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El pasado 13 de febrero falleció a los 93 años el director japonés Seitaro Suzuki, mejor conocido como [Director] Seijun Suzuki; si el nombre no les dice nada quizá sea momento de conocer al hombre detrás de cintas de gran influencia en otros realizadores. Es probable que varias de sus películas favoritas no existirían de no ser por la obra de Suzuki. Lileana Blain-Cruz, John Patrick Amedori, [Director] Nicolas Winding Refn y Zoë Green recibieron gran influencia del director japonés en diferentes dosis. Simplemente, el cine de acción estilizado y “cool” de la actualidad no sería lo mismo sin el legado de un director que rompió las reglas y siempre obedeció a sus instintos.
Luego de un sombrío paso como soldado durante la Segunda Guerra Mundial, Suzuki entró a trabajar como asistente de director al estudio Nikkatsu, el más antiguo de Japón. Suzuki se describía a sí mismo como un “borracho melancólico” y nunca vio su labor en el cine como la de un artista, sino como la de un obrero que hacía cine para entretener a la gente, sin más pretensiones. Suzuki era lo opuesto a sus compañeros de profesión, a quienes describía como arrogantes con ínfulas de grandeza.
Suzuki no tardó en empezar a realizar sus propias cintas bajo el sistema de ensamble de Nikkatsu, que implicaba el estreno de dos cintas nuevas cada fin de semana en promedio, lo cual significaba un ritmo de filmación frenético. Suzuki se especializó en cintas de yakuzas, gángsters y demás derivados. El estilo Nikkatsu noir y el llamado “borderless action” combinaba libremente influencias del cine noir de Estados Unidos y Francia, aderezado con bandas sonoras de jazz y los escenarios de la vida nocturna del Japón de los 60.
Suzuki se aburría con rapidez de los guiones que le enviaban: historias de yakuzas traicionándose y apuñalándose con desenfado. Para evitar cansarse, así como enfadar a la audiencia con libretos tan parcos, Suzuki decidió empezar a jugar con la paleta de colores de sus cintas y con toda la composición visual. El diseñador de producción Takeo Kimura se volvió un colaborador fundamental y en el lienzo de su cámara trazó delirantes escenarios de tonos pastel y rojos intensos.
El segundo colaborador clave para Suzuki es Jo Shishido, estrella de la Nikkatsu, quien se caracterizaba por sus prominentes mejillas, las cuales había alterado con una cirugía estética. Su apariencia de “hámster” lo distinguía de otros actores y junto a Suzuki filmó varios largometrajes memorables. Para el director, trabajar en el cine “B” no era un obstáculo, todo lo contrario: presentaba un desafío interesante y con objetivos diferentes a los de otros realizadores. Suzuki no apuntaba hacia los festivales de cine y sus pomposos críticos, sino a captar el interés del público que cada fin de semana acudía a los recintos cinematográficos en busca de emociones.
[Pelicula] Tokyo Drifter es un punto clave en la carrera de Suzuki, una estrambótica odisea de un yakuza recién salido de prisión que no puede escapar a su vida criminal. El protagonista, Tetsuya Watari, va de un colorido escenario a otro mientras silba el mítico tema principal. Damien Chazelle no dudó en señalar a ésta como una influencia en [Pelicula] La La Land: Una Historia de Amor, al describirla como un “musical de acción” donde son las balas las que marcan el ritmo a los personajes.
Nikkatsu llamó la atención a Suzuki en repetidas ocasiones porque su estilo era demasiado extravagante para lo que ellos pedían. Sin embargo, Suzuki dobló sus esfuerzos creativos y el resultado fue [Pelicula] Branded to Kill, una de las películas más delirantes de ayer, hoy y siempre. La historia de un asesino a sueldo obsesionado con el olor del arroz hervido le costó a Suzuki su trabajo en el estudio. Bajo el argumento de que hacía películas “confusas y que no hacen dinero” el presidente de Nikkatsu cesó al director, quien respondió con una demanda, hecho inédito en aquel entonces.
Suzuki salió avante en su demanda, pero le costó ser vetado de todos los estudios de cine de Japón durante 10 años. Eventualmente, el realizador volvió a su lugar detrás de cámaras con esfuerzos tan notables como su trilogía “Taisho” y Pistol Opera, una suerte de remake y secuela espiritual de Branded to Kill. El tiempo daría la razón a Suzuki, su cine fue descubierto por Occidente y se le otorgó el reconocimiento como un artista que, pese a rehuir a dicha etiqueta, redefinió la forma de contar historias de acción y criminales. Branded to Kill se convirtió en objeto de culto y una gran influencia para [Pelicula] Ghost Dog: El camino del Samurái de Jim Jarmush. A pesar de su partida, su cine continua vivo y seguirá como punto de referencia para cineastas de todo el mundo.
