El Conjuro - 86% de James Wan es una de las mejores películas de terror de los últimos diez años. Aunque parte de una premisa clásica del género, una casa embrujada, el director de origen chino, nacido en Malasia pero formado como cineasta en Australia, logró estremecer a la crítica y la audiencia y luego replicar ese furor con El Conjuro 2: El Caso de Enfield - 80%, pero ¿qué hay de La Monja - 47%, la cinta que produjo y el tercer spin off de su universo cinematográfico? El realizador Corin Hardy entrega algo superior a Annabelle - 29% y su secuela, pero aún sin alcanzar el mismo impacto que la terrorífica película original.
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Ambientada en la década de los años 50, la historia sigue al padre Burke (Demián Bichir) que es enviado a investigar el suicidio de una monja en una abadía en Rumania. Ahí recibe ayuda de la hermana Irene (Taissa Farmiga), una novicia que aún no realiza sus votos y de Frenchi (Jona Bloquet) un escéptico y coqueto lugareño que conoce los alrededores del castillo en el que el extraño suceso ocurrió. Tras recuperar el cadáver y adentrarse en el convento descubrirán que una presencia acecha a las novicias del lugar.
Hardy crea su propio universo tomando en cuenta el contexto y la conexión de esta película con las que la preceden. En comparación con los filmes de Annabelle, La Monja es el resultado de una mezcla entre la comedia de horror y el guión de una película de serie B. Aunque no carece de errores técnicos y de una evidente fórmula para crear suspenso, el filme de Corin Hardy busca dejar claro que la comedia puede jugar a favor de los sustos cuando se colocan en el lugar adecuado, como lo gracioso que es ver a una monja poseída y que se resiste a ello.
Habría que preguntarle a Hardy y Wan, quienes co-escribieron el libreto junto al guionista de Destino Final 5 - 61%, si las secuencias cómicas fueron intencionales. El personaje de Bloquet es evidentemente un alivio a la tensión dramática, pero incluso las escenas sin él, se sienten extrañamente burlonas de su misma premisa. No es tanto que el filme no se tome a sí mismo en serio, sino que el director parece divertirse en exagerar ciertas circunstancias del guión y usarlas a su favor. Aunque no siempre esto resulte así.
En sus mejores momentos, La Monja disipa el terror con este tipo de comedia, en su mayoría proveniente de dicho personaje, solo para luego aterrorizar de sorpresa a la novicia o al padre. La fórmula que conjuga risas con tensión y terror y luego las remata con otra situación divertida funciona para distraer al espectador de lo pobre de la técnica del realizador.
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En sus peores momentos, la yuxtaposición de tonos esconde la dependencia de Hardy a los constantes paneos en tomas cerradas para enfocar los rostros de los actores y así generar suspenso. Otro vicio del director es sacudir la cámara mientras encuadra al demonio en un intento por generar más horror al público, algo que no consigue a lo largo de la historia. Sin mencionar que hay partes de diálogo que explican lo que deberíamos ver en pantalla, cortando así todo el misterio que debería ir descubriendo el espectador.
La Monja está tan lejos de ser como El Conjuro - 86%, pero tampoco es del todo mala. Cumple con su propósito de entretener. Pese a no ser precisamente una comedia de horror, el filme intenta hacerte reír sólo para escabullirse a tus espaldas y asustarte mientras te carcajeas de ella. Si esa fórmula resulta efectiva o no dependerá de qué tanto el público se deje sorprender.
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