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Hace dos años se hablaba del aniversario número 30 de la obra de culto Akira, de [Escritor] Katsuhiro Ôtomo , que nació como manga y se convirtió en una película igual de innovadora que su origen, pero en el mundo del anime. El material original, que fue publicado entre los años 1982 y 1990, con más de dos mil páginas, fue premiado como el mejor manga en 1984 y el largometraje, al igual que la obra, se volvió un clásico instantáneo a pesar de separarse de la línea argumental propuesta por el creador ya que fue estrenada un par de años antes de la conclusión del manga, siendo la producción animada más cara de la historia en esa época y, afortunadamente, dirigida por el hombre responsable del material fuente.
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El encanto de [Pelicula] Akira nos lleva a la metrópolis cyberpunk de Neo-Tokyo, también llamada Nuevo Tokio, una ciudad construida sobre las ruinas del viejo Tokio donde presenciamos esa icónica persecución de motocicletas en sus calles. ¿Qué ocurrió con la capital? Pues, de acuerdo con la premisa, resulta que fue destruida por una explosión nuclear en 1988 que dejó al planeta en la devastación. Desde allí empiezan las “casualidades”, porque la razón por la que pasó esa tragedia se debe a nada más y nada menos que una nueva guerra mundial. Sí, la Tercera Guerra Mundial, cuyo estallido fue la explosión mencionada, la cual no fue otra cosa que energía que se salió de control en el centro de Tokio pero que sus habitantes atribuyen a alguna nación extranjera, es decir cualquier otra potencia que tenga ese poder.
Cualquier parecido con la realidad hasta este punto suena a mera coincidencia. Basta con leer, ver o escuchar las noticias para saber que en cualquier momento puede suceder en la vida real. Es más, desde las primeras semanas del año parecía que ya se venía la guerra y pues, ahora no hay tanta diferencia por las tensas relaciones entre China y Estados Unidos. La pandemia de COVID-19 ha llevado a muchos a culpar al gigante asiático y hay cientos de teorías; las más conspiracionistas dicen que todo salió “por accidente” de un laboratorio o incluso hay quienes dicen que en realidad estamos a punto de vivir una guerra biológica. Dejando eso de lado, esta nueva guerra mundial es solo la primera de las predicciones hechas por Akira, así que aún hay más.
Tanto el manga como el anime se han caracterizado desde siempre por ser productos de calidad (en el caso de la película es considerada un hito de la animación) y lo que llegó a la pantalla es siempre apreciado por su estética cyberpunk, pero lo cierto es que ambos cuenta con un trasfondo filosófico que es lo que separa a estas obras de otras en el género. Esto a la larga le permitió a Akira, la película de 1988, convertirse en uno de los filmes más influyentes del anime, casi imposible de convertirse en una adaptación live-action aunque no sabemos aún si [Director] Taika Waititi podría lograrlo en el futuro.
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En su historia existen personajes que representan todas las caras de la moneda, pero son tan complejos que ninguno sigue las reglas escritas y no hay héroes o villanos claramente definidos. Shotaro Kaneda es el líder de una banda de motociclistas delincuentes, Tetsuo Shima es mostrado como la oveja negra del grupo y sufre de complejo de inferioridad, Kei es una activista del ejército revolucionario que, obviamente, está en contra de las decisiones del gobierno. En cambio, Akira es un misterioso chico que el gobierno reclutó para un programa secreto en el que es forzado a desarrollar habilidades psíquicas. Él es el causante de la explosión que muchos creyeron que se trataba de un estallido nuclear, ya que perdió el control de sus poderes y fue ocultado porque nadie debía saber lo que tramaban los militares y científicos de Japón. Después del incidente fue confinado y su cuerpo fue colocado en un compartimiento criogénico ubicado debajo del estadio donde se iban a celebrar los Juegos Olímpicos de 2020.
De esta forma es como también se predice que la cita olímpica de ese año es en el país que fue anunciado como sede en la realidad, durante una sesión del Comité Olímpico Internacional que tuvo lugar en septiembre de 2013 en Argentina. Las coincidencias no se detienen, ya que en la película cuyos hechos comienzan en 2019 se puede observar que debajo del reloj con la cuenta regresiva para el inicio de las olimpiadas hay un graffiti con una palabra que significa “detener”, “cancelar” o “anular” (vía The Japan Times). El texto completo dice “cancélalo, simplemente cancélalo”, pero el letrero que promueve el evento menciona “con el apoyo de todos, podemos hacer que sea un éxito”.
