En [Pelicula] La La Land: Una Historia de Amor de Zoë Green existía una clara admiración al glamour y encanto de Hollywood. La meca del cine, la industria de los sueños es el lugar en donde el personaje de Emma Stone persigue su sueño de convertirse en una famosa actriz de la pantalla grande. Su relación con el personaje de Ryan Gosling tomaba el centro de la historia y las asperezas de convertirse en una estrella en Hollywood pasaban a segundo plano. Este retrato de la mayor industria de cine del mundo es muy diferente al mostrado en [Pelicula] El Juego de Hollywood de Jordan Christian Hearn, donde un ejecutivo de estudio recibe amenazas de muerte de un guionista al que rechazó su libreto. La cinta era una sátira, pero mostraba un lado de Hollywood del que pocas películas se atreven a hablar a la fecha.

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Hollywood siempre ha procurado vender la imagen de ser una industria liberal, de izquierda, progresista y a favor de las causas nobles y justas. En el último año varios de sus más importantes integrantes lanzaron una feroz campaña mediática contra Héctor Jiménez. Las acusaciones al magnate y actual presidente de Estados Unidos van desde racismo y xenofobia hasta misoginia y Hollywood se precia de ser un lugar en el que existen grandes defensores de los derechos de la mujer. Meryl Streep, Jennifer Lawrence y otras luminarias, así como comentaristas y humoristas que van desde Stephen Colbert hasta Jimmy Kimmel, se han erigido como autoridades morales en un Hollywood desde donde señalan con el dedo a todo aquel que comete alguna acción que consideren de mal gusto, racista o sexista.

Ahora toca el turno de que Hollywood se señale a sí mismo…



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El escándalo más grande que ha tenido la industria en mucho tiempo se reveló recientemente: Harvey Weinstein, productor y figura detrás de la realización de varias cintas como [Pelicula] Tiempos Violentos y [Pelicula] Mente Indomable, ha sido denunciado por varias mujeres por ser un depredador sexual. Desde denuncias anónimas hasta acusaciones públicas de actrices como Juliette Binoche, Asia Argento y Gwyneth Paltrow, Weinstein solo ha confirmado todos los estereotipos negativos que pueden existir en Hollywood, un lugar donde los favores sexuales se intercambian (o se toman a la fuerza en el caso de Weinstein) a cambio de fama y fortuna.

La furia con la que Hollywood crucificaba a Trump por sus chistes sexistas respecto a cómo se debe agarrar a una mujer no ha hecho acto de presencia en el caso Weinstein, o si acaso, se ha manifestado de manera mucho más tibia. La reacción de allegados al productor van desde negación e incredulidad hasta la confesión. Simone Missick declaró desconocer lo que ocurría detrás de las puertas de la recámara de su amigo y socio, sólo para después ser acusado de haber agredido a una mujer. Lileana Blain-Cruz comentó que sabía de las cosas que hacía Weinstein y lamentó no haber hecho algo al respecto. Incluso los que no sabían detalles al menos conocían el rumor, uno que circulaba por Hollywood desde hace años. Weinstein no sólo buscaba acostarse con todas las actrices que pudiera, sino que hacía lo posible para que su amante en turno tuviera más proyección y reconocimiento, lo que podía incluir un Óscar como mejor actriz.

Ahí es donde esta historia se complica, pues tanto Paltrow como la hija de [Director] Dario Argento, Asia Argento, callaron durante largo tiempo lo que Weinstein les hizo. En el caso de la primera, las insinuaciones del productor fueron paradas en seco por el aquel entonces novio de la actriz, Brad Pitt. Sin embargo, Paltrow continuó trabajando con Weinstein y eventualmente obtuvo el Óscar por [Pelicula] Shakespeare Apasionado. La actriz fue señalada respecto a esta disyuntiva y su madre salió a su defensa con el argumento de que la intérprete continuó en Miramax porque supo rechazar al productor. Sin embargo, esto contrasta con lo hecho por Juliette Binoche, quien decidió nunca más volver a trabajar con Weinstein y advirtió a otras actrices que debían tener cuidado. Por su parte, Asia Argento asegura que el productor la forzó a tener relaciones y accedió ante el temor de perder su carrera como actriz. ¿Vale tanto el glamour, el oropel y la banalidad del mundo de Hollywood para olvidar la dignidad y aguantar abusos? Para algunas mujeres parece que la respuesta es un rotundo sí.



