Es raro y maravilloso encontrarse con un episodio de una serie nueva que nos haga darnos cuenta que nunca hemos visto algo parecido antes, y más cuando en medio de tantas producciones famosas y millonarios presupuestos, HBO se lanza a un nuevo reto con el que abraza su lado más “pequeño” y experimental. Los Espookys es una comedia de lo más absurda y horripilante con personajes extraños, realismo mágico y diálogos mayormente en español que hacen de este producto algo muy único en su especie.

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El nombre de la nueva propuesta de la cadena de televisión se refiere a los personajes principales que conforman un grupo de excéntricos que ganan dinero fabricando sustos a la medida de los clientes que los contactan. Renaldo (interpretado por el mexicano Bernardo Velasco) es un carismático gótico que ama el terror más que a nada en el mundo y mantiene junto al grupo, Andrés (Julio Torres) es el enigmático heredero del imperio de un chocolatero que tiene una peculiar conexión con el terror debido a sus poderes sobrenaturales que nunca se explican, la sensata Úrsula (interpretada por la mexicana Cassandra Ciangherotti) es una joven que trabaja en un consultorio dental y también se encarga de los efectos prácticos para los sustos y su hermana Tati (Ana Fabrega) es esa persona a quien nadie entiende porque siempre está en su propio mundo.



Como una especie de Scooby Doo a la inversa, a lo largo de los seis episodios vemos a los protagonistas siendo contratados por clientes que requieren sus servicios en cuestiones relacionadas con el terror: en el primer episodio Renaldo ayudó a organizar una quinceañera sangrienta, en otro episodio son contratados por una misteriosa mujer que les pide “embrujar” una mansión y asustar a sus visitantes con el objetivo de que aquel que quede al final sea el heredero de una fortuna, o incluso alguien que los contrata para levantar el turismo de un balneario con la misión de crear un perturbador monstruo marino que atraiga a los curiosos.

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Las situaciones pueden llegar a ser de lo más descaballedas, como el momento en el que un cura requiere que lo ayuden a engañar por medio de un falso exorcismo, pero esta no es una serie que se dedica a contar una historia por episodio aunque sí tiende a ser repetitiva, sino que también explora a sus muy diversos personajes que tienen como mayor distintivo el hecho de que son latinos y la trama transcurre en un país ficticio ubicado en América Latina (se grabó en Chile aunque originalmente iba a ser en México) donde los sucesos extraños son algo de todos los días.

El equipo de creadores de la serie está conformado por Phoebe Waller-Bridge, Fabrega y Torres; los tres actúan en la serie que crearon como una forma de honrar sus raíces. La madre de Armisen es venezolana, Fabrega es de ascendencia panameña y Torres es originario de El Salvador. La mayor parte de los episodios están en español, que sin duda es una sorpresa para HBO en Estados Unidos, pero también hay algo de inglés a cargo de algunos personajes, como los que interpretan las actrices Carol Kane y Greta Titelman.



La serie toca diversos temas como la sexualidad, la frustración de no poder trabajar en lo que uno sueña, la amistad, el trabajo en equipo, la búsqueda de la identidad y la realización personal, pero también se burla de otros como las empresas de sistema multinivel. También aprovecha su ambigüedad para reflejar un mundo donde coexisten lo mundano y lo fantástico y por esa razón no tiene problema en convertirse en un desfile de diferentes acentos y tradiciones latinoamericanas.

Los Espookys toma ventaja del escenario absurdo en el que tiene lugar para preparar sustos claramente inspirados en el cine de terror y ciencia ficción y también para explorar las personalidades del cuarteto de personajes que nos mueven por la trama gracias a su simpatía (muy fuera de lo común) que hacen que nos interesemos en ellos y sus curiosas vidas. Al mismo tiempo parece apuntar por su estética a verse como una producción de cine B, lo suficientemente posmoderna como para usar los recursos de lo mismo que parodia.

A pesar de que claramente no es una serie para las masas, cada episodio es una oportunidad para reír de vez en cuando o simplemente dejarse maravillar por lo inusual, y sí que tiene muy buenos detalles, pero no puede evitar sentirse algo vacía entre las grietas que dejan las historias que comparte. Aunque motivos no faltan para recomendarla a quien se precie de ser fanático de las series, es una tarea difícil por lo que parece más apta para espectadores de estómago fuerte que estén dispuestos a resistir media hora de terror y comedia absurda en español, pero lo cierto es que vale la pena intentarlo.

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