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RESEÑA | Los Fabelman: Transformando el dolor y la alegría de crecer en arte

Tocando temas como los sueños, la familia, la pérdida, el antisemitismo, el primer amor y las decepciones, la última película de Steven Spielberg tiene un alcance tan personal como universal que celebra al séptimo arte como un medio para la expresión y un escape cuando sientes que cargas con el peso del mundo sobre tus hombros

¿Recuerdas la primera vez que fuiste al cine? Durante los primeros minutos de Los Fabelman (96%) conocemos a la familia que será protagonista de todo el relato dándole coraje a su pequeño hijo, llamado Sammy, para entrar a la sala de cine en lo que será su primera película en una gran pantalla. Sammy, a pesar de encontrarse un poco inquieto de lo que pueda aguardar en la inmensa oscuridad de la sala, accede sin saber que su vida está a punto de cambiar para siempre. Al igual que a muchos de nosotros nos ocurrió, algo hizo click en la mente de nuestro protagonista después de dejarse envolver por las vibrantes imágenes del choque de un tren, despertando una latente pasión por el séptimo arte y una sed insaciable por crear algo a partir de ese sentimiento. Todo esto sienta las bases para que Steven Spielberg, uno de los grandes cineastas hollywoodenses de todos los tiempos y responsable de títulos indispensables para la cultura popular como Tiburón (98%), E.T., El Extraterrestre (98%), Parque Jurásico (93%), la saga de Indiana Jones y Rescatando al Soldado Ryan (93%), ofrezca un coming of age de ensueño que combina su propia historia con un toque de ficción, pero más allá de eso, un conmovedor relato acerca de los dolores de crecer, los sueños y la familia con el que todos podemos vibrar.

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Escrita y dirigida por Spielberg, Los Fabelman nos sitúa en la era de Arizona posterior a la Segunda Guerra Mundial, donde un niño llamado Sammy Fabelman descubre un secreto familiar devastador y explora cómo el poder de las películas puede ayudarlo a ver la verdad. En el elenco podemos encontrar a Gabriel LaBelle, Michelle Williams, Paul Dano, Seth Rogen, Judd Hirsch, Julia Butters, entre otros.

Sin más preámbulos, nos encontramos ante un trabajo de menor escala en cuanto a efectos especiales y acción en pro de una narrativa íntima, emocional y altamente personal de un director acostumbrado a apostar siempre por lo grande, no obstante, lo que tenemos aquí impacta de igual o mayor forma que sus mejores piezas. Spielberg cambia las explosiones y los protésicos por una herramienta mucho más sutil: la vulnerabilidad, seleccionando algunos de los pasajes más importantes de su infancia/adolescencia y transformándolos secuencia tras secuencia en el rompezabezas de un genio incomprendido que encontró su lugar en el cine. Al mostrarse tan transparente tanto en su narrativa como en la dirección, uno como espectador sale con un entendimiento profundo de quién es la persona fuera del mito.

El primer eje que conduce a Los Fabelman (96%) hacia la línea de meta es el séptimo arte como pasión, arte y sueño. Puede sonar trillado llamar esta película una carta de amor al cine, pero eso es exactamente lo que es de principio a fin. A través de Sammy, Spielberg plasma el cariño incondicional que siente por el cine y toda la artesanía hecha a mano que conlleva hacerlo, mostrándonos en repetidas ocasiones como hasta la producción más modesta puede sobresalir si hay un gran corazón puesto detrás de ella. Después de aquella primera visita al cine, Sammy comienza a realizar sus propios proyectos, y como es el caso de muchos cineastas principiantes, nuestro protagonista busca la forma de poder trasladar sus sueños e ideas a la pantalla sin que los obstáculos presupuestales influyan, utilizando toda clase de trucos que involucran desde piedras, ventiladores “caseros”, sangre falsa y mucha imaginación. Es en estas secuencias donde vemos del detrás de cámaras que el filme se siente en su mejor momento, inspirando al espectador a perseguir sus sueños por medio de las emociones y la diversión en lugar de un discurso aleccionador. Pero en general, a lo largo de los tres actos de la película, somos testigos de múltiples momentos donde se captura el poder que tiene el cine para impactar profundamente en la gente y remover emociones en ellos, aterrizando el mensaje de que no solamente es una forma más de entretenimiento, es un arte y no se le debería considerar menos que eso.

