El cine de terror es un género que goza de gran popularidad en todo el mundo, en particular en México. La demanda por ver historias que toquen nuestras fibras más profundas, nuestros miedos a lo desconocido más primitivos (o a los males del mundo conocido) es muy alta. Tanto en cine como en el mercado directo a video constantemente tenemos nuevas ofertas fílmicas de horror, pero un gran porcentaje de esta oferta es de calidad bastante paupérrima. Chatarra de horror se produce por montones y es que muchos cineastas parecen tener una idea de lo que ellos creen es una buena historia de miedo, sin embargo, conocer el camino no es lo mismo que recorrerlo. La sensibilidad requerida para armar un buen relato de esta vertiente requiere mucho más que haber visto algunas películas de George A. Romero, Dario Argento y John Carpenter.
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He ahí algo curioso del cine de terror: todos creen conocer los mecanismos que lo mueven, pero pocos son los que realmente los dominan. Una vez más, una rápida mirada al catálogo de horror de cualquier tienda de video o servicio de streaming les arrojará una multitud de títulos, sin embargo, son contados los que realmente valen la pena. Se puede decir lo mismo de otros géneros cinematográficos, pero una vez más, debido a la demanda que existe por cine de horror, esta es una maquinaria bien aceitada que escupe enormes cantidades de cintas, entre secuelas, remakes, fusiles y derivados. Saber qué amerita verse y qué no, puede ser un enorme dolor de cabeza para muchos; pero no temáis, que para eso está el Tomate con esta breve pero contundente guía para reconocer las señales y demás banderas de alarma para evitar ver una mala cinta de horror y así pasar un muy mal rato. Por supuesto, la siguiente guía no es infalible y hay excepciones a toda regla. Sin embargo, con el grueso del producto fílmico de horror es casi seguro que, si manifiesta alguno de estos síntomas, es que existe una grave enfermedad que plaga el guión y la realización. Así que eviten contagiarse y mejor prosigamos con las señales.
Remake hecho en Hollywood de una cinta de horror extranjera
Si bien el miedo a lo desconocido o a una muerte violenta es algo de naturaleza universal y cualquier ser humano lo puede sentir, también se debe considerar que cada cultura de cada rincón del planeta tiene sus propias leyendas y relatos de terror acorde a sus costumbres e idiosincrasia. Salvo muy pero muy raros casos, trasladar una historia de terror que ocurre en un país y llevar dicha historia a otra cultura sólo dará como resultado una serie de incongruencias y enormes miopías. Esto puede pasar incluso si el director o directores de la original trabajan en el remake, ya que una vez más, el entorno y la cultura ha cambiado en esta nueva versión. Esto es algo que Hollywood no entiende y persiste en continuar perpetrando con saña, muy a pesar de los predecibles resultados: un desastre que no le gustará ni a los fans de la original ni al nuevo público al que va dirigida la cinta.
Es la enésima secuela (o precuela o reboot) de una larga franquicia
Esta no es muy difícil de predecir, pero si una saga de terror ya se aproxima a los dos dígitos en cuanto a su número de entregas, en un periodo relativamente corto de tiempo, es muy probable que ya no haya ideas muy frescas en su kilometraje. Hacerle un remake, una precuela o “historia de origen” no cambia mucho las cosas. Todo por servir se acaba y hasta lo que parecía ser la franquicia más redituable de horror tarde o temprano puede terminar implotando escandalosamente con despropósitos que ya no tienen nada que decirle al público.
Exceso de referencias fílmicas
Denle las gracias a Quentin Tarantino de esto. Existe toda una generación de cineastas que están convencidos de que hacer guiños y referencias a otras películas es la cúspide de la creatividad fílmica. No hay nada más deplorable y poco creativo que estar llenando con gusto la pantalla de frases y escenas plagiadas, digo, “prestadas” de otras cintas para hacer un supuesto homenaje. En dosis pequeñas puede ser divertido, pero todo en exceso es malo y este hábito en particular es bastante común verlo estos días en el cine de horror.
Escenas de sexo gratuitas y ridículas
¿Escenas de cama sin razón de ser en una película de terror? Definitivamente no es ningún descubrimiento o algo por el estilo. Sin embargo, es casi seguro que una escena de cama mal hecha se encuentre presente en una mala película de terror, una que, lejos de estimular a la audiencia, la fastidia y la hace reír involuntariamente. Alien: Covenant - 69%, el reciente desastre de Ridley Scott, corona su ineptitud con una risible escena de regadera. Luego de ver a sus camaradas de la tripulación morir de formas horrendas, dos personajes deciden que es buen momento para sacar pasiones. Un xenomorfo intenta hacer un trío no solicitado, con resultados hilarantes…no, más bien de pena ajena.
Antología de terror
Si bien existen algunas antologías de terror notables (Al morir la noche (Dead of Night) - 96%, Spirits of the Dead - 89% y Three... Extremes - 84% ) lo cierto es que el grueso de estos proyectos son inconsistentes y más que mostrar una galería de talentos sólo terminan con ideas a medio cuajar. La fallida antología de horror hecha por directoras, XX: Pasión por el Horror - 72%, es un claro ejemplo de cómo esta aproximación al relato de horror puede fracasar estrepitosamente. Mejor enfocarse en la calidad que en la cantidad.
Miscelánea de malas ideas y señales de alarma
—Intentos de crítica social y política forzada.
—Personajes sin personalidad y que sólo reaccionan a lo que ocurre sin usar la cabeza (cof, Está Detrás de Ti - 97%, cof) o cuyas motivaciones no tienen sentido alguno (cof Melanie: Apocalipsis Zombie - 84%).
—Un thriller psicológico que pretende ser un análisis de personaje, pero no tiene personajes, guión firme, ni entiende lo que significa el término “thriller psicológico”.
—Pretender tener un giro de tuerca que se puede adivinar en los primeros 15 minutos de la cinta (Dulces Sueños, Mamá - 86%) o bien, que la audiencia pueda predecir absolutamente todas las escenas de susto debido a lo tediosamente predecibles que son.
—Creer que el gore y las tripas son suficiente para contar un buen relato de horror.
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