiso actoral mayor, en especial las que tienen lugar en el hospital.
Finalmente, Halloween Kills: La noche aún no termina (63%) es una carta de amor para una las franquicias más importantes del subgénero slasher: la perfecta fusión entre los elementos clave de su pasado con las propuestas disruptivas del presente. No sólo es una de las mejores películas de terror del año, es una secuela que dignifica el mito de Michael Myers mientras siembra la duda de qué es lo que David Gordon Green y compañía nos tienen preparado para el gran cierre de esta saga el próximo año.
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