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Reviviendo la Navidad | Mark Alazraki: “Veo a este sector floreciendo con ganas, creciendo todo el tiempo”

La nueva entrega de Alazraki en Netflix aún da prueba de su capacidad camaleónica que estilísticamente se muestra grácil modo de gestionar la comedia. Aquí, lo que él opina de su quehacer como creador... y un par de consejos para esos narradores con grandes historias que desean dar el salto a la pantalla.

Mark Alazraki es uno de los agentes creadores más importantes del entretenimiento en clave bufa en los últimos 10 años. Desde Nosotros los Nobles (100%) como guionista, pasando por Mentada de Padre (80%) como director, hasta su película más reciente en Netflix, Reviviendo la Navidad (80%), ha dado prueba de un dominio de la forma que tiene como materia prima a la cultura pop. Su capacidad de síntesis –heredada de su trayectoria como publicista– le ha permitido driblar con un estilo cáustico la escena actual.

Con motivo del lanzamiento reciente de Reviviendo la Navidad (80%), un remake encargado por Netflix al director para llevar un éxito brasileño al sector de habla hispana, Mark Alazraki nos ha regalado una entrevista donde aborda su proceso creativo para esta película, además de platicarnos de su visión del entorno del entretenimiento contemporáneo.

T: El streaming ha aportado nuevas libertades y posibilidades para la creación de series y películas. ¿Cuáles son las oportunidades y limitaciones que a tu parecer hoy destacarías?

MA: Los que estamos haciendo cine y televisión estamos muy concentrados en contar buenas historias. De entretener a la gente y que no pasen desapercibidos nuestros proyectos. Lo que el streaming te permite, como bien dices, es una posibilidad de hacer proyectos un poco más ambiciosos y libertades creativas. Hay más compradores y no estás limitado a pocas alternativas, al contrario: estás abierto a un mundo de audiencia mayor que el de las salas de exhibición de películas. El mundo está cambiando y, como creadores, debemos estar al día con lo que pasa en la industria. Es una industria en movimiento que presenta muchísimas oportunidades para una época donde hay tantísima producción todo el tiempo. Creo que es el mejor momento para ser actor, director, escritor, director de fotografía, productor... Hay una ebullición en la creación de contenidos, pero también un florecimiento en su consumo.

T: Formalmente, ¿cómo ha afectado esto a la narrativa contemporánea? ¿Cómo afecta en la toma de decisiones de producción y dirección, por ejemplo?

MA: Buena pregunta. La narrativa contemporánea destaca porque tiene estos elementos de inclusión donde se anula el machismo por el machismo; es decir, existe una conciencia ética y moral de que la narrativa tiene un impacto en el espectador y moldea a la cultura. Ya no puedes meter esos elementos de machismo común en el cine de ficheras, a menos que se evidencie que hay una crítica, una denuncia, una intención de señalar con rigor y severidad esas prácticas nocivas. Un personaje que maltrata a las mujeres o las ve como objetos sexuales desaparecen en este nuevo esquema. Lo que veo, como en La flor más bella (60%), son temas LGTBQ+, cuerpos que no necesariamente son los más esbeltos; hay historias y personajes nuevos, no necesariamente lo que ya conocemos. Es una responsabilidad creativa que deviene a la apertura de las plataformas: una conciencia del papel social y modelador de criterios de los espectadores, por más entretenimiento sencillo que éste sea.

T: Tu carrera ha sido prolija y abarca todos los eslabones de la cadena productiva fílmica. Has sido actor, productor, director, guionista, publicista... vamos, que en buena medida, esto deviene a la tradición familiar que ha prohijado parte de tus acercamientos a estos oficios en todas sus facetas. ¿Cómo ves reflejado en todo esto?

MA: Lo que menos me considero es actor. Lo de Club de Cuervos (78%) es porque a mí me gusta el fútbol y sabía que podía ser un narrador. Me gusta salir en la cámara y juguetear, pero no me considero un actor. Creo que es un arte que no es de ser tomado a la ligera. Es muy difícil. Y si te pones en una situación no cómoda, puede resultar fatal. Está muy bien como narrador de fútbol en Club de cuervos; pero ya me quiero ver actuando de otros papeles más exigentes... seguro terminaría llorando. En donde más foco le he metido son la producción y la escritura. Donde estoy entrando a nuevos territorios es a la dirección. Después de Mentada de Padre (80%), tuve mi oportunidad de hacer Reviviendo la Navidad (80%), y estoy muy contento con el resultado, tanto del guion como de la dirección de la película. Creo que este filme tiene algo muy especial. Una historia enternecedora, tiene magia y corazón.

