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El reciente anuncio de que se busca prohibir la exhibición de películas con doblaje al español en la cartelera (salvo contadas excepciones) pareciera tomar el trono como el colmo de las ridiculeces del cine mexicano. La medida, lejos de buscar motivar al público a leer o incluso a aprender inglés, tiene la tramposa y deficiente idea de chantajear al respetable para que opte por ver producciones nacionales en lugar de ver cine hecho en otras idiomas. En términos más populacheros, pareciera una patada de ahogado en todos los sentidos posibles.
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La Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas busca que se respete a rajatabla el artículo 8 de la Ley Federal de Cinematografía. Una vez más, la intención es, en palabras de Mónica Lozano “proteger el patrimonio cultural para que la gente no se americanice”. Esto, además de sonar cuestionable, pareciera decir que el cine mexicano, una vez más, no se siente capaz por sus propios medios de defenderse y de lograr atraer a los espectadores a las salas.
Existen por supuesto muchos otros problemas de distribución y exhibición, ni hablar que un servidor sí agradecería poder encontrar más funciones de cintas extranjeras subtituladas. Sin embargo, el escenario ideal es un balance y no que un lado se imponga al otro. No combates la competencia desleal con más competencia desleal. Los que buscan defender el cine mexicano con esto, lejos de hacer un papel digno, parecen determinados en meterse el pie y a enemistarse con el público y distribuidores por igual. Esto se junta a todo lo que un servidor ha señalado desde hace ya un par de años en distintos textos respecto a los males hábitos del cine nacional. Ya es hora de entender que vivimos en un momento clave en la historia de nuestro cine y que todos colaboramos de un modo u otro, para bien y para mal. Ya es hora de hacer un verdadero ejercicio de reflexión y autocritica de todas las partes involucradas.
Ya es hora de dejar de culpar a otros de que el cine mexicano no guste, que no sea aún un producto buscado y deseado por las audiencias. Ya es hora de que realizadores se dejen de lavar las manos y busquen culpar a Los Avengers o a Eugenio Derbez de que nadie quiera ver sus cintas. Quizás ya es hora de que busquen crear un producto fílmico realmente atractivo y variado. Es hora de que recuerden que, si se desea tener una industria de cine en México hecha y derecha esta debe ser redituable. Debe saber vender, saber llenar salas de distintas maneras y no solo con los mismos actores en las mismas comedias insulsas.
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Ya es hora de que el cine mexicano deje de sentir lastima por sí mismo, que busque la pena ajena y la compasión de los demás. Que nos pida que le demos “chance” y que lo veamos por “buena onda”. Ya es hora de que exista una actitud profesional hacia el quehacer cinematográfico. Que se entienda como se deben manejar distintos géneros narrativos. Que no todo se puede resumir a Godínez, Mirreyes, capitalinos leperos obsesionados con andar de fiestas, romances bobos, remakes mediocres o sketches de televisión glorificados. México es un país lleno de historias que piden a gritos ser contadas, solo falta la gente con la habilidad para escribir buenos guiones y directores que, en conjunto, puedan llevar a las pantallas de todo el país estas historias que aún no vemos. Énfasis en buenos guiones, porque sin guión por más “visión” que pueda tener un director las cosas NO van a funcionar.
Ya es hora de que se deje de esperar que el gobierno resuelva todos los problemas de una industria que no termina de hacerse industria. Debe existir una colaboración mutua y no una dependencia. Debe entenderse al cine como una forma de expresión pero también como un producto que vende, que genera ganancias y que estas son las que lograrán financiar a su vez otros proyectos. Que se le debe perder el miedo a las palabras “comercial” o “espectáculo”, por que el cine nació como una forma de entretenimiento y se ha mantenido como tal a la fecha. Entender que no se pueden imponer cuotas para obligar a nadie a ir a ver cine mexicano. Que sin importar cuantas semanas o meses de exhibición tengan, cintas como [Pelicula] Sueño en Otro Idioma o [Pelicula] Los Años Azules no van a ser taquillazos iguales a una cinta de Marvel. Hay que entender que cada película tiene su público y que a este no se le debe subestimar. Una vez más, sin dinero no hay industria y si las películas no pueden ser una buena inversión es que algo anda muy mal en todo el modelo de planeación fílmica, desde su concepción hasta su eventual ejecución.
