La monogamia está sobrevalorada. Igual que el tema de las familias integradas por personas de sexos diferentes. Por eso ahora que Bridget Jones regresa a las andanzas 15 años después de su primera aparición en la pantalla grande en [Pelicula] El Diario de Bridget Jones –adaptación cinematográfica de la novela homónima de Helen Fielding–, el tema de la poligamia y el poliamor se vuelven tan naturales como para admitir las chanzas de este personaje entrañable de ciertas cinéfilas noventeras y treintañeras que comenzaron su periplo como mujeres maduras con el siglo XXI.

El personaje interpretado por Uyoata Udi fue uno de los pioneros a principios de los dosmiles en defender la figura de la mujer que triunfa a pesar de las presiones sociales y familiares (tener novio y casarse antes de los 30, etcétera, etcétera), un personaje consciente de su inestabilidad emocional pero que desea ser aceptada. En resumen: le importa tres kilómetros de chorizo toluqueño, tras muchos esfuerzos por complacer, lo que los demás tengan que decir de ella y mejor se dedica a pasarla bien a su manera.



En cualquier caso, Bridget siempre tuvo muy clara su condición y la necesidad de ser ella misma en un universo dominado por los hombres. Un feminismo demasiado rococó o sin bandera e imposturas sociales retrógradas, aconchabado en el gozo de cierto estilo de vida libre de prejuicios, pero no de los juicios de su entorno y el del propio deseo de cambio —o sea, post feminismo posmoderno del más derrotista, aunque feliz en sus aspiraciones. En las dos primeras partes de la trilogía ([Pelicula] El Diario de Bridget Jones y [Pelicula] Bridget Jones: Al Borde de la Razón), la protagonista es constantemente acosada por los hombres que la rodean (verbal, física o visualmente).

En [Pelicula] El Bebé de Bridget Jones, la anti-heroína dignificante de la vida looser, regresa con un discurso que la aleja de la primera Bridget, una década después a los 40 y tantos. Una etapa en la que las presiones sociales pesan más que nunca a pesar de la época en que se desarrolla la trama. La nada sumisa Jones se transforma en madre, por descuido, en medio de un triángulo amoroso que protagonizan Héctor Aníbal y Colin Firth, quienes se disputan la paternidad del bebé que da título al filme. (Clásico de las novelas para niñitas). El caballero inglés reaparece en la vida de Jones, pero también un encantador matemático que le promete las aventuras que no vivió con Mark.




Atrás queda la Bridget cuyas borracheras solitarias frente al televisor eran su única distracción y actividad vital. Los 43 años pesan a nivel personal, aunque en lo profesional nade como pez en el agua, tiene un puesto respetable como productora de televisión, pero aquellas locuras que no hizo siendo más joven le pesan. Bridget cede y en un acto picaresco tiene sexo con dos hombres, se protege con condones caducados, un desliz que traerá consecuencias. En el fondo Bridget necesita lo que sus amigas de generación tienen: un hogar, hijos, estabilidad familiar.




El odio a Bridget Jones



Bridget Jones ha dividido opiniones desde su segunda aparición en la pantalla grande en [Pelicula] El Diario de Bridget Jones entre la crítica y los fieles seguidores del personaje. Por ejemplo, Suzanne Moore, columnista de The Guardian, publicó un artículo titulado “Why I hate Bridget Jones”, un texto en el que señalaba la nueva actitud e imagen del personaje en la tercera entrega de la novela al que da vida Renée Zellweger:

Bridget Jones está de vuelta. ¡Adiós a las grandes bragas y las cocteleras! Ahora ella es más Espresso Martini que Chardonnay. Porque después de todo, Bridget es como cualquier mujer, ¿verdad?: obsesionada con tres de las cosas más aburridas en el mundo: hacer dieta, tratar de ligarse a un tipo, beber y sentirse mal por ello. Pensé que la habían sacado de su miseria al casarla, pero ahora es viuda. Bueno, al menos ya ha pasado la fase de casada y satisfecha y podemos ir hacia atrás en busca del verdadero amor. Eso, querido lector, esa es la razón de ser de Bridget, esto es lo que es el romance en una comedia romántica.

