En 1982 se estrenó en cines del Reino Unido [Pelicula] Pink Floyd The Wall, un ambicioso proyecto que combinaba extravagantes secuencias de animación y escenas live-action para dar vida al álbum del mismo nombre del grupo de rock Pink Floyd. La cinta, dirigida por [Director] Alan Parker y el caricaturista Gerald Scarfe, se convirtió en objeto de culto tanto para los fans de la agrupación como para los asiduos al cine alternativo, pese a que la producción fue un tanto accidentada.

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[Escritor] Roger Waters , miembro de la banda, escribió el libreto de la cinta inspirado en sus experiencias recientes y su soledad como músico famoso, algo que se refleja en el personaje principal. Parker, Scarfe y Waters tuvieron una conflictiva relación laboral durante todo el rodaje, con acaloradas discusiones todos los días. Como en otros casos de creación artística, el caos dio interesantes resultados y la cinta fue bien recibida por la crítica desde su debut en Cannes.

La cinta concreta los excesos y el glamour del concepto de la ópera rock, algo con lo que otras bandas ya habían experimentado. The Who había colaborado previamente con el director [Director] Ken Russell para realizar una cinta basada en el disco Tommy. Pink Floyd continuaba con The Wall este tipo de tradición de realizar álbumes conceptuales. Esto sería uno de los catalizadores para el movimiento punk, que deseaban romper con lo que se consideraba pretensión y pedantería de las bandas de rock.



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La mayor parte de la crítica alabó lo conseguido por Waters, Parker y Gerald en su largometraje y la forma en la que combinaron un estilo visual surreal con mensajes de crítica social. Entre los que gustaron de la cinta se encontraba Roger Ebert, quien para el Chicago Sun Times dijo lo siguiente:

Filmar The Wall fue una experiencia miserable para los 3 artistas involucrados, ¿quien querría ver algo así? La realidad es que crear una historia como ésta no podía ser algo alegre. Waters claramente se dedicó a hurgar en los rincones más oscuros de su subconsciente y lo que encontró ahí no fue agradable.

Derek Malcolm para The Guardian:

La sinestesia entre los artistas aquí convocados da como resultado una cinta visual y visceralmente envolvente en todos los sentidos posibles.

Widgett Walls para NeedCoffee:

Un trabajo que retrata la soledad y la locura a la que puede llevar a quienes caen en sus garras.

Rob Thomas para Capital Times:

Visualmente impactante y perturbadora, una de esas cintas que forman la experiencia de las funciones de medianoche.

Austin Kennedy para Sin Magazine:

Una gran opera de rock que se rehúsa a seguir fórmulas establecidas y en cambio deja que la audiencia participe y conecte en su mente las imágenes que ve.

Karina Montgomery para Cinerina:

No ha envejecido bien y definitivamente es un culto al ego de Waters, pero no se puede negar su relevancia artística.

Uno de los pocos disidentes es Gary Arnold para The Washington Post:

Lejos de ser un representante de las ansiedades de una generación, el protagonista es más bien un triste y miserable perdedor por quien uno no puede sentir algo de lástima.

Otro que no fue fan es Ken Hanke para Mountrain Xpress:

Definitivamente, una de las peores películas realizadas por Alan Parker.

Robert Roten para Laramie Movie Scope:

Una experiencia visual magnética pero a la vez repulsiva y miserable, tanto como su protagonista.

Gerry Shamray para Your Movies:

La plástica de la cinta es sin duda llamativa, pero la narrativa se siente en extremo forzada.



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