Los adictos a la ciencia ficción y a los viajes espaciales van a adorar Ad Astra: Hacia las Estrellas - 90%. El nuevo filme de Brad Pitt, dirigido por el poco conocido, pero no por eso menos talentoso James Gray (Z, La Ciudad Perdida - 87%), es una clara prueba de que Hollywood no se ha quedado sin ideas, sino que más bien teme tomar riesgos con producciones originales y más sofisticadas y no basadas en propiedades ya existentes, y este filme es una cita obligada para quienes tienen sed por apuestas de este tipo.
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El relato de Ad Astra se ubica en un futuro no muy lejano y comienza su desarrollo cuando una serie de descargas eléctricas empiezan a desestabilizar las actividades humanas en la Tierra. La humanidad domina con mucha más habilidad los viajes espaciales. En una nueva misión, enlistan al astronauta Roy McBride (Brad Pitt) a la que será una encomienda secreta a Neptuno para recuperar los datos de una antigua expedición, liderada por el padre (Tommy Lee Jones) del protagonista, la cual podría ser la clave para salvar el destino de la especie terrestre.
La intención clara de esta epopeya espacial de Gray, es que el público descubra poco a poco los secretos de la historia y se deje envolver por las preguntas que provoca, y evita caer en los lugares comunes de películas sobre viajes en el espacio. Aquí no hay extrapolaciones en torno a esta o aquella tecnología que permita viajar en el espacio, tampoco la criogenización como en la saga Alien para explicar las elipses entre viajes espaciales, más bien predomina el aspecto geopolítico de la conquista del espacio, un tema que atrapa, incluso cuando parece que está lejos de ser el corazón de la trama.
El público encontrará influencias o coincidencias con películas como Gravedad - 96% y High Life - 73%, Así, esta exploración intimista y seductora de Ad Astra: Hacia las Estrellas - 90% no decepciona al entregar justo lo que promete: una experiencia inmersiva, cuyo protagonista se plantea las mismas preguntas que cualquier ser humano expuesto a lo desconocido se haría durante una odisea de este calibre.
El aspecto visual y técnico del filme es impecable. Gray es muy hábil para distinguir los momentos en los que puede asombrar con la fotografía en sus secuencias, y permitir al público disfrutar de paisajes sólo imaginables, y otros en las que es mejor recargar el encuadre sobre la cautelosa, pero contundente actuación de Pitt, la cual permite que su personaje descubra, al mismo tiempo que el espectador, los secretos que rodean la misión a la que ha sido enviado. El movimiento de cámara, para llevar al espectador a situaciones espaciales, es también un claro ejemplo de sus habilidades como director. Es recomendable verla en la pantalla más grande que sea posible.
Temáticamente, se acerca un poco más a Gravedad. Hay un claro elemento de distanciamiento, producto de un trauma, entre el protagonista y su vida en la Tierra y todo el filme gira entorno a este sentimiento, perfectamente transmitido por Pitt, de lo insignificante de las emociones de la vida cotidiana en comparación con el infinito espacio. Constantemente, el libreto enfrenta a Roy con más descubrimientos que lo obligan a preguntarse qué sentido tiene encontrar una solución al problema que enfrenta la Tierra y si está dispuesto o no a enfrentarse con la no tan amigable memoria de su padre para resolverlo. Gray utiliza el mundo de la ciencia ficción como una metáfora para lidiar con cuestiones profundas y delicadas como la búsqueda de sí mismo, la masculinidad, la relación con la figura paterna y la religión.
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El ritmo de Ad Astra seguro no será para todo el público, pero si puede llegar a perturbar por ciertos momentos claustrofóbicos. La película se toma su tiempo en ir adentrándose, no sólo en la laboriosa misión del protagonista y sus diálogos internos, sino también en lo que realmente hay detrás del viaje a Neptuno. Aunque hay algunas secuencias de acción y tensión, hay que ir preparados para hacerse más preguntas de las que tenemos respuestas. La estructura del relato, que se vale de algunos flashbacks, y que es narrado por el propio astronauta puede todavía acentuar ese pausado desarrollo dramático, pero quedarse hasta el final tiene sus recompensas.
Ad Astra: Hacia las Estrellas - 90% deja de lado la grandilocuencia y cursilería que suele llamar la atención de la Academia cuando se trata de películas de ciencia ficción del espacio, por lo que difícilmente la veamos nominada en las principales categorías y sí en los apartados técnicos. Quienes compren su boleto tendrán lo que el título promete: un viaje visualmente poderoso y deslumbrante, con un Brad Pitt entregado al que quizás sea su actuación más melancólica del cine, con preguntas sobre lo que nos rodea y lo que podríamos encontrar (o no) incluso dentro de nuestro “pequeño” sistema solar.
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