A causa de la actual contingencia sanitaria a consecuencia del COVID-19, un reducido puñado de cineastas nacionales han optado por lanzar sus recientes trabajos en exclusiva a través de plataformas digitales. El caso más reciente es el del cineasta José Luis Gutiérrez Arias (De las muertas, Todos los días son tuyos) quien ha decidido estrenar su último largometraje en Sharing my dream, una nueva plataforma de distribución digital e interdisciplinaria creada por el propio Gutiérrez Arias y la actriz y productora Flavia Atencio.
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La lengua del sol nos permite asomarnos al interior de la intimidad de una pareja conformada por Emilia (interpretada por la propia Atencio) y Ramiro (Raúl Méndez), quienes se hallan confinados dentro de un idílico departamento, la mayor parte del tiempo semidesnudos o desnudos en su totalidad. En ese lugar pasan sus días sosteniendo largas charlas o haciendo el amor con total entrega y fruición, como si no hubiese mañana. Y tristemente así es, ya que (como se dilucida entre sus conversaciones) al mundo le quedan pocos días de existencia, a consecuencia de un evento cósmico el cual aniquilará toda la vida del planeta.
Ante ese apocalíptico panorama, la pareja ha decidido enclaustrarse e invertir los últimos momentos de su existencia entregados al hedonismo y amándose con locura, pero también tratando de consolarse y acompañarse en las últimas horas que les restan, mientras deliberan como enfrentaran su fatal sino. Y mientras esperan y deciden, reflexionan sobre temas que -ante las circunstancias- parecen ya no tener ningún sentido, como son los buenos recuerdos; los viajes (y los sueños) ya imposibles; el compromiso matrimonial y la paternidad.
Con un planteamiento muy emparentado -con sus respectivas distancias- al de filmes como La hora final de Stanley Kramer y 4:44 Last Day on Earth - 50% de Abel Ferrara, la cinta de Gutiérrez Arias explora las dinámicas del encierro forzoso, a través de la relación de una pareja y por medio de un argumento con tintes eróticos, buscando conseguir así un enfoque intimista y humano del asunto. El resultado es un ejercicio que pretende ser transgresor, atrevido, original, reflexivo e incluso sus productores han insistido en venderlo como una predicción de lo que se está viviendo en estos precisos instantes. Pero dichas pretensiones no se cumplen a cabalidad.
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Es cierto que la obra sostiene ciertos paralelismos con la situación por la cual el mundo atraviesa en la actualidad, sobre todo en lo que al confinamiento en el hogar y la incertidumbre acerca del mañana se refiere. Pero dichos paralelismos son meramente coyunturales y no tanto predictivos como se pretende hacer creer. De hecho, ese fenómeno también ha pasado con otras producciones sobre pandemias mundiales, las cuales han brindado descripciones mucho más precisas al respecto, y no viene al caso enumerarlas todas aquí. Así que vender como predictiva una mera coincidencia es una falacia.
Otra de las pretensiones fallidas de La lengua del sol es promocionarla como la película mexicana más erótica de los últimos años. Si bien en ella abundan los desnudos y contiene algunas escenas sugerentes en ese tenor, tampoco son nada del otro mundo. De hecho, su concepción de lo erótico es muy soft e ingenua por no decir risible, aunque en algunos momentos se van al otro extremo, cayendo en lo soez, como pasa con un innecesario dialogo que los personajes tienen acerca del cunnilingus o -como lo describe uno de ellos- “comer coños”, el cual se siente fuera de lugar con el tono general de la cinta.
Por otra parte, la atmósfera de intimidad entre la pareja protagónica que se intenta recrear para la pantalla -clave esencial del relato- no esta mal. De hecho, el trabajo de Atencio y Méndez a ese respecto es bueno, y tiene un par de momentos de lograda intensidad dramática (como la escena de la ventana, cuando contemplan algo que se adivina horrible). El problema radica en un desbalance entre esas viñetas íntimas, donde abundan otros momentos de gran cursilería y tedio, a los cuales incluso la musicalización les juega en contra. Y ello provoca además que el aspecto reflexivo del filme termine diluido y debilitado.
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Lo verdaderamente loable de La lengua del sol es el intento de sus creadores por ofrecer un producto que intenta moverse entre las coordenadas del cine comercial y de ese otro cine de búsqueda y pretensiones más autorales, aunque el resultado final no haya cuajado tan bien. Y sobre todo, se reconoce el esfuerzo que implica difundir su largometraje y ponerlo al alcance del público a través de una iniciativa independiente, la cual no solo es importante que tenga continuidad, sino que inspire a otros cineastas y productores a explorar opciones alternas de distribución para sus obras, como respuesta a las crisis presentes y a las que se nos avecinan.
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