No es fácil enfrentarnos a una película como Dolor y Gloria - 96%, la película número 21 en la carrera de Pedro Almodóvar se siente como una confesión sincera e íntima del director que en la España post franquista escandalizó con sus transgresores filmes. Sin duda, estamos ante su película más personal porque, si bien es cierto que en Todo Sobre Mi Madre - 98% el director manchego se abrió a homenajear a su madre, ni en esa, ni en otras de sus cintas se había volcado tanto sobre sí mismo para mostrarnos su dolor y su gloria, para acompañarlo por su pasado, su primer amor y el cine como su salvación. En Dolor y Gloria se puede distinguir a un Pedro Almodóvar al que ya no le interesa demostrar nada y con esa seguridad que da el no tener nada que perder, nos entrega una película autentica,
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Emparentada con 8½ - 98% de Federico Fellini o la misma All That Jazz - 88% de Bob Fosse ya que todas ellas tienen como protagonista a directores de cine en crisis, Dolor y Gloria - 96% relatar un momento en la vida de Salvar Mallo (Antonio Banderas), su alter ego, en el que se encuentra aquejado por dolencias físicas y emocionales, muy solo y sin ánimos para emprender un nuevo rodaje. Durante este tiempo, Salvador hará un viaje por sus recuerdos, a su infancia, su primer gran amor, su encuentro con las drogas y su fallecida madre. En este contexto, se le avisa que la Filmoteca restauró su película Sabor, lo que lo llevará a reencontrarse con el protagonista de ese filme, un actor al que no ve desde hace 32 años y con el que llevó una relación laboral conflictiva.
Desde la primera secuencia, el director nos anuncia que estamos ante una película confesional, un relato inspirado en sí mismo y en todas aquellas personas que lo marcaron; la presencia de su madre y las mujeres del pueblo, es decir, la película se asoma a esa gente llana y trabajadora de Extremadura, lugar donde vivió el director manchego durante su infancia. Almodóvar ha creado una autoficción en la que ha abierto la caja de sus recuerdos en la que realidad y ficción se confunden.
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Este viaje por la memoria parece ser utilizado por Pedro Almodóvar como un medio de redención, en Dolor y Gloria - 96% hay flashbacks que se encausan hacia el presente para tener un ajuste de cuentas, otros en el que ocurre una suerte de exorcismo en la que el director no escatima en detallar cómo ocurrió la pérdida de su primer gran amor a través de un monólogo que luego será usado por el protagonista de Sabor, Antonio Crespo (Asier Etxeandia) en un afán por recuperar su prestigio, pero, sobre todo, una intención de sanación a través del perdón.
En el aspecto visual, la película es excepcional, el director ha mostrado nuevamente su habilidad formal a la hora de combinar texturas y disonancias que acompañan los cambios de ritmo, mientras que la música, la iluminación y los colores, principalmente la presencia de los rojos intensos, complementan el rubo emocional.
Centrándose en sus personajes masculinos, las mujeres conforman un ensamble de apoyo en este estudio de personaje, en este sentido, Antonio Banderas ha logrado una muy buena actuación, su Salvador Mallo no sólo demuestra su crisis con sus palabras, también con sus movimientos, miradas y gestos. Por otro lado, Penélope Cruz y Julieta Serrano, quienes interpretan a la madre de Salvador, una durante su infancia y otra en la adultez, están estupendas, ni que decir de Asier Etxeandía y Leonardo Sbaraglia, éste último ilustrando uno de los momentos más emotivos y contundentes del filme.
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Y no podía faltar el deseo. Pedro Almodóvar no se olvida de ese sentimiento que ha movido su vida y su carrera, de esta forma Dolor y Gloria - 96% es una película pasional y obsesiva, la redención de un autor que en su momento más crepuscular ha encontrado nuevos bríos para regresar al cine.
Dolor y Gloria - 96% no sólo es la mejor película de Almodóvar en la última década, es la película que muestra una mayor depuración y expresividad que con tan pocos elementos logra alcanzar maestría y mover muchas fibras. Como dato final, hay muchas escenas trascendentes en la película, pero la que mejor logra condensar y dar significado al término almodovariano la encontramos en la escena final.
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