Ya es hora de que cineastas abandonen la tan dañina teoría del autor, que entiendan que una película es un esfuerzo en equipo y no la visión única de un realizador tocado por dios. Ya es hora que abandonen los recalcitrantes lugares comunes del cine de “arte” que aburre y fastidia con su arrogancia y sus pretensiones (muchas veces no realizadas) de ser la cúspide de la sofisticación. Es hora de dejar los dramas solemnes anestesiados, de dejar de usar a comunidades indígenas, gente de la calle y otras personas marginadas como sus mascotas para exhibir y pasear ante una cámara, para recibir los aplausos y las flores de sus colegas; todos ajenos a las realidad que supuestamente quieren retratar y que no comprenden, cómodos en sus burbujas de la elite intelectual a la que creen pertenecer. Totalmente ignorantes de su propia tragicomedia: que no hacen cine para nadie más que para ellos mismos y sus descompuestos e inflados egos. Cine que nadie va a ver y que a nadie le interesa.
¿Les suena el nombre de [Escritor] Craig Mazin ? Su nombre es clave para apuntalar los dos anteriores párrafos: hablamos de un guionista de Hollywood cuyo resumen incluye “joyas” del calibre de Scary Movie 3 y las respectivas secuelas de ¿Qué Paso Ayer? Su último trabajo es la miniserie de HBO [Temporada] Chernobyl , toda una cátedra de narrativa de principio a fin. ¿Cómo es posible que alguien que ha escrito algunas de las peores películas de los últimos años escribiera una de las mejores series de la historia? Por que para hacer lo que uno quiere en la industria del entretenimiento primero se debe demostrar que se puede maquilar, que se puede cumplir con encargos, con pedidos y que se puede generar ganancias. Ese es uno de los eternos problemas del cine en México: todos quieren ser capitanes del barco antes de ser marineros.
Ya es hora de dejar de exigir y empezar a crear oportunidades, no importa si son hombres o mujeres, del credo o preferencia sexual que sean. Exigir “igualdad” de salarios es reflejo de la falta de entendimiento de cómo funciona una industria como la del cine, donde la oferta y la demanda dicta las tendencias. Si una mujer quiere ganar tanto como un Ahmad El-Fishawi tendrá que ser tan famosa y popular como el susodicho y haber dado pie a toda una saga de blocksbusters. Si se quieren contar historias desde distintos ángulos no esperen a que otros las cuenten, abran un programa para escribir guiones y a darle. Las oportunidades no se exigen, se ganan o se crean y mientras se mantenga una mentalidad de victimismo (que sin duda mueve hashtags pero no boletos) ningún cambio significativo ocurrirá ni para las mujeres que hacen cine en México ni para nadie. Si hay tantos medios de cine y festivales con mujeres a cargo no hay excusas para que más mujeres no pueden liderar sus proyectos fílmicos en nuestro país. Ya ni mencionar que es absurdo exigir trabajos cuando todavía no existe una industria de cine como tal en México.
Ya es hora de que la crítica tire los muros y vallas que ellos solos han creado. Que la pretensión del ejercicio académico tedioso y a veces pedante sea llevado a la incineradora. Que se debe construir un lenguaje con el que se pueda invitar al público a conocer otro cine, no a regañarlo por gustar de cosas “vulgares” y que no se ajusten a estándares de moralidad hipócritas. Que regañar a la gente por ir a ver cine de superhéroes (ya no digamos contradecirse abiertamente y ser clasista con este público) es una estupidez que ningún crítico serio puede hacer. El crítico no es el guardián de la cultura, es su más humilde servidor y debe estar siempre listo para propagar la cultura, no suprimirla o usarla como herramienta para sus pretensiones o agenda política.
Ya es hora de que los festivales de cine logren unificar esfuerzos, reinventarse y hacer verdaderos eventos donde se celebre la cultura y el séptimo arte y todo lo que hay a su alrededor. Festivales que, como el nombre lo dice, sean festividades reales y no fiestas para la ya mencionada elite cultural, ocupada en palmearse las espaldas mutuamente y ahogar sus frustraciones en premios efímeros. Festivales que le den una ventana a todo tipo de propuestas fílmicas y no solo a los ya cansados clichés de décadas. Hace falta un mayor enfoque en la calidad y no en la cantidad, que por festivales de cine pareciera que cada año se crean al menos dos o tres nuevos en México.
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Ya es hora de que los medios de cine tengan una responsabilidad mayor a la hora de informar y divulgar sobre todo lo que tiene que ver con cine. El clickbait, ragebait y la obsesión con los clicks y likes no puede dictar el camino del ensayo, la crítica y la discusión. De lo contrario no tendremos verdaderos debates, sino interminables cadenas de frivolidades, memes y desinformación que contaminan el agua del pozo. Los medios deben evitar convertirse en herramientas de RP para promocionar cintas mediocres. Se debe indagar a fondo en el como y porque detrás de cada película y así elevarse de la mera anécdota o el chisme de redes.