Todo esto es más curioso cuando recordamos que Japón pasó por una gran tragedia en 2011 debido al terremoto y el posterior tsunami, que terminó con el accidente nuclear de Fukushima. Por eso, Tokio 2020 fue considerado como “los juegos de la reconstrucción”, ya que sería el primer gran evento que atraería la atención de todo el mundo a territorio nipón luego del incidente y le serviría al país para reencontrarse con la grandeza luego de la destrucción. En Akira, las olimpiadas cumplen esta misma función ya que es lo mejor que podría pasarle a ese país después del cataclismo.
Hay otros detalles que son extrañamente similares a la realidad que vale la pena mencionar aún si la causa no es la misma. En Neo-Tokyo hay revueltas, vehículos militares recorriendo las calles y oficiales de policía lanzando gas a las personas que protestan. Los habitantes de esta metrópolis ficticia lo hacen porque están en contra de las reformas fiscales, lo que da a entender que la guerra solo ha sido buena para la gente con dinero, o que algunos se convirtieron en millonarios a partir de ella. Dentro de la ficción no está claro cómo es que las protestas se volvieron tan violentas, pero eso nos recuerda mucho a lo que está sucediendo en 2020: algunos han amasado una fortuna gracias a la pandemia, millones han perdido sus empleos y también están el racismo sistémico y la violencia de la policía con el estallido de protestas principalmente en Estados Unidos.
Los Juegos Olímpicos de Akira son una manifestación de la tensión entre los que tienen el poder y los impotentes. Las olimpiadas no se abordan directamente, pero el letrero y el graffiti son suficientes para creer que los juegos son una farsa, que se utilizan para encubrir los disturbios civiles de Neo-Tokio con la esperanza de convencer a todos de que se rindan esperando volver a la normalidad. Podría interpretarse como un mensaje que invita a los ciudadanos a dejar de pelear para unirse y vivir el evento como personas normales y, por qué no, abrir la economía. Con esto es inevitable recordar cómo Tokio 2020 fue aplazado a 2021 con la esperanza de que para el año siguiente las cosas hayan vuelto a su curso, posiblemente ya con una vacuna contra el COVID-19, y todos regresando a las actividades cotidianas. A diferencia del anime, donde el pueblo pide que sean canceladas, para nosotros solo fueron suspendidas, pero eso no significa que muchos no estén diciendo que deberían ser canceladas de una vez, como en una encuesta de Yahoo! Japan donde la mayoría quiere que no se lleven a cabo.
El manga también menciona, aunque no con detalles, que hay (o hubo) una epidemia en el lugar en el que transcurre la historia. Es en el tercer volumen donde se dice que “la OMS no está de acuerdo con las medidas tomadas por Neo-Tokio contra la epidemia”. La Organización Mundial de la Salud, en la vida real, se tomó demasiado tiempo para declarar al nuevo coronavirus como pandemia y el primer ministro japonés, Shinzo Abe, fue duramente cuestionado a principios de año cuando dijo que las personas provenientes de Hubei, la provincia que tiene a Wuhan como capital, tenían prohibido el ingreso a Japón.
Todo esto es una desafortunada coincidencia, pero adquiere un nuevo significado cuando nos damos cuenta que más que profético, Akira parece haber tomado inspiración de otras tragedias del pasado como los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, así como cuando los japoneses fueron los anfitriones de los Juegos Olímpicos de Tokio 1964, que al igual que los de 2020, ahora 2021, sirvieron para la reconstrucción de ese país luego de la Segunda Guerra Mundial. O al menos podemos quedarnos con esta información si no queremos creer que todo se trata de una predicción demasiado acertada.
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Cualquier parecido con la realidad hasta este punto suena a mera coincidencia. Basta con leer, ver o escuchar las noticias para saber que en cualquier momento puede suceder en la vida real. Es más, desde las primeras semanas del año parecía que ya se venía la guerra y pues, ahora no hay tanta diferencia por las tensas relaciones entre China y Estados Unidos. La pandemia de COVID-19 ha llevado a muchos a culpar al gigante asiático y hay cientos de teorías; las más conspiracionistas dicen que todo salió “por accidente” de un laboratorio o incluso hay quienes dicen que en realidad estamos a punto de vivir una guerra biológica. Dejando eso de lado, esta nueva guerra mundial es solo la primera de las predicciones hechas por Akira, así que aún hay más.
Tanto el manga como el anime se han caracterizado desde siempre por ser productos de calidad (en el caso de la película es considerada un hito de la animación) y lo que llegó a la pantalla es siempre apreciado por su estética cyberpunk, pero lo cierto es que ambos cuenta con un trasfondo filosófico que es lo que separa a estas obras de otras en el género. Esto a la larga le permitió a Akira, la película de 1988, convertirse en uno de los filmes más influyentes del anime, casi imposible de convertirse en una adaptación live-action aunque no sabemos aún si [Director] Taika Waititi podría lograrlo en el futuro.