Lee también: Yukio Mishima y su relación con el cine
Luego de un sombrío paso como soldado durante la Segunda Guerra Mundial, Suzuki entró a trabajar como asistente de director al estudio Nikkatsu, el más antiguo de Japón. Suzuki se describía a sí mismo como un “borracho melancólico” y nunca vio su labor en el cine como la de un artista, sino como la de un obrero que hacía cine para entretener a la gente, sin más pretensiones. Suzuki era lo opuesto a sus compañeros de profesión, a quienes describía como arrogantes con ínfulas de grandeza.
Suzuki no tardó en empezar a realizar sus propias cintas bajo el sistema de ensamble de Nikkatsu, que implicaba el estreno de dos cintas nuevas cada fin de semana en promedio, lo cual significaba un ritmo de filmación frenético. Suzuki se especializó en cintas de yakuzas, gángsters y demás derivados. El estilo Nikkatsu noir y el llamado “borderless action” combinaba libremente influencias del cine noir de Estados Unidos y Francia, aderezado con bandas sonoras de jazz y los escenarios de la vida nocturna del Japón de los 60.
Suzuki se aburría con rapidez de los guiones que le enviaban: historias de yakuzas traicionándose y apuñalándose con desenfado. Para evitar cansarse, así como enfadar a la audiencia con libretos tan parcos, Suzuki decidió empezar a jugar con la paleta de colores de sus cintas y con toda la composición visual. El diseñador de producción Takeo Kimura se volvió un colaborador fundamental y en el lienzo de su cámara trazó delirantes escenarios de tonos pastel y rojos intensos.
El segundo colaborador clave para Suzuki es Jo Shishido, estrella de la Nikkatsu, quien se caracterizaba por sus prominentes mejillas, las cuales había alterado con una cirugía estética. Su apariencia de “hámster” lo distinguía de otros actores y junto a Suzuki filmó varios largometrajes memorables. Para el director, trabajar en el cine “B” no era un obstáculo, todo lo contrario: presentaba un desafío interesante y con objetivos diferentes a los de otros realizadores. Suzuki no apuntaba hacia los festivales de cine y sus pomposos críticos, sino a captar el interés del público que cada fin de semana acudía a los recintos cinematográficos en busca de emociones.
[Pelicula] Tokyo Drifter es un punto clave en la carrera de Suzuki, una estrambótica odisea de un yakuza recién salido de prisión que no puede escapar a su vida criminal. El protagonista, Tetsuya Watari, va de un colorido escenario a otro mientras silba el mítico tema principal. Damien Chazelle no dudó en señalar a ésta como una influencia en [Pelicula] La La Land: Una Historia de Amor, al describirla como un “musical de acción” donde son las balas las que marcan el ritmo a los personajes.
Nikkatsu llamó la atención a Suzuki en repetidas ocasiones porque su estilo era demasiado extravagante para lo que ellos pedían. Sin embargo, Suzuki dobló sus esfuerzos creativos y el resultado fue [Pelicula] Branded to Kill, una de las películas más delirantes de ayer, hoy y siempre. La historia de un asesino a sueldo obsesionado con el olor del arroz hervido le costó a Suzuki su trabajo en el estudio. Bajo el argumento de que hacía películas “confusas y que no hacen dinero” el presidente de Nikkatsu cesó al director, quien respondió con una demanda, hecho inédito en aquel entonces.
Suzuki salió avante en su demanda, pero le costó ser vetado de todos los estudios de cine de Japón durante 10 años. Eventualmente, el realizador volvió a su lugar detrás de cámaras con esfuerzos tan notables como su trilogía “Taisho” y Pistol Opera, una suerte de remake y secuela espiritual de Branded to Kill. El tiempo daría la razón a Suzuki, su cine fue descubierto por Occidente y se le otorgó el reconocimiento como un artista que, pese a rehuir a dicha etiqueta, redefinió la forma de contar historias de acción y criminales. Branded to Kill se convirtió en objeto de culto y una gran influencia para [Pelicula] Ghost Dog: El camino del Samurái de Jim Jarmush. A pesar de su partida, su cine continua vivo y seguirá como punto de referencia para cineastas de todo el mundo.
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