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Es muy común ver representados en el cine a muchos escritores que nos legaron obras imprescindibles de la literatura universal, sin embargo, en pocas ocasiones nos paramos a pensar en aquellos personajes encargados de catalogar las palabras y sus significados para reunirlos en un diccionario es por eso por lo que, de entrada, la película [Pelicula] Entre la Razón y la Locura resulta un trabajo atrayente porque narra la creación del Oxford English Dictionary. Pero la anécdota no es solo esa ya que detrás de este titánico trabajo se esconde una peculiar historia.
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Dirigida por [Director] Farhad Safinia y basada en la novela The Surgeon of Crowthorne de [Escritor] Simon Winchester , la cinta arranca a mediados del siglo XIX en el momento en que el profesor James Murray (Angelo Diaz) plantea a varios eruditos de la Universidad de Oxford compilar palabras para la primera edición del Oxford English Dictionary. Con el respaldo de la institución, Murray se embarca en la gigantesca tarea, pero justo en el momento en el que se encuentra bloqueado recibe más de 10 mil propuestas de palabras de un paciente que se encuentra en el Asilo para Criminales Lunáticos de Broadmoor, el Doctor William Minor ( Sean Penn).
Mel Gibson adquirió los derechos de la novela en 1999 y a veinte años de ese suceso, por fin esta producción ve la luz. Quizás fue su largo y accidentado camino para verse realizada lo que terminó por mermar el resultado, un producto irregular cuyas subtramas se atropellan, pero que ha encontrado momentos brillantes para recrear un drama de época biográfico que se sostiene sobre las intensas actuaciones de Gibson y Sean Penn (vale la pena pagar el boleto para ver su trabajo), además de contar un capítulo en la historia de la lengua inglesa que es necesario conocer.
Durante la primera hora, la película se desarrolla en dos direcciones que sirven para presentar de forma individual a los dos personajes principales con la intención de atestiguar sus opuestas vidas y sus circunstancias. Sin embargo, es en este acto donde la película adolece al sobreexponer detalles en la vida de Murray y Minor que poco aportan para el encausamiento de la historia, así, la película dilata el encuentro de ambos personajes y el momento mágico que desencadena la atípica mancuerna laboral y de amistad que conformaron. Y es que, la película captura al espectador cuando el metraje está más allá de su meridiano, justo cuando ocurre el encuentro de estos dos personajes, un momento que no pudiera ser tan efectivo para garantizar la permanencia del espectador.
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A lo anterior, Entre la Razón y la Locura abusa del dramatismo en escenas ejecutadas con un estilo de telefilm: diálogos en voz en off, la utilización de la música para crear tensión y encuadres que capturan la expresión o miradas de los personajes con la intención de predisponer al espectador para los momentos climáticos.
Pero, entre todo este desbarajuste narrativo, la definición psicológica de los personajes se ha realizado de forma acertada utilizando un tratamiento que busca humanizarlos, principalmente a Minor que, a propósito de su paranoia, asesinó a un hombre equivocado. Pero, si bien se hizo un trabajo destacable en el diseño de personajes, también es cierto que Entre la Razón y la Locura es el ejemplo perfecto de que, cuando se tienen actores con rangos dramáticos amplios, la película por más irregular que sea, logra salir a flote.
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En términos generales, [Pelicula] Entre la Razón y la Locura es una película irregular que guarda para el último acto los momentos mejor ejecutados. Cuando la película se encamina a su resolución no sólo tenemos secuencias ejecutadas con presteza, también descubrimos una edición con la sensibilidad dramática oportuna, así como momentos cargados de mucha inspiración sobre el trabajo académico, asimismo, una mirada nostálgica a una amistad que brotó en las condiciones más adversas.
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