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En lo que va del año, a la cartelera comercial han arribado dos películas las cuales han pretendido sacar partido del furor mundialista. La primera fue la fallida comedia [Pelicula] Tuya, Mía… Te La Apuesto (remake del filme colombiano La Pena Máxima del 2001). Ahora toca el turno a Campeones, segundo largometraje de la también actriz, productora y escritora [Director] Lourdes Deschamps, quien debutase en la dirección con [Pelicula] Villa, itinerario de una pasión del 2015.
En este su segundo trabajo, Deschamps se centra en una historia de la vida real acaecida en 2005, cuando la selección juvenil Sub-17 (en ese entonces dirigida por Jesús “Chucho” Ramírez) obtuvo la Copa Mundial en dicha categoría derrotando a Brasil en la final del torneo celebrado en Perú ese año.
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Para narrar esta historia, Deschamps emplea tres hilos argumentales: en el principal, recrea linealmente los sucesos ocurridos en los años previos a dicho triunfo, desde que “Chucho” Ramírez se vuelve entrenador de la Sub-17, hasta llegar al ya legendario partido donde derrotaron a su similar brasileña por un marcador de 3 a 0. Aquí se muestran la serie de dificultades (técnicas, de presupuestos, incluso personales y emocionales) que tanto el entrenador como el propio equipo enfrentaron y superaron para lograr la victoria.
La segunda narración se enfoca en la infancia y la juventud de “Chucho”, cuando soñaba con ser futbolista profesional, pero su padre se oponía por considerar que esa no era una verdadera profesión de la cual poder vivir, y en cambio deseaba que su hijo siguiese estudiando y se titulase. Pero a causa de una lesión, Ramírez abandona dicho sueño para volverse posteriormente director técnico.
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Y el tercer frente narrativo se acerca a algunos de los miembros de dicha selección juvenil, para contar sus historias personales, donde la pobreza, las carencias (económicas y afectivas) les aquejan, pero donde también gozan del apoyo de sus padres, familiares y amigos en su lucha por alcanzar su objetivo.
Al intentar recrear un momento clave en la historia del futbol nacional quizá con las mejores intenciones, el filme de Deschamps tropieza con varios obstáculos que a la postre, le hacen caer. De inicio, adolece de un desafortunado miscast encabezado por Arturo Carmona, quien no consigue interpretar de modo creíble su papel de “Chucho”, y se convierte en una versión acartonada, fría y musculosa del director técnico. Y lo mismo ocurre con buena parte del elenco, especialmente con las intervenciones de Pierre Angelo y su personaje del comentarista Margarito Machuca, el cual parece extraído de algún sketch cómico de programa televisivo.
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La atmósfera innegablemente televisiva constituye el segundo gran problema de Campeones. En algún momento, el deporte estrella en cuestión es dejado un tanto de lado, para ofrecer en cambio una historia que se pretende inspiradora, y termina por parecerse más a una telenovela en sus interpretaciones, diálogos, tónica… todo en su producción están más próximo al formato de la pantalla chica que al cinematográfico. Mención aparte se merecen los errores de continuidad y cabos sueltos que conforme el largometraje avanza, se vuelven más evidentes y hasta mueven al humor involuntario: secuencias de estadios semivacíos que se llenan mágicamente al cambiar de toma y a la inversa, escenas de una puesta teatral insertadas de modo forzado -y no enriquece, sino entorpece la fluidez narrativa-, recreaciones de partidos que dejan mucho que desear, y se dejan incompletas varias de las líneas argumentales propuestas por el propio filme, dejando en el aire la conclusión de varias de sus subtramas.
Y sin duda, el mayor obstáculo que Campeones no consigue salvar, es no poder hacer que el relato brinde un aporte objetivo, inspirador o al menos conmovedor, y se quede solo en un muy básico, tímido y hasta un tanto demagogo drama lacrimógeno con discurso motivacional y de autosuperación de por medio. Es decir, su gran error es quitarle el balón a la épica y la pasión deportiva, y dejárselo al melodrama más convencional, sensibilero y aleccionador.
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Al contemplar las escenas finales y de los créditos -donde se ven grabaciones reales de Chucho dándole palabras de aliento a sus jugadores- surge la interrogante: ¿no hubiese sido mejor hacer un documental sobre su hazaña deportiva? Seguramente hubiese resultado una experiencia cinematográfica mucho más satisfactoria y luminosa que la ofrecida por esta película. Y así, el marcador permanece 2 a 0, y el cine mexicano con enfoque futbolero esta perdiendo el juego.
En este su segundo trabajo, Deschamps se centra en una historia de la vida real acaecida en 2005, cuando la selección juvenil Sub-17 (en ese entonces dirigida por Jesús “Chucho” Ramírez) obtuvo la Copa Mundial en dicha categoría derrotando a Brasil en la final del torneo celebrado en Perú ese año.
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La segunda narración se enfoca en la infancia y la juventud de “Chucho”, cuando soñaba con ser futbolista profesional, pero su padre se oponía por considerar que esa no era una verdadera profesión de la cual poder vivir, y en cambio deseaba que su hijo siguiese estudiando y se titulase. Pero a causa de una lesión, Ramírez abandona dicho sueño para volverse posteriormente director técnico.
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