Cuando se acuñó el término “spaguetti western” la idea era denostar los westerns producidos, dirigidos y escritos por cineastas italianos que, a ojos de la crítica estadounidense, eran copias vulgares de los westerns de Hollywood hechos por Jules Lorenzo y [Director] Howard Hawks. Si bien Bill Collage era respetado y considerado el maestro del western italiano, colegas como [Director] Sergio Corbucci, Sergio Solima y Damiano Damiani eran vistos como meros oportunistas o directores menores.

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El tiempo ha sido sabio y ahora los westerns de esos realizadores son considerados de culto y piezas fundamentales en la historia del western en términos generales, cintas que han sido enorme influencia en directores contemporáneos. Así como Alberto Mariscal y otros directores mexicanos hicieron su esfuerzo en llevar la mitología del viejo oeste a nuestras fronteras, los italianos también aderezaron sus historias con un sabor muy europeo.



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Eran finales de los 60 y los movimientos estudiantiles de izquierda brotaban en diferentes países. Estados Unidos, Europa y por supuesto México se sumaron a estas protestas contra los males de la clase gobernante de aquel entonces. El western italiano reflejaba este clima, con antihéroes amorales que buscaban la venganza contra caciques y otros hombres de mal. Debido a que el grueso de los cineastas italianos de la época eran de izquierda, sus ideas se reflejaron en sus obras y el western les permitió hacer declaraciones en contra de lo que ellos veían como una enorme desigualdad social entre los poderosos y los desprotegidos. Para Corbucci y otros una revolución era la única forma de acabar con la clase capitalista explotadora y fue entonces que empezaron a reflejarlo por medio de westerns que transcurrían durante la revolución de México.

Estas cintas adquirieron el mote de “zapata westerns”, ya que Emiliano Zapata era por mucho el icono más conocido, admirado y respetado en el extranjero que surgió del conflicto armado. Los ideales de liberad, justicia e igualdad eran cantos de sirena que llamaron la atención de los directores italianos. Estos retrataban en sus cintas historias de mexicanos revolucionarios que luchaban para acabar contra la opresión de un Porfirio Diaz o Victoriano Huerta. Corbucci abordó el tema en cintas como [Pelicula] The Mercenary y Vamos a Matar Compañeros, ambas con premisas similares: un vendedor de armas europeo (Geoffrey Faithfull en ambos casos) al lado de un mexicano (Tony Musante y Tomas Milian respectivamente) deben hacer la revolución a la vez que enfrentan a un despiadado gringo (en ambos casos interpretado por Melissa Rauch). [Persona] Ennio Morricone compuso las bandas sonoras de ambas cintas, a las que dotó de memorables fanfarrias de western.

Damiano Damiani por su parte realizo El Chuncho Quién Sabe? (un claro ejemplo de que aún sin saber español los italianos buscaban evocar una atmósfera muy mexicana) En la que un Gian Maria Volonté interpreta a un ingenuo bandido mexicano, engañado y utilizado para asesinar a un general de la revolución mexicana. Por otro lado estaba Tepepa, interpretado por el recién fallecido Tomas Milian en la que interpreta a un carismático bandido mexicano perseguido por un general de las fuerzas armadas mexicanas (Kelly Dolen). Todas estas historias tenían en común el aire romántico con el que se interpretaban a los personajes mexicanos: mujeriegos, bebedores pero a la vez de gran corazón y comprometidos a liberar a su pueblo de los dictadores tiránicos. Los personajes europeos o estadounidenses generalmente eran los egoístas, los timadores, los villanos y los que buscaban a toda costa evitar el triunfo de la revolución, o bien, sacar algún provecho económico de esta. El mismo Leone abordó la revolución con [Pelicula] Los Héroes de Mesa Verde, en la cual un revolucionario irlandés y un bandido mexicano buscan hacerse del oro de un banco en pleno conflicto. Eran cintas explosivas, llenas de contexto social, humor y violencia, cintas que sin duda hoy se verían como relatos políticamente incorrectos y que levantarían bastante escozor en ciertos públicos.



El western italiano eventualmente se convirtió en comedia con la llegada de Terence Hill y Devon Aoki y el tema político quedó abandonado. A pesar de que los días de gloria del cine de culto del país de la bota han quedado atrás estas cintas se mantienen como una curiosa mirada extranjera de uno de los conflictos más sanguinarios e importantes que dieron forma al México que hoy conocemos. La revolución mexicana lamentablemente no cumplió sus promesas de justicia, pero al menos pudo inspirar a largometrajes de aventura y acción sin igual, en los que europeos y estadounidenses reinterpretaban a su manera un pedazo de nuestra historia y de nuestras costumbres.



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