El cine mexicano estrenado en mayo 2018, bajo el escrutinio de la crítica

Mayo es un mes donde la cartelera comercial ya se encuentra totalmente inmersa en la temporada veraniega y por ende, dominada por los grandes Blockbusters que acaparan muchas de las pantallas cinematográficas de la República Mexicana. 35 largometrajes de distintos países fueron estrenados este mes, incluyendo desde superproducciones hollywoodenses como Han Solo: Una Historia de Star Wars - 56%, Deadpool 2 - 85% y la fiebre de Avengers: Infinity War - 79% (la cual a más de un mes de su estreno todavía permanece en varios complejos cinematográficos); hasta producciones más modestas e independientes que lograron colarse en la cartelera comercial y tuvieron (o tienen) una discreta corrida en el circuito alternativo o también denominado cultural.

Aún con el grueso de las pantallas cinematográficas monopolizadas por los poderosos productos de los grandes estudios, el cine mexicano logró mantener la misma cifra de estrenos que el mes de abril: 8 producciones y coproducciones mexicanas lograron estrenarse en este período. Seis de ellas lograron llegar a salas comerciales, y el resto hicieron acto de presencia en el ya mencionado circuito alternativo. Esta cifra de estrenos representa casi 23% de lo estrenado en mayo, es decir, casi una cuarta parte de lo que llegó a cartelera, promediando dos estrenos nacionales por semana. Transcurridos cinco meses, 37 filmes mexicanos han logrado llegar a la cartelera, un 21% de lo estrenado durante dicho período.

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Al igual que ocurrió en abril, la tendencia hacia la comedia como género dominante en los estrenos nacionales decreció. Irónicamente, la presencia de comediantes mexicanos en papeles estelares se dio solo a través de una película de manufactura estadounidense: ¡Hombre al Agua! - 35%, dirigida por Rob Greenberg y protagonizada por Eugenio Derbez y la norteamericana Anna Faris.

Con las comedias fuera del panorama, el género que predominó en el cine nacional durante el mes fue el documental, representado por SUNKA RAKU: Alegría Evanescente de Hari Sama, El Caído del Cielo - 100% de Modesto López y No se Mata la Verdad de Témoris Grecko. El resto de los estrenos se repartió entre tragicomedias íntimas (Violeta al Fin), intensos dramas familiares (La Voz de un Sueño) o con fines motivacionales (Campeones); y dos películas de corte infantil con propuestas radicalmente opuestas: Un caballo llamado Elefante - % de Andrés Waissbluth y El Ángel en el Reloj de Miguel Ángel Uriegas.

Para hablar a detalle de las producciones mexicanas de este mes, damos paso a las opiniones de varios críticos especializados:

Jorge Negrete - Crítico de cine para Butaca Ancha, Cine Premiere y Forbes México.

La animación mexicana ha sido una de los géneros menos favorecidos por la audiencia, considerando la abrumadora competencia que se sufre por parte de las majors estadounidenses y los refinados avances técnicos que impiden que los esfuerzos hechos en México puedan alcanzar un poco de notoriedad, incluso con la copiosa producción de cortometrajes de diversas instituciones a nivel nacional. A pesar de los aceptables resultados en taquilla de las películas de Huevocartoon y la serie de Leyendas, el reto de producir una película animada y llegar a las salas resulta una auténtica proeza sin apoyarse en temas alusivos a la identidad nacional, como el albur o el folklore.

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Son considerables los problemas que una película como El Ángel en el Reloj pudo haber tenido considerando el tema, el formato y los antecedente del cineasta Miguel Ángel Uriegas, pero sin duda resulta novedoso encontrar en la película una forma hábil de distanciarse de la media de la producción animada nacional. Tomando influencias del naturalismo lírico de Mamoru Hosoda así como de los vistosos y complejos mundos del titán japonés Hayao Miyazaki, la película de Uriegas presenta la historia de una pequeña enferma de cáncer que tiene el ferviente deseo de detener el tiempo, lo que la lleva a emprender una odisea de tierna sagacidad.

