La pérdida de un familiar siempre trae consigo dolor, pero en El Legado del Diablo - 96% el horror del duelo aumenta exponencialmente. Dirigida por Ari Aster, en su debut como realizador, esta película que debutó en Sundance lleva el aspecto más crudo de la muerte a la pantalla y lo expone a la luz de la culpa y paranoia.
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Luego de la muerte de su madre, de quien era distante, Annie (Toni Collette) comienza a notar que extraños sucesos tienen lugar en su hogar. En un intento por ayudar a su familia a seguir adelante, sus seres queridos terminan sufriendo otra desgracia que pone en riesgo sus vidas y la empuja a poner en duda su sanidad mental y lo poco que creía saber sobre la vida de su mamá.
Con un ritmo que exige absorber cada detalle que se pone a cuadro y una notable intención por sorprender y evadir las expectativas, este filme pide a su audiencia soportar una trama devastadora para luego satisfacer los deseos de los amantes del género y premiar su resistencia. Entre The Babadook - 98% y El Conjuro - 86%, El Legado del Diablo - 96% encuentra el justo equilibrio de los clichés del horror y un ejercicio original.
La mejor característica de esta película es su atmósfera. Aster entiende muy bien los mecanismos a través de los cuales, por años, los cineastas han intentado asustar al público y, al no seguir esas fórmulas, mantiene una constante sensación de paranoia que es perpetuada por el diseño de sonido, lo que hace pedir con urgencia el alivio del susto. El filme te hace creer, por ejemplo, que algo saltará a la pantalla, sólo para no hacerlo sin dejar de amenazar con la posibilidad de que así sea.
Sí, la historia es brutal. Sin revelar detalles, también en los acontecimientos el director, que además escribió el libreto, evita las expectativas y en repetidas ocasiones sorprende al cambiar el rumbo hacia el que lleva a sus personajes. En gran parte, la mesura de Collette en su actuación, que derrocha más emoción en este papel que varios actores en sus carreras completas, y en general la del elenco, hace creíbles las reacciones de su personaje y los inesperados giros del libreto.
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Sin embargo, El Legado del Diablo - 96% no se libra de defectos. La primera mitad de la película se siente más como un drama familiar muy crudo y perturbador que como un filme de terror. Conforme la trama avanza, los elementos sobrenaturales comienzan a desatarse a un ritmo cada vez mayor que en momentos resulta desconcertante. Tan es así que la escena final tiene que ser explicada por un personaje. Esta película no va a ser disfrutada por quienes buscan sustos con efectos de audio o susto tras susto.
Aster pide a su audiencia sentarse a disecar cada parte de su largometraje antes de revelar sus planes. A fuego lento, lo perturbador de la historia y las inquietantes imágenes que presenta, se van cociendo hasta que la olla termina por explotar y entregar a los fans del género lo que al final del día quieren ver. Al mismo tiempo que cuida de no perder, a causa de esto, una interpretación profunda de lo desgarrador y emocional que es el duelo por una muerte cercana.
El Legado del Diablo - 96%, pese a su desenlace, es un ejercicio por combinar los elementos clásicos del horror con las dinámicas familiares de quienes lo han perdido todo. El resultado es un filme que quizá no haga al público saltar de sus asientos, pero sí los hará mirar a su familia para preguntarse si tal vez uno de sus miembros es en realidad un demonio acechando en la oscuridad.
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