Para una película navideña debes incluir ciertos elementos indispensables en la historia, por lo cual, para definir que esos elementos no faltaran, utilizamos un modelo probado que nos permitiera crear alrededor de algo existente. El guion se trabajó con Juan Carlos Garzón, Angélica Gudiño y yo, adaptando el concepto de una película brasileña escrita por Paulo Cursino.

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T: Este es un ejemplo de tus aventuras como escritor y guionista, de hecho.

MA: Este guion lo escribí con Angélica y Juan Carlos.

T: ¿Cuáles son tus proyectos favoritos?

Es bonito tener cada proyecto en su debido lugar. Para mí, La Balada de Hugo Sánchez (64%) es un momento donde logro un sueño: escribir, dirigir y cambiar de la carrera de publicista a dedicarme de lleno a la narrativa audiovisual. Mentada de Padre (80%) fue una consecuencia directa de este primer hit. Fue el año donde pude dedicarme al entretenimiento y abandonar el oficio de la publicidad y mercadotecnia. En La balada de Hugo Sánchez conocí a mi asistente de dirección: Marí Delgado. Reviviendo la Navidad fue posible también gracias a ella. Trabajé en Colombia y escribí la serie en Los Ángeles. Creo que por todo eso, sí, La balada de Hugo Sánchez fue un punto de quiebre profesional. Mentada de padre me permitió trabajar con mi compadre Fernando Rovzarr. El reparto fue increíble. Me dejaron lidiar con un guion loquísimo. Lo bello de esta película es que trabajamos una comedia fársica basada en 1940, haciendo un homenaje a Monty Python, Saturday Night Live y otros comediantes absurdistas de la época, y llevamos a más de un millón de personas al cine. ¿Cómo tener un favorito? Si cada uno tiene lo suyo, todos me hacen feliz, en ese sentido. El proceso de cada uno me seduce. Reviviendo a la Navidad no es la excepción.

T: Finalmente, el mismo entorno de la publicidad y la mercadotecnia está afincado en la composición narrativa. ¿Ese entramado te ha permitido dilucidar con mayor facilidad cuáles son los indicadores de éxito para un producto de entretenimiento?

MA: Creo que esto depende de la persona. Hay a quienes les gusta trabajar solos y que se haga lo que ellos dicen. En mi caso, prefiero la colaboración, el peloteo, un consejo de cerebros tan imbuidos en el proyecto, que pueden olvidarse de su ego. Trabajar en equipo siempre me ha resultado más satisfactorio que trabajar solo. De hecho, creo que no sé hacerlo de ese modo. Eso lo aprendí, en efecto, de mi época de publicista. Ves cómo una idea comienza con un catalizador: una palabra. De ahí, las transformaciones que sufre a lo largo del tiempo. Cada creativo embellece la idea. Luego ves la junta de pre-producción, luego los cambios de producción, más tarde lo que se descubre durante la edición y, cuando salía el comercial, atestiguabas de todo el proceso finalizado. Extrapolarlo al cine no fue difícil. Como dijiste antes, es un legado familiar. Crecí en el set detrás de cámaras viendo a mi papá filmar comerciales, a mi hermano filmar películas, yo mismo estaba produciendo comerciales, colaborando con las películas. Cuando sentí que podía saltar a la dirección, contaba con buenos conocimientos, buenas bases para construir. Luego le pedía a todo mi equipo que me ayudaran a concretar los conceptos que yo presentaba. Para mí, en ese sentido, el proceso es muy similar. Lo que creo que logré, en Reviviendo la Navidad (80%), tiene cimientos muy buenos. En el cine se respeta mucho la decisión del director; pero fue importante para mí saber que tenía a tanta gente tan talentosa colaborando para que yo sólo tuviera que tomar una decisión.

T: ¿Nos puedes hablar del proceso creativo específico de Reviviendo la Navidad (80%)?

MA: La película es una historia brasileña original de Netflix. Ellos trajeron a la mesa el proyecto. Aquí el reto es que se trata de una adaptación. Teníamos que descartar las peculiaridades atribuibles a la cultura y la comedia brasileña, pues nada de eso parecido a la mexicana. Nos dispusimos a entender bien el material original. Angélica y Juan Carlos escribieron un primer tratamiento, un acercamiento de cómo abordarlo. Hice mis correcciones y anotaciones, a lo que ellos respondieron con un segundo borrador, donde mandé apuntes yo, Netflix, Perro Azul mandaron sus propios comentarios, y así llegamos al tercer borrador. El cuarto ya fue donde metí mucha más mano mía. Y del cinco en adelante los escribí yo. Comencé a mover cosas, a meterle ideas propias, retomé referencias pop y de la película original, manteniendo la esencia del entramado propuesto por Juan Carlos y Angélica, transformando aquellas cosas que consideraba más prudentes. En realidad filmamos en borrador número 16. Casi semanalmente yo entregaba una nueva revisión del guion.

