RESEÑA | La Crónica Francesa: Wes Anderson se roba la primera plana
La Crónica Francesa es un trabajo íntegro de pies a cabeza que complace tanto a niveles narrativos como estéticos gracias a las excentricidades de su autor.
Presentar a Wes Anderson como una de las mentes contemporáneas más brillantes en la industria cinematográfica es, de cierta forma, limitante. Sin embargo, la belleza etérea de sus historias, sus personajes ricos en matices y sus escenarios que rozan el perfeccionismo hablan del autor de formas que las palabras no pueden. Teniendo en su filmografía títulos como El Gran Hotel Budapest (92%), El Fantástico Sr. Zorro (92%), Moonrise Kingdom - Un reino bajo la luna (94%), Isla de Perros (87%) y Los Excéntricos Tenenbaums (80%), es lógico que cause furor cuando anuncia la llegada de un nuevo proyecto. Es así que llegamos a La Crónica Francesa (82%), el onceavo largometraje de su carrera que recibió una ovación de 9 minutos en el Festival de Cannes 2021.
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La trama de La Crónica Francesa saca a Anderson de su zona de confort para adentrarlo en los terrenos de las antologías, que no son ni más ni menos que un compendio de historias dentro de un mismo filme. Por si eso no fuera suficiente, el cineasta texano optó por narrar la historia en formato de revista, partiendo los 108 minutos de metraje en secciones que bien podrías encontrar en el periódico o publicación de tu preferencia. Eso sí, el contenido de estos artículos dista mucho de los clásicos tips de cocina, recomendaciones de lugares o reseñas convencionales para brindarnos una experiencia cinematográfica de ejecución impecable.
Aunque la narrativa toma un rumbo diferente a lo que estamos acostumbrados, los aspectos técnicos que constituyen el sello personal del cineasta se mantienen prácticamente intactos. Aquí están de vuelta los encuadres de simetría perfecta, los planos estáticos de escenarios que cobran vida como una obra de arte en movimiento, una variedad cromática estimulante y una banda sonora embriagadora, compuesta una vez más por Alexandre Desplat. Y sí, muchos de los detractores de la obra de Anderson se enfocan en señalar la poca reinvención de este pero, ¿para que cambiar la fórmula de algo que funciona a la perfección?. La Crónica Francesa es realzada en gran parte por las excentricidades de su creador, por lo que es justo decir que sin todas estas características la cinta perdería potencia en fondo y forma.
La división del contenido por secciones demanda tanto un análisis individual como uno general. En primer lugar, empezar el viaje con un obituario es, ciertamente, una decisión creativa interesante de un director que en el pasado ha demostrado encontrar optimismo en los lugares más lúgubres. La muerte es solo el comienzo de un nuevo viaje y Anderson utiliza esto como la carta de presentación de su relato, apoyado por la aparición sarcástica y divertida de Bill Murray. El aperitivo de entrada es un paseo breve pero significativo por las calles de Ennui-sur-Blasé, una ciudad llena de historia que funciona como el medio perfecto para que el cineasta haga gala de su talento técnico y narrativo con una reflexión maravillosa de la vida citadina, el paso del tiempo, la juventud, la muerte y otros temas con los cuales todos podemos sentirnos identificados.
Los platos fuertes de La Crónica Francesa vienen en forma del artículo inicial (La Obra Maestra de Cemento) y el final (El Comedor Privado del Comisionado de Policía). En ambas historias podemos encontrar la perfecta fusión entre la fantasía con lo cotidiano, una escenario ideal para secuencias de ensueño, como un viaje por dirigible o una persecución hecha por animación digital, que no necesitan caer en lo surrealista para impactar. La atmósfera se fabrica con destreza, evita caer en lo redundante y termina satisfactoriamente los caminos que decide recorrer. Anderson y su reparto de ensueño no tienen problema para meternos en la piel de los personajes, con Benicio del Toro ofreciendo una de las mejores actuaciones de su carrera como un artista tan enigmático como su obra, Léa Seydoux usando miradas incisivas capaces de transmitir todo lo que sus escasas líneas no pueden y un Jeffrey Wright capaz de tocar nuestras fibras más sensibles. También es justo hacer una mención honorífica a los cameos que, aunque conozcas de antemano el reparto completo, tienen un efecto sorpresa efectivo.
Revisiones de un Manifiesto, sin embargo, es el segmento más flojo de toda la película con un estilo visualmente satisfactorio pero muy poca sustancia, buscando en su duración de casi media hora una historia que valga la pena contar, sin tener mucho éxito. El tono y el ritmo en general se mantiene fluyendo constantemente hasta esta parte, interrumpiendo lo que era un desarrollo eufórico con relleno injustificado. Aunque no todo es malo, Timothée Chalamet ofrece una actuación multifacética que logra sacudir de nuestras mentes su presencia rígida en la reciente Duna (75%) y Frances McDormand, como siempre, está a la altura de las exigencias del director a cargo.
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Ahora, pasando a la revisión general, esta nueva entrega de Wes Anderson es su trabajo menos personal hasta la fecha pero no por eso deja de ser ambicioso, cohesivo y entretenido. La sinopsis oficial y los avances venden la película como una “carta de amor al periodismo” pero su enfoque no está en la profesión si no en la forma de hacerlo, en como los columnistas aportan su cosmovisión para retratar la vida cotidiana como algo poético y, aunque hubiera sido interesante conocer la postura del director con respecto a la libertad de expresión u otros gajes del oficio, lo que recibimos al final funciona muy bien bajo sus propios términos. Todos los cineastas consagrados tienen una regla personal de entregar cada cierto tiempo una película para todo público después de haber realizado un par para satisfacción propia y creo firmemente que La Crónica Francesa es esa película.
Finalmente, La Crónica Francesa (82%) es un trabajo completo de pies a cabeza que complacerá tanto a niveles narrativos como estéticos a fanáticos y audiencias ajenas al trabajo de su autor. Gracias a un guión ingenioso, actuaciones sobrias y una dirección magistral por parte de Anderson, es seguro decir que esta nueva entrega se posiciona como una fuerte candidata para la entrega del Oscar en su edición 2022 y un lugar entre las mejores películas de este 2021.
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