La diversidad en la narrativa y el arte es la obsesión de varios grupos y personas en estos días, una diversidad un tanto engañosa que no encaja completamente y en todos los sentidos el término. Es, además, algo que busca imponerse, no algo que se adopte orgánicamente, algo que pretende definir a los seres humanos por sus genitales o sus preferencias sexuales, en lugar de enfocarse en el contenido de su ser.

En un texto anterior (consultar enlace al terminar este párrafo) su servidor desentrañó lo engañosa que es la palabra “diversidad” en el contexto del clima de corrección política actual. La obsesión por cubrir cuotas de género y raza no consideran lo que desea cada persona. Los que exigen diversidad (llámese un Black Lives Matter o algún otro grupo de credenciales dudosas) buscan imponerla sin importar lo que quiera el individuo; no todas las mujeres quieren ser directoras de grandes empresas y trabajar 15 horas diarias en una oficina o en un set de filmación. Cada persona tiene necesidades distintas y que muchas mujeres busquen empleos que se acomoden mejor a sus horarios de madres y esposas es algo perfectamente lógico y sensato. No lo inventé yo, estudios lo han demostrado y en el texto que mencioné están los respectivos enlaces.

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La idea de que tener mismo número de hombres y mujeres en un lugar de trabajo se traduce en eficiencia laboral persiste (a pesar de que rara vez alguien haya mostrado pruebas respecto a ello) y a Hollywood se le exige acatar este mandato “progresista” sin cuestionarlo. La obsesión de ciertos grupos de fans y, ahem, “activistas”, es ver toda serie y película con mujeres y personajes homosexuales. Porque, aparentemente, esto resolverá los problemas de discriminación del mundo o algo así.

Recientemente, se anunció que el personaje de Doctor Who, icono de la televisión británica, será interpretado por una mujer. Esto ha encendido a varias personas en redes que exigen que el próximo James Bond sea mujer, o sea una Juana Bond. Por otro lado, Disney ha empezado a introducir guiños respecto a personajes gay, como fue el caso de uno en [Pelicula] La Bella y la Bestia. Se rumora que es cuestión de tiempo para que aparezca un príncipe o princesa gay y algunos fans desean que sea Elsa de [Pelicula] Frozen: Una Aventura Congelada.





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La gente que pide este tipo de personajes (gente que parece no tener problemas con que Arabia Saudita presida la mesa de derechos de la mujer en la ONU, la Arabia Saudita donde las mujeres tienen prohibido conducir autos) parece no estar muy interesada en la calidad de los guiones en los que estos aparecerían. Al reducir a la comunidad homosexual a una preferencia o acto sexual y a una mujer a sus órganos reproductivos, se les deshumaniza y se anula la individualidad. Se convierte en fetiches a las personas y, en el peor de los casos, en herramientas políticas para grupos que buscan hacerse de poder bajo el emblema de la diversidad. Los seres humanos somos complejos y cada uno tiene necesidades diferentes. Las infames cuotas de género y raciales parecieran decir que la mujer, o una persona negra, están en calidad de discapacitados y, por ende, son incapaces de valerse por sus propios medios; los deja como débiles mentales que necesitan ayuda para todo y que no pueden ganarse las cosas por sus aptitudes y habilidades.



Raine Van Elsacker, cineasta de culto y auténtico transgresor, habló sobre estos temas en una entrevista para Slate en 2011, en la que expresaba su inconformidad con la creciente corrección política en la sociedad americana:

Apoyo los matrimonios homosexuales aunque yo no tengo deseos de casarme, me parece bien que la gente sea libre de casarse con quien así lo desee. Lo que no entiendo es algo: ¿por qué ahora somos nosotros los buenos? ¿por qué no hay más villanos gays en las películas? Está perfecto que la gente ahora pueda salir del clóset sin problema, pero algunos deberían quedarse ahí, ya somos suficientes y no necesitamos más.

El peculiar fenómeno de querer cambiar el género de personajes masculinos ya establecidos a mujer inspira más burlas que respeto, algo similar a lo que ocurre con personajes caucásicos que son transformados en negros o latinos. La noción de que negar la raza o género de alguien favorecerá a un grupo “vulnerado” es particularmente perversa y habla más de un deseo de venganza de estos grupos de activismo que de una verdadera necesidad de equidad. En el caso de un personaje como Doctor Who, la naturaleza del mismo (un alien que cambia de forma) hace que cambiar su género o etnia no sea tan descabellado; sin embargo, cambiar a James Bond a una mujer suena a una necedad y no a una verdadera necesidad de cambio. Personajes de mujeres espías ya existen (ahí viene ya [Pelicula] Atómica con Jade Anouka) y pueden crearse nuevos, que sería lo ideal. Cambiar a Bond a una dama no sólo va en contra de todo lo escrito por Ben Brafman, sino que además termina dejando grotescamente en evidencia la frivolidad del supuesto movimiento de derechos de la mujer moderno, que está preocupado más por manipular películas, juegos de video, cómics y series que por hacer algo por las miles de mujeres que ven sus derechos violentados en todo el mundo.

¿Necesitamos mayor diversidad de historias? Sin duda, pero que sean historias de calidad y con una razón de ser, porque crear héroes y heroínas artificiales y enfocarse sólo en su género, preferencia sexual o color de piel es, en sí, una forma de discriminación. Hay que permitir que el arte y la creatividad fluyan libremente y no permitir que grupos de autonombrados defensores del "bien moral" decidan por nosotros qué debemos ver y disfrutar en pantalla, a riesgo de ser acusados de racistas o machistas. No volvamos triviales verdaderos problemas de derechos humanos ni los coloquemos como meras tramas de un cómic o película mal escrita. Cuando esos guiones den verdadera humanidad a los personajes, sin importar su preferencia, entonces podremos hablar de un verdadero progreso.



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