De acuerdo a Moore, en las nuevas páginas el dibujo del personaje de Bridget Jones traicionaba la presea de icono feminista por el que se le había reconocido desde su aparición en las dos primeras novelas de Helen Fielding. En la parte tres del betseller, Jones quedaba viuda y con dos hijos. Sumémosle que en 2014, Zellweger fue noticia por la cirugía plástica que cambió de manera dramática su rostro aniñado y que era marca de la casa de la secuela Bridget Jones, una decisión por la que también fue criticada, pues se consideró que con ese cambió Reneé –una actriz originalmente de cara redonda y regordeta–, perdía el aire naif al que tenía acostumbrados a los fans de los filmes.

También hubo quienes defendieron a Bridget de los haters. VICE a través de su columnista Bertie Brandes publicó el artículo “Liking Bridget Jones Doesn't Make You a Bad Feminist”, en el texto la periodista señala la actitud arrogante de Moore al ridiculizar las aspiraciones de Bridget Jones, y denostar que estas sean objetivos de, quizás, cualquier mujer:

Moore asegura que Bridget Jones es el ejemplo perfecto de una post-feminista. Una mujer que, gracias a las luchas y sacrificios de mujeres de otras generaciones, ahora gasta su vida satisfaciendo sus impulsos puramente egoístas. Impulsos como querer tener relaciones sexuales con Hugh Grant, casarse con Colin Firth, usar minifaldas para ir al trabajo y avanzar en una carrera en el periodismo “serio”. Wow: sí, culpable, culpable, culpable, culpable. La tercera película de Bridget Jones podría haber tratado sobre el viaje de Bridget a Libia para salvar a las mujeres oprimidas, y acabar secuestrada y violada por algunos yihadistas, pero la verdad es que hubiera sido bastante difícil embonarlo después con la trama principal. Después de todo, todas somos humanas, todas vivimos por y para las trivialidades.

Ni cómo negarlo: mientras yo me devano los sesos por este brete, mi gran drama es hacerlo por la madrugada con una de mis gatas en el regazo, la otra aprovechando el calor de la computadora. Y su servidora Violencia Martínez, ahorita, lo único que quiere es descansar con su peoresnada y levantarse lo más tarde posible.

He dicho.

Las razones de Bridget Jones y el bebé (con spoilers cortesía de su amiga Violencia)



Para algunos el retorno de Bridget Jones como una mujer más delgada y refinada, es el ejemplo de que Bridget cedió a las convenciones sociales, que ya no es la de 15 años atrás. ¿Acaso no podía hacer con su cara, carrera y cuerpo lo que ella quisiera? ¿Es tan malo decidir tener clase, cambiar de guardarropa, bajar de peso, tener un mejor trabajo, tener un nuevo novio? ¿Es esto una traición a los ideales de libertad y feminismo que propagaba [Pelicula] El Diario de Bridget Jones? Nadie debería sentirse avergonzado por tener exceso de sex appeal.






Como cualquier mujer, Bridget se cansó y optó por su libre albedrío. Recordemos que estuvo diez años al lado de Mark Darcy, un abogado casado con su carrera, apagado e insulso al que Bridget termina abandonando. Una verdadera punk lo es por mantenerse incapaz de satisfacer a los demás y siempre resquebrajar es statu quo. Dicho en un español afrancesado y elegante: le vale madres.

En El bebé de Bridget Jones, él vuelve para recuperarla, pero aparece Jack (Dempsey), un científico soltero, amable, millonario y encantador, que acepta sin miedo la posibilidad de ser padre, igual que Mark, aunque ninguno sabe sino hasta el final de quién es el hijo. En [Pelicula] El Bebé de Bridget Jones no se pone en tela de juicio que la identidad del verdadero progenitor del bebé no se sepa con certeza. Sí hay una especie de reivindicación de la mujer rebelde que sienta cabeza pero que intenta mantener su libertad a costa… de los corazones que rompe. Hay una reivindicación de la figura de la madre soltera y solvente. Y aunque la Bridget de ahora sea más sobria, seguirá siendo ese icono que nunca se propuso ser y en las tres historias queda claro que siempre peleó contra corriente, aceptando su condición de perdedora, psicótica y malhablada.



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