El mundo onírico de Sandman: una ficción de sombra e ilusión
Neil Gaiman nos ofrece en su Sandman un viaje a la psique humana que se confronta al más dulce de los sueños y a las pesadillas que acechan en la oscuridad.
Neil Gaiman nos ofrece en su Sandman un viaje a la psique humana que se confronta al más dulce de los sueños y a las pesadillas que acechan en la oscuridad. Y es justamente esta dualidad la que sirve como crisol perfecto para poner en marcha una gran cantidad de historias repartidas en el paisaje onírico del mundo de la vigilia y en The Dreaming.
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El estado onírico presente en la colección de historias ligadas a Morfeo refleja los lineamientos psicológicos de la ficción gótica. Esta desvela un poder primario en la superposición de los sueños y el mundo real, una que va mucho más que creaciones mentales simbólicas como meros escapes a la realidad.
DE SUEÑOS Y PESADILLAS
El horror y los cuentos de hadas se amalgaman en una ficción con tintes góticos de oscuridad y ansiedad, tanto en la novela gráfica como la adaptación de Netflix, que nos brindan relatos antológicos contenidos dentro de la búsqueda de Sueño por sus objetos robados.
La gran mayoría de los personajes episódicos en Sandman, enfatizan estos sentimientos por medio de exhibiciones explícitas de violencia, pánico, desenfreno, amor, sexualidad y pérdida. Todos regidos por las siete primordiales fuerzas de este universo: sueño, muerte, deseo, desespero, destino, delirio y destrucción.
Una persecución, lo irreparable de un recuerdo, un asesinato y la asfixia del presente imperfecto y alguien que observa en las sombras, son sólo algunas de las incertidumbres que nos plantean los arcos narrativos de Preludios y Nocturnos, y La Casa de Muñecas.
La naturaleza de estas historias inunda los pensamientos del espectador con las fantasías creadas en el reino de Morfeo, pero los escenarios del mundo real también se narran bajo el velo del paisaje onírico. La serie incluso hizo uso de un afecto de fotografía para acentuar esta sensación —en efecto, no es tu pantalla mal configurada, es una decisión creativa.
Las historias de Gaiman beben de la tradición decimonónica del horror, romance, y el crimen victoriano. Muchas de los componentes del viaje onírico revelan la importancia del subconsciente humano, a través de sueños, pesadillas y alucinaciones.
Estas últimas son de especial importancia en el reino de sueños de Sandman, pues los delirios febriles en ocasiones derivan en estados de éxtasis puro, que conducen a los personajes hasta la faceta onírica de su realidad y las difuminadas fronteras del subconsciente. Este hecho ayuda al lector al iluminar ideas e ideales en la realidad universal.
Si bien, el universo de The Sandman (76%) no es siempre dominado por la oscuridad, esta se encuentra presente de una u otra manera en sus viñetas, recordándonos que siempre existe un impulso latente a la espera de ser impulsado fuera de los confines de la mente. La curiosidad humana se siente atraída por la condición ominosa de cada historia de esta novela gráfica, quizá por eso Lucifer Morningstar, John Constantine y Muerte han logrado series individuales de éxito. Siempre querremos más de estos relatos que nos cuentan sobre nuestros propios sueños y terrores, como la mirada de Medusa que aterra y fascina por igual.
EXPERIMENTANDO EL HORROR
A finales del siglo XVIII y a principio de del XIX, el horror velado del gótico contaba entre sus principales características son la mirada subjetiva de nuevos mundos narrativos, la libertad del pensamiento, la hipérbole de los sentimientos, la imaginación desbordada en el relato y un fuerte rechazo a las convenciones literarias.
Este rompimiento buscaba encontrar una verdad superior por medio del arte, mediante el lenguaje narrativo y la imaginación al servicio de este que desafía los límites de la realidad y la fantasía.
