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Movimientos cinematográficos van y vienen, modas y tendencias se devoran unas a otras. Ahora es cine de superhéroes, hace años eran las cintas de desastres, clones de [Pelicula] Matrix; en su momento, clones de Star Wars y así sucesivamente. Las industrias de cine de todo el mundo siempre buscan capitalizar el último grito de la moda sin importar que la calidad vaya de la mano de esa misma efervescencia de popularidad. Esto es tan cierto en el cine como en otras industrias: en la literaria han surgido docenas de novelas de “Young adults” que buscan imitar a [Pelicula] Los Juegos del Hambre y en los juegos de video no faltan los clones de un Uncharted o Halo. La realidad es que el cine con voz propia y que se separe de los demás rara vez llega a sobrevivir en el sistema de los grandes estudios (salvo contadas excepciones) y un ejemplo de ello fue [Pelicula] Branded to Kill, del cineasta japonés [Director] Seijun Suzuki.
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Seijun Suzuki se encontraba en la nómina de Nikkatsu, el estudio más antiguo de Japón, realizando sin parar cine de género con las tres B: bueno, bonito y barato. Nikkatsu estrenaba, en promedio, dos nuevas películas cada fin de semana, lo que significaba un ritmo de producción casi demencial, en el que todo debía filmarse y editarse prácticamente unos días antes de su estreno. Suzuki se aburría con los guiones que recibía, la mayoría derivados del mismo tipo de historias de yakuzas, así que buscaba plasmar su creatividad en la gama monocromática o bien, en los ángulos de cámara que utilizaba. Suzuki comentaba en entrevistas que no buscaba ser surrealista, simplemente jugar y experimentar con la cámara, hacer la composición visual interesante y así evitar que la audiencia se aburriera. Los guiones también eran notablemente alterados por el realizador, cada nuevo día de filmación se prestaba para nuevas improvisaciones, ni hablar de que Suzuki jamás se vio en la necesidad de utilizar herramientas como el storyboard, al cual veía más como una obstrucción creativa.
El espíritu rebelde del director eventualmente le costó el empleo en Nikkatsu, [Pelicula] Branded to Kill desconcertó a sus jefes, quienes vieron en el producto final una cinta incomprensible y demasiado rara para que hiciera algo de dinero. Suzuki fue despedido y éste contestó con una demanda, algo impensable en el sistema de estudios japoneses de la época. Esto le dio al director el apoyo de sus colegas, pero lo dejó vetado durante diez años en su país. El tiempo le dio la razón y, a la fecha, [Pelicula] Branded to Kill es considerada una joya de culto que ha influenciado a varios realizadores como John Patrick Amedori. La historia de un asesino a sueldo obsesionado con el olor del arroz, sus mujeres y su complicada vida laboral se vuelve una suerte de comedia ácida del absurdo, estilizada y con una identidad imposible de imitar. Cualquiera que desee entender más sobre las posibilidades narrativas que tiene el séptimo arte está obligado a ver ésta y otras cintas de este director.
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La crítica ha sido unánime en alabar la gran visión de Suzuki:
Mark Kermode para The Guardian:
Tom Huddleston para Time Out:
David Parkinson para Radio Times:
Peter Bradshaw para The Guardian:
Robbie Collin para Telegraph:
Matthew Sorrento para Identity Theory:
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Seijun Suzuki se encontraba en la nómina de Nikkatsu, el estudio más antiguo de Japón, realizando sin parar cine de género con las tres B: bueno, bonito y barato. Nikkatsu estrenaba, en promedio, dos nuevas películas cada fin de semana, lo que significaba un ritmo de producción casi demencial, en el que todo debía filmarse y editarse prácticamente unos días antes de su estreno. Suzuki se aburría con los guiones que recibía, la mayoría derivados del mismo tipo de historias de yakuzas, así que buscaba plasmar su creatividad en la gama monocromática o bien, en los ángulos de cámara que utilizaba. Suzuki comentaba en entrevistas que no buscaba ser surrealista, simplemente jugar y experimentar con la cámara, hacer la composición visual interesante y así evitar que la audiencia se aburriera. Los guiones también eran notablemente alterados por el realizador, cada nuevo día de filmación se prestaba para nuevas improvisaciones, ni hablar de que Suzuki jamás se vio en la necesidad de utilizar herramientas como el storyboard, al cual veía más como una obstrucción creativa.
El espíritu rebelde del director eventualmente le costó el empleo en Nikkatsu, [Pelicula] Branded to Kill desconcertó a sus jefes, quienes vieron en el producto final una cinta incomprensible y demasiado rara para que hiciera algo de dinero. Suzuki fue despedido y éste contestó con una demanda, algo impensable en el sistema de estudios japoneses de la época. Esto le dio al director el apoyo de sus colegas, pero lo dejó vetado durante diez años en su país. El tiempo le dio la razón y, a la fecha, [Pelicula] Branded to Kill es considerada una joya de culto que ha influenciado a varios realizadores como John Patrick Amedori. La historia de un asesino a sueldo obsesionado con el olor del arroz, sus mujeres y su complicada vida laboral se vuelve una suerte de comedia ácida del absurdo, estilizada y con una identidad imposible de imitar. Cualquiera que desee entender más sobre las posibilidades narrativas que tiene el séptimo arte está obligado a ver ésta y otras cintas de este director.
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La crítica ha sido unánime en alabar la gran visión de Suzuki:
Mark Kermode para The Guardian:
Un cocktail de violencia, sexo y acción surrealista filmada en un tono monocromático que solo acentúa su ingenio.
Tom Huddleston para Time Out:
Cada escena merece un cuadro en una galería de arte, el sexo y la violencia son crudos pero llenos de estilo y la fotografía blanco y negro, impecable.
David Parkinson para Radio Times:
Una mezcla de cine noir y nueva ola francesa que se siente muy adelantada a su época.
Peter Bradshaw para The Guardian:
Fascinante cinta de crimen que bien podría representar más la idiosincrasia del cine japonés de lo que hicieron Kurosawa, Ozu y otros directores. Más cercana al cine de Buñuel que al de directores de noir y cintas de crimen convencionales.
Robbie Collin para Telegraph:
Incomprensible, pero así es como debe ser. Suzuki fue despedido por esta película, pero debió haber sido promovido.
Matthew Sorrento para Identity Theory:
Suzuki se apega aquí a los dos principios básicos de Godard: una chica y un arma, pero lleva esto a sus límites más delirantes.
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