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De esta forma es como también se predice que la cita olímpica de ese año es en el país que fue anunciado como sede en la realidad, durante una sesión del Comité Olímpico Internacional que tuvo lugar en septiembre de 2013 en Argentina. Las coincidencias no se detienen, ya que en la película cuyos hechos comienzan en 2019 se puede observar que debajo del reloj con la cuenta regresiva para el inicio de las olimpiadas hay un graffiti con una palabra que significa “detener”, “cancelar” o “anular” (vía The Japan Times). El texto completo dice “cancélalo, simplemente cancélalo”, pero el letrero que promueve el evento menciona “con el apoyo de todos, podemos hacer que sea un éxito”.
Todo esto es más curioso cuando recordamos que Japón pasó por una gran tragedia en 2011 debido al terremoto y el posterior tsunami, que terminó con el accidente nuclear de Fukushima. Por eso, Tokio 2020 fue considerado como “los juegos de la reconstrucción”, ya que sería el primer gran evento que atraería la atención de todo el mundo a territorio nipón luego del incidente y le serviría al país para reencontrarse con la grandeza luego de la destrucción. En Akira, las olimpiadas cumplen esta misma función ya que es lo mejor que podría pasarle a ese país después del cataclismo.
Hay otros detalles que son extrañamente similares a la realidad que vale la pena mencionar aún si la causa no es la misma. En Neo-Tokyo hay revueltas, vehículos militares recorriendo las calles y oficiales de policía lanzando gas a las personas que protestan. Los habitantes de esta metrópolis ficticia lo hacen porque están en contra de las reformas fiscales, lo que da a entender que la guerra solo ha sido buena para la gente con dinero, o que algunos se convirtieron en millonarios a partir de ella. Dentro de la ficción no está claro cómo es que las protestas se volvieron tan violentas, pero eso nos recuerda mucho a lo que está sucediendo en 2020: algunos han amasado una fortuna gracias a la pandemia, millones han perdido sus empleos y también están el racismo sistémico y la violencia de la policía con el estallido de protestas principalmente en Estados Unidos.
Los Juegos Olímpicos de Akira son una manifestación de la tensión entre los que tienen el poder y los impotentes. Las olimpiadas no se abordan directamente, pero el letrero y el graffiti son suficientes para creer que los juegos son una farsa, que se utilizan para encubrir los disturbios civiles de Neo-Tokio con la esperanza de convencer a todos de que se rindan esperando volver a la normalidad. Podría interpretarse como un mensaje que invita a los ciudadanos a dejar de pelear para unirse y vivir el evento como personas normales y, por qué no, abrir la economía. Con esto es inevitable recordar cómo Tokio 2020 fue aplazado a 2021 con la esperanza de que para el año siguiente las cosas hayan vuelto a su curso, posiblemente ya con una vacuna contra el COVID-19, y todos regresando a las actividades cotidianas. A diferencia del anime, donde el pueblo pide que sean canceladas, para nosotros solo fueron suspendidas, pero eso no significa que muchos no estén diciendo que deberían ser canceladas de una vez, como en una encuesta de Yahoo! Japan donde la mayoría quiere que no se lleven a cabo.
El manga también menciona, aunque no con detalles, que hay (o hubo) una epidemia en el lugar en el que transcurre la historia. Es en el tercer volumen donde se dice que “la OMS no está de acuerdo con las medidas tomadas por Neo-Tokio contra la epidemia”. La Organización Mundial de la Salud, en la vida real, se tomó demasiado tiempo para declarar al nuevo coronavirus como pandemia y el primer ministro japonés, Shinzo Abe, fue duramente cuestionado a principios de año cuando dijo que las personas provenientes de Hubei, la provincia que tiene a Wuhan como capital, tenían prohibido el ingreso a Japón.
Todo esto es una desafortunada coincidencia, pero adquiere un nuevo significado cuando nos damos cuenta que más que profético, Akira parece haber tomado inspiración de otras tragedias del pasado como los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, así como cuando los japoneses fueron los anfitriones de los Juegos Olímpicos de Tokio 1964, que al igual que los de 2020, ahora 2021, sirvieron para la reconstrucción de ese país luego de la Segunda Guerra Mundial. O al menos podemos quedarnos con esta información si no queremos creer que todo se trata de una predicción demasiado acertada.
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