El segundo eje sobre el cual avanza la trama está centrado en la familia y las personas que conocemos en el camino, y cómo estas logran dejar una huella en nosotros para bien o para mal. Tanto en los momentos de alegría y gozo, como en los de tristeza y decepción, Spielberg demuestra tener un ojo agudo para capturar los instantes de una vida con una lente íntima que te hace sentir parte de ese momento. El principal conflicto que mueve a la trama es el matrimonio de los padres de Sammy, interpretados por Paul Dano y Michelle Williams, el cual sufre de una fractura que se va haciendo más grande conforme sus hijos van creciendo. Es en estos momentos donde el cineasta, tanto en la dirección como en personaje ficticio, toma todo su dolor y corazón roto para transmutarlo en poesía audiovisual, con resultados ciertamente hermosos, despertando un sentimiento cálido de que a veces soltar es necesario para crecer. Por otra parte, me parece conmovedor que la cinta se tome el tiempo para tocar el sufrimiento que muchas veces cargan (y ocultan) las figuras paternas y que conforme vamos creciendo, vamos haciéndonos más conscientes de ello, humanizando a estos personajes de una forma similar a lo que hizo Charlotte Wells con su ópera prima Aftersun (96%).

En el apartado de las actuaciones, todos hacen un trabajo espléndido pero en esta ocasión sobresale el reparto juvenil por encima de los veteranos. En particular, Gabriel LaBelle hace un trabajo impresionante sosteniendo toda la película a su corta edad, aterrizando con naturalidad la gama de emociones por las que atraviesa su personaje en distintos periodos de tiempo mientras construye un protagonista convincente con el que el espectador puede sentirse reflejado y empático. Todo esto sin mencionar la destreza que tiene el joven actor para imitar el lenguaje corporal de Spielberg sin que esto se siente como una caricatura. Paul Dano cumple aunque ofrece una interpretación bastante comedida y discreta que no despierta tantas emociones como su contraparte, Michelle Williams, que a pesar de sentirse exagerada en un par de ocasiones, hace un excelente trabajo retratando la espiral decadente que es la depresión, muchas veces con puras expresiones faciales. Las apariciones de Seth Rogen son breves pero el performance del actor no desentona con el resto del elenco y aporta bastante carisma al relato, además sorprende verlo en otra faceta lejos de la comedia por la que es conocido.

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En cuanto a la escritura tenemos un guion inteligente que sabe exactamente lo que quiere contar y hacia donde quiere llegar, tocando todos los tópicos que busca con profundidad gracias a que se toma su tiempo con cada uno de los temas. Al final del día esto es un coming of age bastante tradicional y no puede evitar caer en algunos de los tropos clásicos del género, pero incluso para replicar una fórmula hay que tener un sentido de gracia para hacerlo y la narrativa tiene tanta alma que incluso cuando navega en lugares comunes goza de un brillo particular que los hace sentir frescos. Otro de los aciertos de la película es no querer abarcar toda la vida Spielberg, solamente su etapa formativa, evitando los saltos bruscos de un período de tiempo a otro para poder condensar todo en dos horas que muy probablemente se sentirían saturadas e incluso superficiales.

El único detalle de Los Fabelman reside en su duración, y es que esas dos horas y media de metraje no se sienten del todo justificadas. Hay varios segmentos que a mi parecer cortan con el ritmo de la película y no aportan mucho a la evolución de estos personajes, sobre todo en el tercer acto. Por otro lado, creo que hay algunas cuestiones que se abordan solamente por la superficie y que de haber sido tocadas con mayor profundidad hubieran enriquecido el relato, como por ejemplo el proceso creativo de Sammy o su búsqueda de oportunidades en la industria. Al final, estos terminan siendo meros detalles que no afectan un resultado final redondo y completo.

Finalmente, Steven Spielberg ha creado con Los Fabelman (96%) un poderoso viaje a la memoria que se siente tanto un sincero y sensible coming of age, como un drama familiar que mueve fibras sensibles. Tocando temas como los sueños, la familia, la pérdida, el antisemitismo, el primer amor y las decepciones, la nueva película de este gran cineasta tiene un alcance tan personal como universal que celebra al séptimo arte como un medio para la expresión y un escape cuando sientes que cargas con el peso del mundo sobre tus hombros.

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