Tanto as historias del gótico como las de The Sandman, abordan la oscuridad a la par que el romance literario y la naturaleza —a menudo, terrorífica— constituyen elementos trascendentales en ellas. Desde la escuela del gótico alemán, el género gótico se encuentra vinculado a términos como Schauerroman (novela del miedo), Gespensterromank o Geisterroman (novela fantasma), Räuberroman (novela del ladrón) y Ritterroman (novela de caballería). El término Doppelgängeri en la obra de Hoffmann traería también lo ominosos a lo gótico, este vocablo alemán para definir el doble fantasmagórico de una persona viva proviene de doppel, (doble), y gänger, (andante), así se convierte en ese otro “yo onírico” en el que Gaiman basa sus historias.
Lo onírico en The Sandman se presenta por medio de un caos psicológico de emociones desbordadas, adornadas por estos elementos góticos. Sus personajes e historias parecieran encontrarse en la búsqueda constante a respuestas sobre su existencia o el sentido de esta, pero a la vez están condenados a no poder encontrarlas.
Esta búsqueda no es ajena los motivos literarios tradicionales, pues a través del tiempo se ha hecho uso de los sueños simbólicos ominosos para dar origen a fantasmas realistas, que son capaces de aparentar inocencia y horror. Es el estado onírico quien modula el terror gótico, al extender el trauma —habitante permanente de estas preguntas sin respuestas— a través de imágenes mentales.
Por tanto, el cómic también es ambiguo al definir el bien y el mal, incluso presenta a sus fuerzas de la naturaleza —representadas por los Eternos— como simples entes del universo que, pese a sus acciones, no son los villanos de la historia. En sus páginas no encontrarás una moraleja o lección, sino que te encontrarás a ti mismo frente a escenarios con una moral borrosa.
Incluso si eres un espectador que sólo está interesado en The Sandman luego de ver la serie, probablemente podrás intuir que Lucifer no es un personaje completamente conducido por la maldad. Si Netflix decide darle luz verde a una segunda temporada —que pareciera ser sólo cuestión de tiempo—, quizá podremos atestiguar la evolución de Morningstar hacia un ser altamente complejo con el que la audiencia es capaz de empatizar.
En este sentido, ningún personaje del universo existe ajeno a esta circunstancia, no hay mal ni bien en dirigiendo el rumbo de sus vidas. Aquí radica la valía de cada uno de ellos y el hecho de que la serie se allá mantenido vigente desde su primera publicación en 1986 hasta hoy, y tal vez goce una popularidad como nunca antes.
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IMÁGENES ONÍRICAS
The Sandman ha creado no sólo su propia mitología en el multiverso de DC Comics, sino que a menudo se le considera como un puente entre la industria del cómic y el arte.
Es el psicoanálisis quien señala que cuando la mente humana entra al sueño, el niño y el salvaje que hay dentro de ella se despierta. El mismo surrealismo afirma que el arte no puede ser producido por el pensamiento consiente.
La visión onírica literaria permite acceder a la verdad como un portal creativo que libera la “divina locura” de los artistas. Los románticos solían hacer uso de distintos tipos de drogas para ingresar al mundo del inconsciente y traer de regreso las imágenes que ahí se encontraban.
En este sentido, esta novela gráfica es la máxima expresión de cada fibra de las emociones y el espíritu humano. Mientras el mundo del cómic encontró un hito, la “alta” literatura se vio reflejada en la cultura popular como pocas veces, o, podría decirse, se reconoció a sí misma.
Con The Sandman (76%), Gaiman cambió el rumbo del cómic para siempre, precisamente al hacer uso de todas las herramientas literarias referentes al gótico onírico.
En el caso de 24 horas, adaptado como 24/7 para la serie, un personaje deja de serlo para convertirse en narradora. En las viñetas esto tiene un carácter metatextual, con pies de foto que señalan este cambio al lector. “Todas las historias de Bette tienen finales felices. Eso es porque ella sabe dónde parar. Se ha dado cuenta del verdadero problema de las historias: si las mantienes el tiempo suficiente, siempre terminan en muerte”. Bette en realidad no desea que la verdad del universo ser le revele, en realidad sólo quería contar una historia y hacer felices a las personas con ella. Lo onírico pasa a convertirse en un arma de dos filos con la que los personajes conviven todo el tiempo.