Evitando convertirse en propaganda para crear conciencia, la película de Uriegas fue seleccionada en el Festival de Annecy en Francia y representa una sólida alternativa y vía para la producción animada nacional. Que el tiempo pueda seguir corriendo para la animación mexicana.

Alma Aguilar Funes - Comunicóloga por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Periodista, investigadora y productora de televisión en diversas instituciones públicas y privadas como TV UNAM, Voces Contra el Silencio, Milenio Televisión, TV Azteca y el CCC. Actualmente se desarrolla como investigadora fílmica en la Cineteca Nacional, además de colaborar con la revista electrónica Encuadres, y ser conductora del programa Claquetazo en CAM Radio.

Ha concluido el mes de mayo y con él casi cinco semanas llenas de opciones para los espectadores del cine en los que se conjuntaron estrenos internacionales que pusieron en jaque a las películas producidas en México. La cantidad de las exhibiciones fue importante, pues alrededor de 30 títulos abarcaron las pantallas del país. Sin embargo, lo realmente apabullante fueron los títulos con los que el cine nacional tuvo que competir, pues como es costumbre, las producciones hollywoodenses ocuparon la mayoría de los espacios y los mejores horarios, sin contar con la poderosa industria publicitaria que desde meses atrás creaban expectativa en el auditorio asiduo.

Este fue el caso de Han Solo: Una Historia de Star Wars - 56%, spin-off de la franquicia galáctica del mundo de Lucas Films y Walt Disney Pictures. A pesar de no haber llegado a la expectativa de ingresos propuesta por los expertos –de entre 130 y 150 millones de dólares–, pues acumuló sólo 83.3 millones durante su estreno en Estados Unidos, la precuela sobre Han Solo abarrotó las salas. Su competencia más fuerte fue el estreno, una semana antes, de Deadpool 2 - 85%, que según cifras de la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica (Canacine) recaudó 67.4 millones de pesos en su segundo fin de semana, dejando a la cinta de Lucas-Disney en segundo lugar (con 48.3 millones de pesos) y a la producción norteamericana ¡Hombre al Agua! - 35% en la tercera posición, con 42.2 millones.

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Justo este último título generó gran expectativa debido a la imagen de Eugenio Derbez que se publicitó hasta el hartazgo en el país, así como del elenco conformado por reconocidos actores del cine nacional como Jesús Ochoa, Cecilia Suárez y Fernando Luján, además de comediantes famosos como Omar Chaparro y Adrián Uribe. Quizá ese hecho hizo que muchos pensaran en ver esta cinta como una alternativa mexicana, pero nada más alejado de la verdad.

El cine nacional que se estrenó en el quinto mes del año estuvo conformado por diez títulos que poco pudieron hacer contra los blockbusters mencionados y otros del tipo 24 Horas para Vivir - 42%, protagonizada por Ethan Hawke; Tully: Una Parte de Mí - 88%, estelarizada por Charlize Theron; Nunca Estarás a Salvo - 79% con el impresionante actor Joaquin Phoenix y la muy esperada Isla de Perros - 87% de Wes Anderson. He aquí entonces el recuento de los temas que entraron a cartelera.

Hari Sama finalmente logró estrenar su documental SUNKA RAKU: Alegría Evanescente, producido en 2015, con una narrativa tan íntima como sus anteriores trabajos, enfocado en un personaje extraordinario llamado Roberto Behar. Dueño de una casa de té y previamente apasionado del clavecín, especialista en cetrería y publicista, Behar comparte sus desventuras hasta sus recuerdos más cercanos en la actualidad para dar una lección de vida. Con fotografía de Miguel López y música de Erick Bongcam, el relato ocurre como un certero camino a la autosanación.

Por su parte y con una producción más austera, El Caído del Cielo - 100% documenta otra injusticia ocurrida en Latinoamérica a causa también de la represión, pero esta vez peronista. Dirigido por Modesto López, el filme sigue la historia de un humilde campesino perteneciente al Ejército Revolucionario del Pueblo en los años setenta, quien fue secuestrado en un helicóptero federal y aventado por los aires en un pueblo lejano. La situación que impactó a los habitantes que le dieron entierro, creó una ola de fe hasta nombrarlo su santo; sin embargo, todo cambió en 2010 cuando el nombre de ese campesino fue reconocido y para efectos de investigación su cuerpo exhumado, lo que puso en movimiento a todo el pueblo. Interesante desde un punto de vista sociológico.

