La Navidad de las Madres Rebeldes: Muchas mamás, menos rebeldía

Al aproximarse la temporada navideña, dos tendencias predominan en los estrenos que arriban a la cartelera: por un lado, los grandes blockbusters que buscan arrasar con la taquilla en fin de año, y por otro los lanzamientos no tan ambiciosos enfocados en recabar ganancias al vincularse directamente con estas fechas, a través de historias que o bien ensalzan el espíritu y significado de tales fiestas o por el contrario, se mofan de ellas. La Navidad de las Madres Rebeldes - 47% cae justo en esta última categoría.

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Secuela de El Club de las Madres Rebeldes - 58% estrenada hace un año, esta película reúne de nuevo al tándem conformado por Jon Lucas y Scott Moore, directores y guionistas de la primera entrega, junto con el trío que la estelarizó: Amy (Mila Kunis), Carla (Kathryn Hahn) y Kiki (Kristen Bell).

La nueva historia transcurre tiempo después de los eventos ocurridos en la cinta anterior, y se desarrolla en los días previos a la llegada de la Nochebuena y la Navidad. Entre el trajín por los preparativos para esas fechas, a las protagonistas les llega la noticia (por separado y de manera simultánea) de la inminente visita de sus progenitoras para acompañarles durante los festejos.

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Este hecho les produce un shock de distintas magnitudes, porque cada una de ellas tiene sus propios mommy issues: La mamá de Amy es una aristócrata despótica, castrante y controladora, quien lo critica todo y por ello han tenido repetidas fricciones; la de Carla es como una versión mayor de su propia hija pero en clave rockstar y solo la busca cuando necesita pedirle dinero; y la de Kiki parece tener una fijación malsana con ella, al no querer separársele ni por un segundo. Su llegada pondrá los nervios de punta a la tripleta, y propiciará una serie de situaciones incómodas y enfrentamientos haciendo peligrar la festividad y los vínculos familiares.

El conflicto esencial de la primera entrega se enfocaba en tres mujeres las cuales, hartas de cargar sobre sus espaldas con la presión social de no ser madres modelos y perfectas, explotaban y se sublevaban en un intento de reafirmar su valía y dignidad a pesar de (y gracias a) sus carencias e imperfecciones. Aquí en cambio, los personajes están más bien enredados en una disputa generacional desatada por actitudes matriarcales autoritarias e intransigentes, por una codependencia de alcances patológicos o por la incapacidad de asumir responsabilidades o compromisos. Y las fiestas navideñas se convierten en un campo de batalla propicio para dirimir estos problemas.

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Al tomar esa dirección, la rebeldía de las madres del título pasa de ser el drástico reclamo de tres mujeres frente a un mundo que las margina y no les acepta por quienes son, a convertirse en una mera pugna entre hijas y progenitoras por probar quien tiene la razón. Y al final (gracias al espíritu navideño) todo se resuelve pacíficamente, y las insurrectas terminan siendo subyugadas por la unión familiar y los buenos deseos propios de esta época del año. Y sus actos de insubordinación quedan reducidos a meros exabruptos vandálicos o alocados festejos para aliviar su tensión. La rebeldía termina por ser sofocada, conquistada por un Santa Claus stripper, sometida por las culpas y remordimientos, o simplemente, frenada por los hijos y/o el anhelo de tener una familia y una vida normal.

Esto, aunado a un humor en diversas tonalidades (picante, vulgar, de pastelazo…) pero que en el fondo es bastante inocuo y rutinario, hacen que La Navidad de las Madres Rebeldes - 47% no consiga estar a la altura de su predecesora (la cual aunque no era algo memorable, mínimamente tenía algunos destellos de ingenio y espontaneidad), y pase directo a formar parte de la lista de películas de temporada genéricas y perfectamente olvidables que son como las envolturas de los regalos: desechables una vez que cumplieron su cometido.

A modo de epílogo: el desenlace parece sugerir que el próximo filme de esta franquicia bien podría ser algo así como El club de las abuelas rebeldes.

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