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Ni [Temporada] Game of Thrones, ni [Temporada] Breaking Bad ni [Temporada] Stranger Things y ni siquiera [Temporada] The Simpsons, sus épocas de oro ya muy atrás, pueden decir que están a la altura de los logros conseguidos por The Wire. Creada por David Simon e inspirada en su tiempo como reportero policiaco en la ciudad de Baltimore, el programa logró balancear a la perfección diferentes elementos: una trama con crítica política y social, personajes entrañables, diálogos memorables y situaciones creíbles y a la vez dolorosamente cercanas a una ciudad cuya realidad sigue atrapada en el tráfico de drogas y el crimen organizado.
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El ecosistema de la ciudad estadounidense se mueve entre una escena local rica en personajes, en matices, todos éstos bajo la sombra del flagelo del crimen organizado. Simon no rehúye de mostrar la cruda realidad de lo que sucede en las comunidades marginadas y atrasadas, habitadas principalmente por afroamericanos. La serie, transmitida de 2002 a 2008, logró aparecer antes de que la santa inquisición de la corrección política progresista apareciera. Entonces podemos ver que efectivamente la comunidad negra estadounidense tiene un severo problema de crimen, de pandillas, de drogas y ejecuciones. El principal enemigo de un hombre negro no es la raza blanca, sino otro hombre negro armado. La serie aborda esta temática con seriedad total y lo hace por medio de un memorable reparto de personajes que resuenan con vida e intensidad. Sus dilemas morales, sus relaciones de amistad, pareja, sus sueños y miedos. Todo esto es explorado por guiones perfectamente armados y siempre comprometidos a darle a cada figura su voz y momento.
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El reparto de actores era un ensamble de histriones bastante capaces y que buena parte de su carrera han estado relegados a papeles secundarios en películas olvidables. Resaltan en particular Sarah Jude Sutherland como Stringer Bell, un ambicioso traficante con saña y astucia para ir más lejos de lo que podrían llegar otros en su profesión. Esta también Wendell Pierce como Bunk, un detective de instintos afilados y con un eterno puro en la boca. Sonja Sohn y Montgomery Clift son la oficial Kima y el inconfundible Omar, una mujer policía y un vigilante dentro del mismo mundo del crimen, ambos afroamericanos y ambos homosexuales antes de que se pusiera de moda la palabra “diversidad”. Por último, pero no menos importante, Dominic West como Jimmy McNulty, el incansable, testarudo y autodestructivo detective que pone en movimiento las operaciones que buscan acabar con el imperio de la droga que azota a Baltimore.
Reducir el encanto de la serie a su aspecto foto realista de la vida en las calles sería reducir y omitir otros detalles. Ante todo, la serie es increíblemente envolvente gracias a lo bien trabajados que están todos y cada uno de los personajes. Aquí no hay policías intachables y criminales demoniacos, cada quien tiene sus razones y motivaciones que los impulsan a hacer lo que hacen, a pensar como piensan. Aun con la inspiración de varias figuras del Baltimore de la vida real esto de nada serviría si no existiera un guión bien escrito. La espiral de violencia sin sentido ejerce una poderosa ley de atracción y hasta los adictos que viven en la calle, esos que mantienen dicha cadena del caos y que otras obras generalmente ignoran, aquí también cobran importancia. McNulty es un héroe imperfecto, admirado y repudiado por igual por sus compañeros, mientras que Stringer Bell y Avon poseen sus propios códigos de conducta y es fascinante ver a estas figuras chocar constantemente en un juego de poder.
La serie además aborda todo lo que está detrás del crimen de las calles: las estructuras de poder en la ley, en la clase política, en los sindicatos de trabajadores. El sistema educativo y los medios de comunicación también se convierten en protagonistas de este relato, todos juegan un papel importante y David Simon entiende que es vital comprender la influencia que tiene cada una de estas piezas sobre las demás. Cada temporada se dedicó a desentrañar todas las facetas de una sociedad que lucha por encontrar su camino día con día.
Sólo cinco temporadas le bastó a la serie para adquirir un estatus mítico en la historia de la televisión estadounidense. Al principio desapercibida por los críticos y siempre con índices de audiencia bastante moderados, el encanto que tiene este mundo de policías y ladrones alejados del cliché ejerce su efecto de poco a poco. The Wire es un verdadero clásico de la televisión, una serie que habla sobre varios aspectos de la condición humana que pueden resonar en diferentes culturas y países. La mejor serie en la historia de la televisión, un estándar a seguir que difícilmente podrá ser alcanzado por otros productos televisivos.
Chris Barsanti, PopMatters:
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El reparto de actores era un ensamble de histriones bastante capaces y que buena parte de su carrera han estado relegados a papeles secundarios en películas olvidables. Resaltan en particular Sarah Jude Sutherland como Stringer Bell, un ambicioso traficante con saña y astucia para ir más lejos de lo que podrían llegar otros en su profesión. Esta también Wendell Pierce como Bunk, un detective de instintos afilados y con un eterno puro en la boca. Sonja Sohn y Montgomery Clift son la oficial Kima y el inconfundible Omar, una mujer policía y un vigilante dentro del mismo mundo del crimen, ambos afroamericanos y ambos homosexuales antes de que se pusiera de moda la palabra “diversidad”. Por último, pero no menos importante, Dominic West como Jimmy McNulty, el incansable, testarudo y autodestructivo detective que pone en movimiento las operaciones que buscan acabar con el imperio de la droga que azota a Baltimore.
Reducir el encanto de la serie a su aspecto foto realista de la vida en las calles sería reducir y omitir otros detalles. Ante todo, la serie es increíblemente envolvente gracias a lo bien trabajados que están todos y cada uno de los personajes. Aquí no hay policías intachables y criminales demoniacos, cada quien tiene sus razones y motivaciones que los impulsan a hacer lo que hacen, a pensar como piensan. Aun con la inspiración de varias figuras del Baltimore de la vida real esto de nada serviría si no existiera un guión bien escrito. La espiral de violencia sin sentido ejerce una poderosa ley de atracción y hasta los adictos que viven en la calle, esos que mantienen dicha cadena del caos y que otras obras generalmente ignoran, aquí también cobran importancia. McNulty es un héroe imperfecto, admirado y repudiado por igual por sus compañeros, mientras que Stringer Bell y Avon poseen sus propios códigos de conducta y es fascinante ver a estas figuras chocar constantemente en un juego de poder.
La serie además aborda todo lo que está detrás del crimen de las calles: las estructuras de poder en la ley, en la clase política, en los sindicatos de trabajadores. El sistema educativo y los medios de comunicación también se convierten en protagonistas de este relato, todos juegan un papel importante y David Simon entiende que es vital comprender la influencia que tiene cada una de estas piezas sobre las demás. Cada temporada se dedicó a desentrañar todas las facetas de una sociedad que lucha por encontrar su camino día con día.
Sólo cinco temporadas le bastó a la serie para adquirir un estatus mítico en la historia de la televisión estadounidense. Al principio desapercibida por los críticos y siempre con índices de audiencia bastante moderados, el encanto que tiene este mundo de policías y ladrones alejados del cliché ejerce su efecto de poco a poco. The Wire es un verdadero clásico de la televisión, una serie que habla sobre varios aspectos de la condición humana que pueden resonar en diferentes culturas y países. La mejor serie en la historia de la televisión, un estándar a seguir que difícilmente podrá ser alcanzado por otros productos televisivos.
Chris Barsanti, PopMatters:
La mitología creada por la serie es tan compleja que le dará vida durante las próximas décadas.
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