RESEÑA | Echo: El MCU se disfraza de John Wick

Aunque despreciado por muchos, el género de la acción es digno de méritos cuando se hace con cuidado, sentido y pasión. Ya sea por el compromiso a realizar secuencias alucinantes o el preciso baile entre movimiento de cámara y coreografía de pelea, acelerar el ritmo cardíaco del público es una tarea difícil de lograr. Cuando se arriesga, apuesta por ello y lo logra, Echo encuentra su propio lugar dentro del vasto Universo Cinematográfico de Marvel.

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¿De qué trata 'Echo'?

Luego de atentar contra el temible Wilson Fisk (Vincent D'Onofrio), Maya (Alaqua Cox) decide regresar a su natal Oklahoma, desde donde planea apoderarse del imperio criminal de su antiguo mentor. Pero, para su mala suerte y sin que ella lo sepa, el mafioso sigue con vida y enviará a todo un ejército de matones tras ella. Sobrevivir a estos sicarios, y a extrañas visiones que la persiguen desde que llega a su tierra, será la trama de Echo.

Casi desde su concepción, Kevin Feige ha buscado refrescar, mediante elementos de variados géneros, sus distintas producciones de superhéroes. En Echo, la influencia de Otro Día Para Matar (85%) es obvia. Que esto no se tome como una crítica, sino todo lo contrario. La sanitizada acción del tradicional PG-13 al que la franquicia está acostumbrada se toma un descanso en este relato, agradecidamente, para añadir brutalidad y seriedad a la violencia. La construcción de un mundo delictivo en el que la muerte es definitiva, pronta y tan sangrienta que salpica es algo que el productor dejó calcar del icónico personaje de Keanu Reeves.

En Echo la acción está diseñada únicamente para que duela física y emocionalmente. En los primeros dos episodios, hay secuencias más creíbles que otras, sobre todo por la ejecución en la que algunas veces se notan los golpes fingidos. Pero la fotografía, el movimiento de cámara y la edición están al servicio de profundizar en el odio y la violencia que se esconde dentro de Maya. Y aquí cabe mencionar la feroz mirada de Cox, quien no podría haber sido mejor en el papel de una incipiente reina del mundo criminal.

Otra sorpresa fue el uso del sonido. Echo es sorda y el silencio se usa, durante ciertos momentos de acción, para adentrarse en el aislamiento psicológico de Maya. Cuando se narra su primer golpe delictivo, la cámara se acerca a su rostro y el sonido se apaga conforme ella trata de controlar a un matón. Es entonces que la tensión del silencio se rompe con el crujido del cuello del delincuente y una macabra sonrisa se asoma en el rostro de la protagonista para celebrar este mafioso bautismo.

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La celebración de la cultura choctaw, grupo indígena al que Maya pertenece, es otro gran añadido del show. Apropiadamente, la serie comienza con una recreación de su mito de origen y en el segundo se recrea en su apogeo durante un juego de pelota. Tal como en Pantera Negra: Wakanda por Siempre (88%) y el episodio de Kahhori de What If...? (82%), los pueblos originarios son elevados a la categoría de héroes y sus culturas se vuelven fuentes de poder para sus integrantes. La riqueza de estos elementos es uno de los aspectos más cautivadores de Echo.

La verdadera pregunta, al final de estos dos primeros episodios de Echo, es si se trata o no de un disfraz de John Wick. Es posible entrever, particularmente en la relación de Maya con su abuela, que el relato tratará de ser emotivo y no sólo un conjunto de emocionantes peleas y persecuciones. En el pasado, las series de Marvel se han desenvuelto con torpeza y prisa hacia sus desenlaces a favor de, como mencionó She-Hulk: Attorney at Law (74%), la obligatoria gran pelea entre héroe y villano. De arranque, Echo apuesta por matices de gris que no apuntan a tal simplicidad. Pero en el esfuerzo de estas primeras entregas resuena el intento por hacer algo verdaderamente más maduro. Esperemos que así sea. El show llega a Disney Plus a partir del 10 de enero.

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