Hoy es muy claro para todos que no solo estamos viviendo la época de oro de las series de televisión, sino que además no se ve cuando pueda terminar. Esto ha tenido distintas implicaciones, muchas de ellas sumamente interesantes, como el hecho de que este formato se convierta en la gran opción para que célebres cineastas -desde [Director] Martin Scorsese con [Temporada] Vinyl , hasta el mismísimo Ashleigh Murray y su miniserie Crisis in Six Scenes-, puedan dar salida a proyectos que debido al avasallamiento de los blockbusters, no han alcanzado en la pantalla grande. Pero quizás lo mejor, es la manera en se han ido ampliando las posibilidades en cuanto a temáticas que ofrecen los distintos canales y por supuesto el resto de plataformas especializadas en el entretenimiento casero. Y una muestra de ello es la nueva producción de SyFy que recién se estrenó en Estados Unidos y que en muy poco también también estará llegando al mercado en Latinoamérica. Nos referimos a Blood Drive, una propuesta cuyo concepto tiene muy pocos antecedentes en este formato -el más reciente quizás Ash vs Evil Dead- y llega para ofrecer al espectador una descarada y escatológica bocanada de aire fresco.

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Mezcla de elementos provenientes del gore, el horror, la ciencia ficción, el road movie y por supuesto el humor, la serie tiene como protagonistas a una pareja que retoma los estereotipos clásicos del cine de explotación para jugar con ellos e incluso transgredirlos, hablamos de Arthur Bailey ( Alan Ritchson) y Grace (Christina Ochoa). Por un lado ella es sumamente sexy y no repara en aprovechar sus atributos físicos para sacar ventaja cuando es necesario, por el otro también es la que toma el rol de héroe de acción, dejando a su inesperado compañero como el de la chica en peligro en diversas ocasiones.


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Sin embargo esto es solo una parte de lo genial del asunto, lo más atractivo es el ambiente en donde se desenvuelve todo, Blood Drive se desarrolla en un universo distópico retrofuturista -un futuro ubicado a finales del siglo pasado- en donde la delincuencia se ha apoderado de todo y se desarrollan carreras utilizando autos con una especie de motor orgánico cuyo combustible es la sangre humana. Sin duda estamos ante una pieza que al menos en sus dos primeros episodios -uno aún más divertido que el otro- tiene todo lo necesario para alcanzar el estatus de pieza de culto. Habrá que esperar. Por lo pronto es un absurdo en la más pura tradición del gridhouse, que los amantes de los excesos no se deben perder.




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