Spike Lee es de los pocos directores de quienes se puede decir que hacen el cine que quieren, aceptando las bondades y consecuencia que eso les implica, de ahí que los últimos trabajos del estadounidense hayan pasado casi inadvertidos por la crítica especializada y el público que acusaban su discurso de un excesivo didactismo, sin embargo, con su más reciente película, El Infiltrado del KKKlan - 85%, Spike Lee ha vuelto a las bases estilísticas y temáticas que lo perfilaron como una de las voces más influyentes y contestatarias del cine norteamericano; un cineasta que sabe destacar los puntos complejos, incómodos y álgidos de la convivencia social y los conflictos que enfrentan las minorías en Norteamérica.
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En su regreso triunfal (porque vaya que así es como debe calificarse el nuevo opus del director), Lee ha tomado como base una historia real adaptando la novela de Ron Stallworth , Black Klansman, para abordar el odio racial durante la década de los 70 a través de la experiencia narrada por el propio Stallworth, interpretado en la ficción por John David Washington, una vez que se convierte en el primer detective afroamericano del departamento de policía de una ciudad de Colorado. Para probar su capacidad dentro del departamento, Stallworth orquesta un ingenioso plan para infiltrarse en el Ku Klux Klan, ayudado por Flip (Adam Driver), uno de sus compañeros que se hará pasar por él en las reuniones de la organización.
Cimentada en el pasado pero encadenada con el presente y viendo hacia el futuro, el repaso histórico que hace Spike Lee es una suerte de yuxtaposición de sucesos que le han servido para elaborar un oportuno manifiesto que parece hablar más de un presente convulso que el de echar una simple mirada al pasado, así El Infiltrado del KKKlan busca abrir el debate para comprobar que la xenofobia no es un tema superado, cuyas ondas expansivas continúan latentes en un país que si no es capaz de recordar su historia, está condenando a repetirla, es por eso que, de forma inteligente, Lee remata su ficción con imágenes de archivo de los trágicos acontecimientos de Charlottesville de 2017 en una especie de declaración de principios para mover la reflexión en el espectador y situar este largometraje como una representación de la realidad.
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Electrizante y audaz, El Infiltrado del KKKlan es una película única desde su concepción y, es que, no solo es valiosa por las preguntas que Spike Lee está planteando, también por su propuesta estética, tan pulida, detallada y llena de textura cercana a otros clásicos políticos como Tarde de Perros - 95% o Contacto en Francia - 98%. Asimismo, la película es una muestra del más puro estilo del cineasta: de la hilarante comedia pasa por el drama criminal, el horror realista y la sátira para lanzar la advertencia política; una mezcla tonal que sirve para marcar, por un lado, el ritmo dramático y, por el otro, el desarrollo truculento de la trama que desemboca en un tercer acto siniestro y angustioso. Todo lo anterior sin olvidarse, claro está, del mismo trasfondo del personaje central, su día a día, los salones de baile con música funk y su encuentro con la activista Patrice Dumas (Laura Harrier).
Si los demás elementos que hilvanan el argumento no fueran suficientes, Spike Lee añade a la ecuación uno propiamente cinematográfico al revelarlo como el medio a través del cual se transfieren las ideologías, así expone el confuso tratamiento hecho en los filmes El Nacimiento de Una Nación - 90% y Lo Que El Viento Se Llevó - 94% en cuanto a la representación afroamericana. Es realmente sorprendente que, en un filme claramente militante, el director se de tiempo para hablar del propio cine y su repercusión.
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Destilando comedia, principalmente en aquellas secuencias donde Ron Stallworth se hace pasar por un hombre blanco mientras habla por teléfono con el líder del Ku Klux Klan, David Duke (Topher Grace), El Infiltrado del KKKlan - 85% se abre a sí misma un lugar dentro del actual cine político por su ingenio y su mordaz reflexión, un filme que sabe hablar de temas oportunos sin olvidarse del entretenimiento cinemático, por eso no es solo una de mejores películas que tendremos oportunidad de ver en cartelera, sino también, una grito contestario muy oportuno.
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