Existen ciertas cintas que el público considera intocables, y muchas veces nuestra nostalgia por las mismas es la que causa molestia cuando escuchamos que habrá una nueva versión. Además, es verdad que la mayoría de los remakes suelen ser innecesarios y un burdo intento por explotar algo que ya tiene otro estatus. En ese sentido, algo muy curioso sucede con las adaptaciones de la obra de Stephen King , pues sus novelas dieron paso a cintas campy sin mucho presupuesto, aunque también hay joyas como Miseria - 89%. El asunto es que hay dos tipos de audiencia. El primer tipo ha visto sólo las películas de terror y considera que su tiempo fue sólo ése y que no hay necesidad de ver algo nuevo. El segundo tipo ha leído las novelas y ha visto o no las adaptaciones, y reconoce que los textos de King implican un universo tan complejo que las cintas son bastante deficientes.
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Quienes crecieron con la miniserie de Eso - 67%, por ejemplo, descubrieron ciertos miedos y asociaron la cinta con una etapa muy específica de su infancia, por lo que en sus recuerdos es mil veces mejor de lo que en realidad es. Los que también han leído la novela saben que la miniserie que la adaptó en 1990 se queda corta, cortísima, en cuanto a la historia, el mensaje y hasta la violencia del texto. Pronto veremos el remake (confiamos en que de verdad se trata de una readaptación), pero esta versión merece ser juzgada por su labor de adaptación y no por comparaciones irreales con la miniserie.
El mayor reto para el público es que no puede olvidar la gran actuación de Tim Curry como Pennywise (tampoco podemos ignorar su genialidad en el rol), pero hay ciertos factores que demuestran que, por momentos, el personaje no está bien utilizado y esas escenas corresponden a situaciones que no suceden en la novela. Una de ellas resultó en el mayor trauma de todos: cerrar los ojos en la regadera. Hay un momento en la miniserie en la que Eddie, el delgado chico asmático, está solo tomando una ducha en las regaderas escolares, de la nada Pennywise se asoma por la coladera y lo asusta. De hecho, lo molesta, lo intimida...y luego se va. La escena no parece plantearse como una pesadilla, sino como un encuentro real con este monstruo, por lo que, a pesar de que por años nos lavamos el cabello con los ojos abiertos, es bastante irreal que no atrape al pobre chico. Si algo es constante en la novela de King es el riesgo real de que Pennywise los atrape, pues busca matarlos, pero principalmente separarlos. Si los niños se libran es porque escapan de milagro o porque se presenta algo ajeno que los ayuda, como algún adulto incauto, pero este payaso desgraciado nunca se anda por las ramas para atacarlos por mucho que disfrute de jugar con ellos para asustarlos... y salarlos (si leíste el libro sabes de lo que hablo).
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Ahora vayamos al Club de los Perdedores. En la miniserie de 1990, el grupo se hace llamar The Lucky Seven lo que cambia radicalmente el mensaje que estos mismos niños reconocen sobre su situación: son un montón de perdedores que nadie nota y a nadie le importa; lo cual termina siendo una ventaja para enfrentar a Pennywise. En la primera adaptación el grupo se junta, pero no parecen realmente unidos. Para ser justos, este factor es difícil de pasar a la pantalla, pues en la novela tienes cientos de páginas para comprender la naturaleza de su relación: la forma en que todos se enamoran de Beverly, cómo ven a Bill como el líder, las diferencias entre sus estatus, la sobreprotección de Eddie y Ben por parte de sus madres, etc. La razón por la que los niños logran vencer en principio a Pennywise es justamente por el lazo que los une, no se trata sólo de un trabajo en equipo, se trata de un magnetismo creado por el destino y por sus propias limitaciones, donde cada uno tiene un don necesario para enfrentar al mal. Es importante recordar que mientras planean cómo derrotar al monstruo, estos niños no dejan de ser niños que juegan y se protegen entre ellos de males más terrenales. Además, las actuaciones no son malas, especialmente el trabajo de Jonathan Brandis como Bill, pero el guión parece resaltar el melodrama de una manera poco natural para ellos... digamos que en la novela Beverly jamás se pone a llorar preguntando por qué Pennywise es tan cruel. Por el contrario, la chica comprende que tiene muchas cosas que temer más allá del payaso, como su padre, el peligro de abuso y el poder de su sexualidad que ella misma reconoce conforme se vuelve mujer.
Otra de las cuestiones más importantes al momento de hacer una adaptación es el mensaje y el medio por el que se da a conocer. Cierto, la novela es bastante explícita y sangrienta, libertades que se permiten en la literatura, pero que por tratarse de menores de edad es un poco más complicado lograr en pantalla. Aún así, la miniserie peca de simplista. De acuerdo, para asustar no es necesario mostrar todo, pero la versión de 1990 parece hallar momentos de horror que no llevan a nada y están totalmente desconectados, como Bill viendo a Pennywise cavando tumbas o el desagradable beso entre Ben y Pennywise disfrazado de Beverly. En la novela, todo lo que sucede lleva a otra cosa, como el descubrimiento de que tal vez el monstruo les teme más a ellos, o que una fuerza negativa parece influenciar a todo el pueblo para que nadie reaccione ante los brutales asesinatos, pero no se trata sólo de escenas que, francamente, podrían estar editadas en cualquier parte de la cinta. Por otro lado, aunque esta historia definitivamente es aterradora, el verdadero mensaje es la fuerza de la amistad cuando uno es niño, un tipo de amistad que no se vuelve a encontrar nunca y que es capaz de vencer temores, forjar personalidades y vencer monstruos palpables, imaginarios y hasta de otros universos.
Que la miniserie de 1990 sea fallida como justa adaptación, no significa que la nueva cinta de 2017 no tenga un gran reto. Seré cuestión de verla, y juzgarla a partir de la novela, para saber si logra desarrollar el mensaje, la amistad de los chicos, la violencia y la maldad de Pennywise, que será interpretado por Bill Skarsgård. También, en el momento indicado, veremos si una secuela protagonizada por los adultos se mantiene a la altura del libro, pues en la adaptación de los noventa las partes con los adultos son las más criticadas. Falta poco para ver si el trabajo de Andrés Muschietti logra, a pesar de los cambios de época, adaptar esta historia para marcar a una nueva generación.
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