Respecto al género de ficción no hubo mucho ruido en las realizaciones que se presentaron. Comencemos por Violeta al Fin de Hilda Hidalgo, un interesante proyecto acerca de una mujer de 72 años que en el proceso de su divorcio intenta retomar las riendas de su vida, sin la confianza de sus seres cercanos debido a su avanzada edad. Aunque la trama resulta interesante, los ritmos no son los mejores para mantener al espectador apasionado por una historia que proyecta problemáticas reales, así que la cinta cumple sin llegar a ser trascendente.

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También estuvo en cartelera la cinta Campeones de Lourdes Deschamps quien contó con el estímulo fiscal del EFICINE para hacer esta cinta sobre la historia de la selección mexicana de futbol soccer Sub-17. Aunque la historia es atractiva y bien podría resultar un excelente tema, Deschamps pierde la línea y al querer mezclar las aventuras y dramas de los personajes se olvida del evento histórico, terminando por no darle un enfoque contundente a su cinta.

Para concluir el recuento dejamos al final El Ángel en el Reloj por su condición de animación, la cual no logra consolidarse en el cine nacional. A pesar de ello, esta producción mexicana es una interesante propuesta infantil que igual puede ser apreciada por públicos de más edades, en las que se cuenta la historia de una pequeña que quiere detener el tiempo. Acompañada por otros interesantes personajes de fantasía, Amelia aprenderá el valor de vivir su presente, metáfora que bien le viene a cualquier persona. El trabajo de animación llevó alrededor de dos años y medio y el proyecto estuvo a cargo de Miguel Ángel Uriegas, quien consigue conformar un relato entretenido que promete más de este género cinematográfico.

Alberto Acuña Navarijo - Colaborador de Cinema Móvil y el programa radiofónico Derretinas de la barra Resistencia Modulada que se transmite por Radio UNAM.

A diferencia de los primeros cuatro meses del 2018, mayo fue más bien discreto en cuanto a estrenos de cine mexicano se refiere. Sin embargo, por medio de la décimo tercera edición de Ambulante se tuvo la oportunidad de ver finalmente en la Ciudad de México el que podemos considerar el primer momento notable del año: Hasta los Dientes, ópera prima de Alberto Arnaut. Y es que no sólo se trata de la crónica puntual y pertinente de uno de los cientos de casos arrojados por la guerra contra el narcotráfico que van perdiéndose en el olvido, sino que tenemos a un director quien tempranamente se revela como un buen narrador que va desmontando por capas el relato en una estructura que va de lo particular a lo general, para demostrar cómo la impunidad lo anega todo.

Así, Arnau rescató la historia de Javier Francisco Arredondo Verdugo y Jorge Antonio Mercado Alonso, los cuales hace ocho años pasaron para fines oficiales de ser dos estudiantes clasemedieros de excelencia académica del Tec de Monterrey a un par de peligrosos sicarios, esto tras su tortura y asesinato a manos de militares en medio de un malogrado enfrentamiento contra el crimen organizado. Y para ello, el director debutante va haciendo una radiografía de cómo la sociedad regiomontana fue alcanzada por el miedo y la confusión, desde aquellas primeras secuencias de vena más íntima que retratan habitaciones vacías, pasillos, carreteras (con claros ecos al cine de Tatiana Huezo, con esos espacios que buscan evocar emociones y las voces en off reflexivas y poderosas), hasta los momentos más aciagos (las respuestas opacas de las autoridades del Tec, los testimonios de los padres que describen esas horas fatídicas en el servicio forense, ese militar que no permite que sigan grabando con sus celulares a las personas que se encuentran guareciéndose dentro de una tienda en plena balacera...), reservándose cierto leitmotiv convertido en el gran hallazgo del filme: el video de una cámara de seguridad de la propia universidad el cual el director manipula, descontextualizando y resignificando las imágenes registradas al mismo tiempo que advierte lo sencillo que es fabricar las verdades históricas.

