Recientemente aparecieron en Internet varias noticias que invitaban a personas feas a unirse a la serie de Amazon de El Señor de los Anillos, y por las características físicas que pedían, parece lo más lógico pensar que están buscando orcos, “rostros de personaje, pieles oscuras, dientes faltantes y narices prominentes”. Pero, ¿acaso los orcos son el reflejo del racismo del autor de las novelas?

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El tema ha sido largamente debatido, y basta una mirada superficial a las películas de [Director] Peter Jackson para pensar que El Señor de los Anillos es una obra racista, donde los blancos y guapos son los buenos y los feos y de piel oscura son los malos de la historia, sin embargo, un análisis un poco más profundo nos revelará que la respuesta no es tan sencilla como parece.

En noviembre de 2018 el tema del racismo en los orcos volvió a estar de moda luego de que un podcast de Wired invitara al escritor de ciencia ficción Andy Duncan, quien escribió en 2002 un relato breve titulado Senator Bilbo, donde imaginaba a un senador a principios del siglo XX que compartía el nombre con uno de los hobbits de El Señor de los Anillos, y que estaba en contra de la inmigración de los orcos a La Comarca. La historia parodia el racismo y retrata a los orcos como los discriminados, idea que incluso ya fue llevada a un largometraje en [Pelicula] Bright, de [Director] David Ayer.



Duncan dijo en el podcast que “la noción repetitiva en Tolkien de que algunas razas/algunos pueblos son peores que otros” es peligrosa y puede tener consecuencias nefastas para la sociedad. Pero eso es una apreciación muy limitada de El Señor de los Anillos y las obras que le precedieron. El aspecto físico de los orcos no proviene en primera instancia de las características físicas de un pueblo extranjero no-caucásico, sino de la vieja tradición que asociaba la belleza física con la bondad y la virtud; y la fealdad con la maldad y el vicio. La idea de belleza tradicional en Europa es la que usó Tolkien para describir a sus elfos: altos, blancos, fuertes, de ojos claros y muchas veces rubios; en contraste los orcos son morenos, bajos de estatura, encorvados y con miembros desproporcionados. Esta tradición está ilustrada en las pinturas de ángeles y demonios, los primeros son blancos y se adecuan a los cánones de belleza, mientras que los demonios son lo contrario.

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Pero las criaturas monstruosas y malvadas no pertenecen solo al mundo cristiano, del cual Tolkien tuvo una enorme influencia, el nombre “trasgo” (goblin), que fue con el que se conoció a los orcos en El Hobbit, proviene de la Edad Media europea y se refería a unos legendarios seres pequeños y monstruosos. De acuerdo con el artículo “¿Tolkien era en verdad racista?”, de la doctora Dimitra Fimi, cuando el autor inglés escribía El Silmarillion, los orcos funcionaban como los sirvientes del Señor Oscuro, pero cuando realizó El Señor de los Anillos y los orcos se convirtieron en personajes más activos, comenzó a debatirse sobre la verdadera naturaleza de estos seres, y nunca llegó a dar una respuesta definitiva a este problema.

Tolkien se atormentaba sobre este tema, y sobre la idea de que estas criaturas monstruosas pudieran haber sido, alguna vez, nobles elfos. Intentó figurar algunas explicaciones sobre su origen, incluso la posibilidad de que los orcos actuasen como autómatas que tan sólo repitieran palabras vacías como los loros.

Debido a que nunca terminó El Silmarillion y en la versión publicada no se explica el verdadero origen de los orcos y su naturaleza, lo que tenemos son seres monstruosos con algunas características físicas que recuerdan a grupos humanos como los asiáticos y africanos.

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El título de este artículo se refiere si a los orcos son estereotipos racistas y no a si Tolkien era racista, pero para responder a la pregunta debemos abordar ambos puntos. John Ronald Reuel Tolkien fue un devoto católico y condenaba el racismo, así lo dejó constatado cuando en una carta dijo que no le gustaba el término “nórdico” para designar a la Tierra Media, mismo que un escritor utilizó para describirla, “Una palabra que personalmente me disgusta, aunque de origen francés, se le asocia con teorías racistas”; y cuando una empresa alemana que publicaría una traducción de El Hobbit le envió una carta para preguntarle si era de origen “ario”, les dio una respuesta contundente que elimina cualquier sospecha de racismo en él.

Además de los orcos, en la mitología de Tolkien existen hombres del sur y del este que son morenos, se alían a las fuerzas del mal y destacan por su crueldad. Podemos inferir que gran parte de la inspiración para su obra se encuentra en la historia de la Europa cristiana y sus luchas contra los sarracenos y los imperios mongol y otomano. En Las Dos Torres encontramos un fragmento donde Sam se cuestiona la razón que llevó a pelear a uno de los haradrim que yacía muerto, en la versión extendida de [Pelicula] El Señor de los Anillos: Las Dos Torres, esas palabras se ponen en boca de Faramir.

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Con lo anteriormente expuesto queda claro que Tolkien no era racista, pero su obra era el resultado de múltiples tradiciones que favorecían la visión del mundo donde la maldad y la fealdad están íntimamente relacionadas. Sin embargo, también sería injusto decir que la obra del autor de El Señor de los Anillos se ceñía a esa idea al pie de la letra, pues existen ejemplos de personajes que no responden a los cánones de belleza y que juegan un papel muy importante en las historias y viceversa. Los hermosos elfos en El Silmarillion son capaces de cometer atrocidades entre ellos y de traicionarse, y en El Hobbit y El Señor de los Anillos los enanos y los hobbits, que no son los seres más bellos de la Tierra Media, son piezas fundamentales en la lucha contra el mal.


Tolkien está inexorablemente ligado al contexto histórico en el que se desenvolvió, el que existan ciertas características racistas en su descripción de los orcos no convierte a su obra en una apología del racismo; uno de los temas principales de El Señor de los Anillos es la amistad entre razas enemistadas, como lo vemos en Legolas y Gimli, un elfo y un enano que comienzan a relacionarse con dificultad y terminan convirtiéndose en los mejores amigos.


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