Sundance 2023 | RESEÑA | Cassandro: gay “de pluma”, héroe del cuadrilátero

Una celebración de la feminidad y la autenticidad, Cassandro, filme que tuvo su premiere en Sundance 2023, es una fábula conmovedora sobre la afirmación de las identidades de la disidencia sexual y de género. Aunque no gana todos los rounds, el filme de Roger Ross Williams monta un espectáculo digno de la pantomima y catarsis que han vuelto a la propia lucha libre un fenómeno cultural y uno que homenajea la historia de su icónico personaje principal.

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Ambientada a finales del siglo pasado y basada en la vida del atleta titular, Cassandro es la historia de Saúl (Gael García Bernal), un luchador que, tras ver su carrera estancada, decide adoptar la identidad de un exótico, un personaje del ring muy amanerado, maquillado y que no teme volver de su femenina personalidad la llave principal con la que pone a sus contrincantes contra la lona. Pero su excéntrico alter ego lo condenará al ostracismo social de una época que lo entiende como un fenómeno.

Cuidando la cercanía con el protagonista, Ross Williams elabora un perfil cincelado de Saúl y de las motivaciones que lo llevaron a darle pelea a los prejuicios homofóbicos y misóginos de su momento y de un deporte casi totalmente controlado por el más férreo machismo. Lo más subversivo de este relato, en cuanto a otros de temas similares, es su abrazo a la feminidad como un símbolo de valentía y liberación para los hombres homosexuales.

Combatiendo precisamente la frustrante costumbre del cine y la televisión de retratar a personajes gays masculinos como un ideal, o peor todavía, la tendencia a usar personajes afeminados “emplumados” como fuente de comedia, Cassandro resignifica la auténtica expresión más femenina de su personaje como una virtud y más todavía como la armadura que lo protege de los incontables términos peyorativos que se le arrojan desde las butacas en cada encuentro.

Muy consciente de está intención, el filme desarrolla al protagonista en oposición a la vida dentro del clóset de El comandante (Raúl Castillo), otro luchador casado con el que mantiene una relación secreta por años. Una vez que el primero asume su nuevo alter ego, el maquillaje, los brillantes trajes y los sugerentes movimientos de pelea se convierten en el sello que lo vuelve memorable al público, y por lo tanto, un luchador triunfador pese a la regla no escrita de que los exóticos nunca ganan.

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Tristemente, esta moraleja bien intencionada, y hasta cierto punto efectiva, que busca alentar al público LGBTQ+ a perseguir sus sueños pese a los prejuicios que se blanden en su contra no puede evitar verse corroída por la decisión más importante del reparto. No es que Gael García Bernal no tenga la habilidad de sacar a flote esa pícara feminidad que hace de Saúl un éxito en el cuadrilátero, sino que este papel es otra oportunidad de trabajo arrebatada a los actores queer, quienes pierden otra batalla ante los estigmas que, tales como los que el personaje principal enfrenta y derrota en la película, acabaron por ganar este round detrás de cámaras.

Si Cassandro pretende ser un festejo del talento, la autenticidad y la resiliencia de las personas de la diversidad sexual y de género ante quienes dudan de su potencial, haber apostado por un actor heterosexual, que además previamente ya había tenido la oportunidad de interpretar a una mujer trans, entonces la película es una fiesta a la que el invitado principal no llegó porque no lo dejaron entrar por la puerta.

Dejando detrás de cuadro lo que ocurre allí, la mayor virtud de Cassandro (97%) es erigir una estatua al héroe más insospechado para el machismo: un homosexual “de pluma” al que no le da miedo salir maquillado y en botas a robar reflectores. El filme llegará a Prime Video próximamente.

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