De hecho, el guion número cinco recuerdo que lo consulté con mi hermano. Él me dio unas ideas buenísimas. Por ejemplo, dividir los tres actos de manera muy, pero muy puntual, que siempre sí se quedó en la película. Luego le enseñé el guion a varias personas. Mi amigo José Rosenberg me propuso una dinámica parecida a la de Al Diablo con el Diablo, donde Elizabeth Hurley pasa por diferentes vestuarios icónicos. Aquí, nuestra hada madrina es una diva madrina –un concepto que inventamos nosotros en la película–, se transforma de un personaje a otro por medio de sus outfits.

Cuando ya tenía el guion, cerca de Semana Santa, me fui a Tepoztlán con Mau para leer unas cuantas ideas, junto con David Friedman, que es un tipazo, y él, en los ensayos, me dio una idea. Ese mismo día me fui a mi cuarto, me puse a escribir y al día siguiente presenté los cambios que me sugirió. Hicimos la película y no cambiábamos mucho. Casi todo era textura. Cuando ya estaba todo en casting, el guion ya no mutó tanto. Filmábamos todos con el entendido de que podíamos improvisar, jugar... ya le entendíamos al personaje. Como director, antes que corregir, pregunto por qué toman ciertas decisiones cuando interpretan a sus personajes. De ese modo me nutro de su opinión, de lo que ellos estaban haciendo. Una vez que los entendía, tal vez podía darles alguna recomendación.

En la filmación también escribí mucho, justo por esta libertad colaborativa. Pero más que nada para registrar la improvisación. Al final, la editamos e invito a unos amigos a ver un corte que le iba a mandar a Netflix. Pero me dicen: “Falta algo para redondear la película. Creemos que le falta una escena, que no sabemos si filmaste o no. Se trata de...” Y me gustó tanto la idea, que fui a Netflix para pedirles que me dieran una escena más para filmarla. Era, además, un excelente cierre del tercer acto... ¡que originalmente no tenía! Ya en edición y todo, llamamos al casting de nuevo. Sólo un día de filmación. Por supuesto, quedó en la película y ya verán de qué les estoy hablando. Básicamente, creo que esto ilustra un proceso concreto de creación desde la idea, la página hasta la entrega final de una película.

T: ¿Cuándo pesa más la decisión del director que el afán colaborativo?

MA: Es total. La verdad es que es un sistema muy jerárquico el de la filmación. Tiene que meterse en todo y eso pesa incluso cuando se aceptan las opiniones de los demás.

T: ¿Cuál es tu valoración de la economía del entretenimiento en nuestros días? ¿Crees que hay espacio para creadores que tienen buenas historias, excelentes ideas pero no cuentan con recursos financieros propios o contactos para acceder fácilmente a las productoras?

MA: Para entrar a la industria es más importante la actitud que la aptitud. Pero veo a este sector floreciendo con ganas, creciendo todo el tiempo. México se transformó en el centro de Latinoamérica para hacer series y películas. Así que si no tienes dinero, tienes que saber escribir. Si tienes un guion chingón y está increíble, tienes el mundo a tus pies. Todas las casas productoras cuentan con lectores de guiones. Esa es la materia prima fundamental, la más codiciada. Si hay un guion en la calle, pueden mandárselo a cualquier casa productora y solicitar la entrega de dichos manuscritos. Te pedirán que les firmes un release. Quienes quieran entrar al mundo del entretenimiento, tienen que acercarse a las fuentes directas. Todas las productoras están abiertas a recibir proyectos. Claro, es natural que se privilegie a gente ya establecida y con jerarquía en la industria, por el curriculum. Pero no se excluye la buena narrativa.

También hay que pensar a quién se le mandará cada idea. Por ejemplo, si tienes una buena película de terror, no me la mandas a mí. Mándaselo a Isaac Ezban. Si tienes un drama, mándaselo a Lemon. Una comedia... bueno, sí mándamela a mí, a ver qué podemos hacer con ello. Cada casa productora tiene su vocación. Hay que saber elegir.

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