La impunidad, la indiferencia, la desinformación y la ligereza con la que se terminan construyendo en los medios de comunicación las biografías de las víctimas de la misma guerra, también fueron los ejes en que se movió el documental No se Mata la Verdad (segundo largometraje de los hermanos Coizta Grecko y Temoris Grecko, director y guionista respectivamente), cuyo estreno independiente los ha llevado a emprender una gira por salas alternativas y foros culturales. Se trata del recuento de los últimos tres años en el país, los más violentos y peligrosos para ejercer el periodismo; aquellos en los cuales el asesinato, el secuestro, la amenaza y la censura dejaron de provocarle sorpresa a alguien.

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Cierto, No se Mata la Verdad roza constantemente el reportaje televisivo y por su propia naturaleza, rebosante de nombres, cifras y casos, el montaje llega a ser en varios pasajes abrumador, sin embargo estamos ante un trabajo contundente, incisivo y con mayor personalidad que otras cintas que han abordado el tema en épocas recientes -como Reportero o El Paso-. Perturbador resulta escuchar en las presentaciones que ha tenido la película a sus creadores mencionar un detalle: prácticamente todos los personajes están muertos; no importa sí se trataba de un periodista autodidacta de Veracruz o una reconocida investigadora de violaciones de derechos humanos; todos se enfrentaron a un monstruo de mil cabezas, el mismo que hace que el crimen organizado barrene la voluntad de cualquiera, los políticos puedan amenazar cínicamente en público y ciertos medios de comunicación se corrompan al mejor postor.

En el otro extremo del espectro, se estrenó la inteligente animación El Ángel en el Reloj, segunda incursión de Miguel Ángel Uriegas en el género. Acostumbrados a cierta animación mexicana más interesada en saturar los relatos con referencias de cultura pop y contar con voces de actores famosos para que sólo repitan sus frases y one liners que los caracterizan -como un poco imaginativo gancho para atraer audiencia, tipo La Leyenda del Charro Negro - 50% y Marcianos vs. Mexicanos - 9%- El Ángel en el Reloj se desmarca, preocupándose más en su historia y su moraleja. De esta manera, el viaje iniciático que emprende una niña de ocho años aquejada por cáncer por un universo paralelo y oculto, se olvida del chantaje sentimental barato, la campaña de concientización bien intencionada (terrorismo filantrópico le llama el director), o el tono netamente didáctico tomando en cuenta el target infantil al que va dirigida; para abordar temas como el paso del tiempo y el asumir los avatares que forman parte de la vida.

Por último, aunque estrictamente no fue un estreno, por motivo de su participación en el Festival de Cannes dentro de la sección Cinéfondation, dedicada a lo más sobresaliente del cortometraje estudiantil, Los Tiempos de Héctor, tesis de Ariel Gutiérrez Flores tuvo durante mayo una presencia importante en cineclubes y plataformas de streaming.

Teniendo como escenario la ciudad nocturna, cinematográficamente siempre seductora, impredecible y regida bajo sus propias reglas, aquella en la cual los outsiders salen de los resquicios, las distancias se comprimen, la noción del tiempo se altera y los encuentros simplemente ocurren (compartiendo espíritu con recientes cintas nacionales como El Vigilante - 85% o El Club de los Insomnes - 67%) el también crítico de cine presentó una sensible road movie protagonizada por dos seres solitarios: un hombre entregado a asistir suicidios y una joven mujer que solamente desea morir sin razón aparente.

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Protagonizado por Andrea Portal y Fermín Martínez, Los Tiempos de Héctor está más preocupado en el atípico vínculo que establecen por solo unas cuantas horas sus personajes, en el encuentro como ese momento quimérico, en los silencios que se producen en sus conversaciones y en la empatía que se le ofrece al otro, que en presentar una postura ética o política por el carácter clandestino de la actividad de su protagonista, ello en una obra sutil de un director prematuramente maduro.