Y es que, como Morfeo aprende gracias a Johanna Constantine, al final del día él no es más que un guardián de las historias de la humanidad. Uno que ha aprendido a protegerla a través de sus sueños.
La estructura antológica de este universo nos permite conocer cientos de posibilidades de la existencia humana, así como de cada uno de sus sueños. El tono de las historias de este cómic se transforma número a número, esto le permite explorar creativamente muchas posibilidades de su estilo gráfico a favor de la nueva historia que cuenta. De esta manera las posibilidades del mundo onírico se ven plasmadas en la narrativa visual y la historia cobra un valor artístico superlativo.
LA ESTÉTICA DEL SUEÑO
Pese a que la novela gráfica del rey de los sueños ha resonado durante décadas con distintas generaciones de lectores, su origen se sitúa poco después de la explosión de la subcultura gótica en Reino Unido — finales de la década de 1970 y principios de la de 1980.
Esta tendencia pronto se expandió a otros medios, y fue así como pronto surgirían géneros musicales de atmósferas oscuras e introspectivas, particularmente el punk, el glam rock y el nuevo romanticismo. El mismo Gaiman ha confesado su inspiración en David Bowie y Sting para los personajes de Lucifer y Constantine respectivamente.
La cultura gótica en las imágenes de viñetas y caracterizaciones conforman una estética, una mirada y todo un estilo de vida que se deben a una tradición de subversión y sombra. Sueño y Muerte son parte de esa estética abarcando desde la faceta onírica hasta la que expone ansiedades sociales, en su expresión más romántica y rebelde.
De ahí que este estilo exteriorizado en ensueño y statement a menudo ponga la mira sobre sectores rechazados por la sociedad, si bien la adaptación a Netflix lo vuelve más evidente esto siempre fue parte de la propuesta del autor, lo notara el lector o no.
Es decir, su narrativa siempre ha buscado activamente dar sentido y coherencia al mundo con los motivos de su tradición literaria, haciendo uso de la narración onírica para enfatizarlo. La masificación de la estética gótica buscaba justamente esto. Pero también habría que anotar el hecho de que, si bien la obra de Gaiman se mueve principalmente bajo las leyes del gótico, esto nunca lo ha frenado para incurrir en otro tipo de géneros. Al contrario, la misma historia parece necesitar de distintos caminos narrativos para expandir sus fronteras. Incluso, desde sus primeras publicaciones, sus personajes han hecho apariciones en otros cómics de DC siguiendo su propio ritmo y tono, y viceversa.
Y es en este punto donde el cómic se sumerge de nueva cuenta en las profundidades de la cultura pop, pues no puede dejar de pertenecer y resonar con otro tipo de movimientos de lo mainstream. La cultura reivindica la interpretación onírica de lo gótico al catalogar a sus elementos dentro de la cultura de masas desde su origen, como en su momento lo fueron las historias de crimen, detectives y fantasmas. Así, lo raro y alternativo, ocupan también un espacio en la conciencia colectiva con nombre y localizaciones puntuales. Ese otro “yo onírico” obtiene así un nombre y un lugar en los relatos populares.
En la colectividad de la cultura pop nos aferramos a la idea de Morfeo de velar por nuestros propios sueños. Si el horror y sus derivaciones viven en nuestro interior, es necesario conocerlo para poder hacerles frente y anhelar un mejor mañana. El rey de los sueños descubre que quizá sea el eterno más humano, capaz de amistar y sufrir con ellos, no muy diferente al lector que se sumerge en las páginas de un cómic no para escapar del mundo, sino para comprender cada uno de sus recovecos.
Aunque Sandman no es ajeno a intervenir en las historias humanas, su tarea contemplativa le brinda su cualidad humana al soñar una mejor mañana para nosotros. Pues al final, qué somos sino los protagonistas de un montón de historias atadas por sueños y pesadillas.
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