También ya es hora que el mismo público sea exigente, porque esto es un asunto de dos y si la chatarra vende es por que muchos la consumen. Que el público sepa usar su cartera y el ratón de su computadora, que no se enajene con los contenidos chatarra ya mencionados y tampoco dejar que la nostalgia nuble su juicio a la hora de evaluar ciertas cintas. Que haya congruencia y que si se pide contenido de calidad tampoco alimenten al monstruo del clickbait. Que un texto sobre Yukio Mishima en el cine o uno sobre películas de culto no sea barrido por una nota sobre el color de piel de una sirenita, sobre las preferencias sexuales de un superhéroe o la enésima nota sobre lo que [Director] Zack Snyder hizo o no hizo con la (aburridísima) Liga de la Justicia o que si un puñado de millennials se ofendió en Twitter. Ya es hora que el público pueda exigirse más a si mismo y tenga una saludable autocrítica, para que así se contribuya a crear un foro público donde los realizadores escuchen. Para que entonces no veamos solo abominaciones como [Pelicula] No Manches Frida 2 coronarse en taquilla.
Ya es hora de que el eterno mal del mexicano, su desunión y tribalismo absurdo, sea erradicado para que pueda existir una industria. Que los actores no estén peleados con los que los entrevistan, que los directores no estén peleados con los que hacemos crítica y que todos no estemos en guerra perpetua con cinéfilos, lectores y público ocasional que solo busca un rato de diversión en la sala de cine. Se que suena utópico, se que suena cursi y se que no soy la persona más elocuente, pero la idea es clara: si queremos un mejor cine en México todos los ya mencionados debemos poner nuestro grano de arena, dejar de sabotearnos unos a otros, dejar a un lado rivalidades estúpidas y demás pleitos propios de chavitos de secundaria y en verdad hacer un esfuerzo en conjunto. El sol sale para todos y si no entendemos esto jamás pero jamás podremos tener una industria remotamente cercana a las que hay en otras naciones. Al final del día todos queremos algo: buen cine y por ende una industria real que beneficie a todos: creadores, periodistas y espectadores. Hagamos que ocurra.
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Existen por supuesto muchos otros problemas de distribución y exhibición, ni hablar que un servidor sí agradecería poder encontrar más funciones de cintas extranjeras subtituladas. Sin embargo, el escenario ideal es un balance y no que un lado se imponga al otro. No combates la competencia desleal con más competencia desleal. Los que buscan defender el cine mexicano con esto, lejos de hacer un papel digno, parecen determinados en meterse el pie y a enemistarse con el público y distribuidores por igual. Esto se junta a todo lo que un servidor ha señalado desde hace ya un par de años en distintos textos respecto a los males hábitos del cine nacional. Ya es hora de entender que vivimos en un momento clave en la historia de nuestro cine y que todos colaboramos de un modo u otro, para bien y para mal. Ya es hora de hacer un verdadero ejercicio de reflexión y autocritica de todas las partes involucradas.
Ya es hora de dejar de culpar a otros de que el cine mexicano no guste, que no sea aún un producto buscado y deseado por las audiencias. Ya es hora de que realizadores se dejen de lavar las manos y busquen culpar a Los Avengers o a Eugenio Derbez de que nadie quiera ver sus cintas. Quizás ya es hora de que busquen crear un producto fílmico realmente atractivo y variado. Es hora de que recuerden que, si se desea tener una industria de cine en México hecha y derecha esta debe ser redituable. Debe saber vender, saber llenar salas de distintas maneras y no solo con los mismos actores en las mismas comedias insulsas.
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Ya es hora de que se deje de esperar que el gobierno resuelva todos los problemas de una industria que no termina de hacerse industria. Debe existir una colaboración mutua y no una dependencia. Debe entenderse al cine como una forma de expresión pero también como un producto que vende, que genera ganancias y que estas son las que lograrán financiar a su vez otros proyectos. Que se le debe perder el miedo a las palabras “comercial” o “espectáculo”, por que el cine nació como una forma de entretenimiento y se ha mantenido como tal a la fecha. Entender que no se pueden imponer cuotas para obligar a nadie a ir a ver cine mexicano. Que sin importar cuantas semanas o meses de exhibición tengan, cintas como [Pelicula] Sueño en Otro Idioma o [Pelicula] Los Años Azules no van a ser taquillazos iguales a una cinta de Marvel. Hay que entender que cada película tiene su público y que a este no se le debe subestimar. Una vez más, sin dinero no hay industria y si las películas no pueden ser una buena inversión es que algo anda muy mal en todo el modelo de planeación fílmica, desde su concepción hasta su eventual ejecución.
