Y entonces Jodie Foster -la célebre actriz de Taxi Driver - 98% y El Silencio de los Inocentes - 94%- dijo “Los Blockbusters y especialmente el cine de superhéroes, están arruinando los hábitos cinematográficos de la población estadounidense y últimamente también de todo el mundo”. Dichas declaraciones que han causado polémica y cierto malestar tanto en los que están involucrados con este tipo de proyectos, como entre los fans, no se puede aseverar que sean erróneas, pero al igual que las de Alejandro González Iñárritu en su momento -cuando habló de genocidio cultural-, si son un tanto radicales.
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Y es que no es este tipo de temáticas lo que en sí está golpeando al séptimo arte como tal, sino las políticas de los estudios, quienes impulsados por la voracidad parecieran empeñados en convertirse en los supervillanos de este episodio, buscando crear de manera indiscriminada, franquicias, universos fílmicos interconectados y sagas con expectativas de recaudación inconcebibles, mismas que aunque llegan a ser rentables, al no rebasar los números calculados son reiniciadas a través de rutinarios reboots, remakes y similares.
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Por supuesto, esto no significa que todas esas producciones sean malas, para nada, varias de ellas tienen valores fílmicos reconocibles y cumplen como entretenimiento, pero debido al desleal aparato comercial que suele acompañarles, han ido asfixiando las múltiples posibilidades que ofrece el cine, cerrándole las puertas a los conceptos con otro tipo de aspiraciones, incluso aquellos que vienen con la firma de directores que oscilan bajo la mirada de las majors, ya que al no incluir de nueva cuenta en sus historias, a dinosaurios o batallas espaciales, enfrentan dificultades para encontrar el espacio y el tiempo de exhibición adecuado.
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Claro, en eso tenemos mucho que ver los espectadores a los que además de pasarla bien con el espectáculo y los efectos especiales, también nos gusta el otro tipo de cine; ya que nos dejamos llevar por el boom mediático, afanándonos en ver la superproducción en turno durante su estreno, dejando para después las “otras”, que terminan por hundirse en su primer fin de semana, perdiéndonos así la oportunidad de verlas como se debe, en pantalla grande.
Es por ello, que más allá de estigmatizar ciertos temas y asumir una postura en contra, sería conveniente tomar las declaraciones arriba referidas, como un llamado a reflexionar nuestras prioridades, y quizás ver primero esas otras películas que no pueden avasallar las carteleras pero que también nos interesan y disfrutamos, dejando para las siguientes semanas las que tratan sobre autos haciendo maniobras imposibles, batallas entre robots o sujetos usando mallas y armaduras; al fin y al cabo, esas ahí estarán durante bastante tiempo y en un montón de salas.
Una clara señal para los distribuidoras y finalmente para los estudios, de que bien pueden dejar de tener cómo único objetivo -por qué sería insensato e iluso pensar que lo abandonarán por completo-, el hacer dinero.
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