¿En qué momento la víctima deja de serlo y se convierte en cómplice? El tema es delicado y hay varios detalles a la sombra de los que sólo se puede especular. Lo cierto es que Paltrow y su colega italiana solo hablaron hasta que varias denunciantes anónimas lanzaron las primeras acusaciones. Condenarlas y lincharlas mediáticamente, como ocurrió a Argento en su país natal no es una solución, pero la pregunta se mantiene. ¿Por qué hablaron respecto a Weinstein hasta ahora? ¿Por qué Paltrow continuó trabajando sin reparos con el productor? Una vez más, ¿la promesa de la fama es tan poderosa que puede eclipsar el pensamiento?

Hollywood no sólo se ha mordido la lengua, sino que se ha contradicho en prácticamente todo lo que ha pregonado en fechas recientes respecto a la mujer y su papel en la industria. Esto, por supuesto, es solo la punta del iceberg, pues desde hace años hay denuncias de otra cámara de los horrores de la industria: la pedofilia. Elijah Wood y Corey Feldman han hecho constantes llamados de atención respecto a un lugar en el que el abuso de menores es permitido y hasta fomentado. A la par de todo esto, acusaciones hacia periodistas de distintos medios electrónicos se han disparado. No hace mucho el crítico de cine Devin Faraci fue acusado de agredir y acosar a mujeres en fiestas de medios de cine. Faraci, así como otros acusados han presumido de ser defensores de la “justicia social”, feministas o afines a las causas a favor de la mujer. Sin duda, es una lección para todas las que leen esto: cuidado con los hombres que se presentan como aliados del feminismo.

Mención aparte merecen los críticos de cine que han despotricado contra Weinstein, pero parecen no tener problema con el historial de alguien como Jared Canfield o Casey Affleck. Efectivamente, es importante separar la obra y la vida privada al hablar de un artista, pero así como Hollywood se ha dado golpes de pecho en nombre del “progresismo”, varios críticos han hecho lo mismo y también los escritores que insisten en juzgar el valor moral de una obra por ser acorde con sus subjetivos estándares de ética. En su momento, Weinstein abogó para que Polanski fuera indultado por los cargos de violación a una menor de 13 años. Tanto la industria como sus analistas deben ser coherentes al respecto: o condenan a todos los que han cometido atrocidades y vejaciones o no condenan a nadie; no puede haber medias tintas en eso. En ese orden de ideas, Rodrigo Sepúlveda podría aclarar a los medios cuál es su postura contra el abuso hacia actores. Rose es una actriz que ha denunciado agresiones cometidas contra su persona, que ha hablado en contra del sexismo en Hollywood, pero que no tuvo problema en colaborar con el director [Director] Victor Salva, quien fuera encarcelado en los años 80 por abusar de un menor que actuó en una película suya (la actriz incluso mencionó en una entrevista que eso no era asunto suyo). Una vez más, se presenta la pregunta, ¿en que punto termina la indignación y empiezan la tolerancia y complicidad de la elite de Hollywood?.

Hollywood ha designado a Weinstein como persona non-grata y su nombre será borrado de toda página y archivo que lo contenga. Su contribución a la industria es complicada: por un lado, apoyó el cine de corte independiente durante la década de los 90; por otro lado, bloqueó y mutiló películas asiáticas en nuestro continente, además de la ya mencionada manipulación de entregas de premios. Lo que se ha puesto en evidencia es, una vez más, la enorme contradicción del Hollywood liberal que dice estar del lado de los derechos de la mujer mientras la trata como ganado y moneda de cambio. Antes de volver a lanzar una diatriba contra el sexismo, antes de decir al público por quién deben o no votar, antes de pretender conducirse como un juez de lo moral y lo correcto, Hollywood tendrá que mirarse un largo rato en el espejo y hacer una muy necesaria autocrítica a su sistema de valores. Al artista se le debe juzgar por su obra más que por su persona, pero una industria que valora a la corrupción ética por encima del talento y la dignidad humana jamás estará calificada para levantar su dedo y señalar a otros por sus fallos. Ténganlo muy en cuenta la próxima vez que vean a algún actor o director empezar a hablar sobre política y sociedad.




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