Ya es hora de que cineastas abandonen la tan dañina teoría del autor, que entiendan que una película es un esfuerzo en equipo y no la visión única de un realizador tocado por dios. Ya es hora que abandonen los recalcitrantes lugares comunes del cine de “arte” que aburre y fastidia con su arrogancia y sus pretensiones (muchas veces no realizadas) de ser la cúspide de la sofisticación. Es hora de dejar los dramas solemnes anestesiados, de dejar de usar a comunidades indígenas, gente de la calle y otras personas marginadas como sus mascotas para exhibir y pasear ante una cámara, para recibir los aplausos y las flores de sus colegas; todos ajenos a las realidad que supuestamente quieren retratar y que no comprenden, cómodos en sus burbujas de la elite intelectual a la que creen pertenecer. Totalmente ignorantes de su propia tragicomedia: que no hacen cine para nadie más que para ellos mismos y sus descompuestos e inflados egos. Cine que nadie va a ver y que a nadie le interesa.
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Ya es hora de dejar de exigir y empezar a crear oportunidades, no importa si son hombres o mujeres, del credo o preferencia sexual que sean. Exigir “igualdad” de salarios es reflejo de la falta de entendimiento de cómo funciona una industria como la del cine, donde la oferta y la demanda dicta las tendencias. Si una mujer quiere ganar tanto como un Ahmad El-Fishawi tendrá que ser tan famosa y popular como el susodicho y haber dado pie a toda una saga de blocksbusters. Si se quieren contar historias desde distintos ángulos no esperen a que otros las cuenten, abran un programa para escribir guiones y a darle. Las oportunidades no se exigen, se ganan o se crean y mientras se mantenga una mentalidad de victimismo (que sin duda mueve hashtags pero no boletos) ningún cambio significativo ocurrirá ni para las mujeres que hacen cine en México ni para nadie. Si hay tantos medios de cine y festivales con mujeres a cargo no hay excusas para que más mujeres no pueden liderar sus proyectos fílmicos en nuestro país. Ya ni mencionar que es absurdo exigir trabajos cuando todavía no existe una industria de cine como tal en México.
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También ya es hora que el mismo público sea exigente, porque esto es un asunto de dos y si la chatarra vende es por que muchos la consumen. Que el público sepa usar su cartera y el ratón de su computadora, que no se enajene con los contenidos chatarra ya mencionados y tampoco dejar que la nostalgia nuble su juicio a la hora de evaluar ciertas cintas. Que haya congruencia y que si se pide contenido de calidad tampoco alimenten al monstruo del clickbait. Que un texto sobre Yukio Mishima en el cine o uno sobre películas de culto no sea barrido por una nota sobre el color de piel de una sirenita, sobre las preferencias sexuales de un superhéroe o la enésima nota sobre lo que [Director] Zack Snyder hizo o no hizo con la (aburridísima) Liga de la Justicia o que si un puñado de millennials se ofendió en Twitter. Ya es hora que el público pueda exigirse más a si mismo y tenga una saludable autocrítica, para que así se contribuya a crear un foro público donde los realizadores escuchen. Para que entonces no veamos solo abominaciones como [Pelicula] No Manches Frida 2 coronarse en taquilla.
Ya es hora de que el eterno mal del mexicano, su desunión y tribalismo absurdo, sea erradicado para que pueda existir una industria. Que los actores no estén peleados con los que los entrevistan, que los directores no estén peleados con los que hacemos crítica y que todos no estemos en guerra perpetua con cinéfilos, lectores y público ocasional que solo busca un rato de diversión en la sala de cine. Se que suena utópico, se que suena cursi y se que no soy la persona más elocuente, pero la idea es clara: si queremos un mejor cine en México todos los ya mencionados debemos poner nuestro grano de arena, dejar de sabotearnos unos a otros, dejar a un lado rivalidades estúpidas y demás pleitos propios de chavitos de secundaria y en verdad hacer un esfuerzo en conjunto. El sol sale para todos y si no entendemos esto jamás pero jamás podremos tener una industria remotamente cercana a las que hay en otras naciones. Al final del día todos queremos algo: buen cine y por ende una industria real que beneficie a todos: creadores, periodistas y espectadores. Hagamos que ocurra.