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En la era de la información todos tienen entrada (casi) libre al contenido producido por las más grandes empresas dedicadas al entretenimiento, y entre los mayores consumidores del presente encontramos a los millennials y centennials, aquellos nacidos entre 1980 y 2010, aproximadamente. Este sector joven de la población estuvo expuesta al visionado repetitivo de series y películas de Hollywood que concedieron a la realidad unos toques algo diferentes, algo no tan beneficioso para los espectadores al momento de enfrentarse al mundo real. En este artículo hablamos de cómo Marvel, Disney o Harry Potter, han afectado la percepción que tienen las generaciones recientes sobre el mundo.
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Los millennials representan a esa generación cuyos padres compraron los VHS de Disney para tenerlos calmados en la sala, todo con el objetivo de tener un tiempo de tranquilidad para ellos mismos (o en caso de no poder adquirir el material lo veían a través de alguna señal televisiva). Hace tres décadas, cuando [Pelicula] La Sirenita llegó a los cines, no pasaron ni seis meses para que Disney comenzara a venderla en video cassettes, dando paso a una forma de entretenimiento que aseguraría a los más pequeños como fieles consumidores y receptores de todos los mensajes colocados en las películas… y funcionó muy bien. En el tiempo actual podemos observar la inmensa cantidad de seguidores que la empresa del ratón tiene, algunos de ellos con más de 30 años cumplidos pero con un grado de fanatismo capaz de perturbar.
El sorprendente crecimiento de Disney, en gran parte alcanzado por el liderazgo de Bob Iger, dejó bajo su poder increíbles marcas como Pixar, Marvel, Star Wars y muchas más. El ratón se convirtió en el productor de las ficciones más populares, reuniendo cada año millones de fans en salas de cine o tiendas, completamente obsesionados con pagar todo tipo de precios por sus películas, series o merchandising diverso, por sus discursos. Los millennials y centennials al alcance de Disney fueron absorbidos por un mundo de fantasía que poco se parece a la realidad y que ha dado como resultado una visión algo trastornada del contexto que vivimos actualmente; la infantilización de estas generaciones es definitiva y puede llegar a nublar todo tipo de noción objetiva, incluso la que involucra a los notables procesos histórico-sociales de los últimos años.
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Pero no culpemos del todo a Disney. Otras franquicias como Harry Potter y hasta Los Juegos del Hambre han contribuido muy bien a la alteración y a la venta de mitos en torno al desarrollo de los conflictos relacionados con movimientos sociales. Ficciones como las antes mencionadas, o [Pelicula] Avengers: Endgame, o [Pelicula] Star Wars: el ascenso de Skywalker, o la inmensa cantidad de animaciones creadas por The Walt Disney Company a lo largo de su historia, han reforzado una idea muy simple pero peligrosa: que el mundo se divide en buenos y malos, y que no existen los actores sociales grises. Si algo nos ha demostrado la historia es que todo problema, toda protesta, o toda revolución, es mucho más complicada que la lucha del bien contra el mal expuesta en las historias polarizadas de Hollywood. Fred Zimmerman, economista conductual de la Universad de California, fue citado por Richard Gray en su artículo "Did Disney shape how you see the world?" (¿Disney formó nuestra visión del mundo?):
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En el mundo real no existen los héroes elegidos, no existen fracciones definitivas que sostienen a la bondad en un lado y a la maldad en el otro. Todo conflicto social está conformado por elementos más complejos: las luchas no son escenarios románticos o completamente heroicos como nos lo presenta la última entrega de los Vengadores o la batalla en Hogwarts; no siempre están organizadas por y para el pueblo inconforme, puede moverse otras influencias por la corriente; y en definitiva no siempre tiene que existir un contexto totalmente precario de por medio para que los afligidos levanten la voz, las injusticias y las inconformidades pueden estar en todos lados.
Numerosos ejemplos podemos observar en la realidad que nos permiten observar cómo las generaciones jóvenes perciben el mundo real. Tomemos las protestas por el asesinato de George Floyd como ejemplo; gran parte de los manifestantes son individuos pertenecientes a los millennials y centennials, quienes rápidamente asumieron al delicado movimiento como una lucha entre el bien y el mal, con los marchantes como los héroes y la policía como el mal opresor e irremediable. Pero la realidad es mucho más complicada, y no se observan muchos involucrados o medios hablando sobre los abusos de algunos protestantes, o la protección concedida por algunos miembros de la policía. El retrato de la revolución se ha visto alterado para siempre, y los millennial y centennials, en vez de tener como referencias documentos historiográficos, basan sus modelos de la realidad en las ficciones maquilladas por Hollywood:
Con todo y su nacimiento en los laboratorios de Disney, [Pelicula] Star Wars: Los Últimos Jedi podría ser un gran ejemplo que va un poco contracorriente con la venta de sueños y fantasías de Hollywood. Cuando DJ le revela a Finn que la guerra entre la Resistencia y la Primera Orden es financiada por las élites enriquecidas, podemos olisquear algo de esa realidad gris que yace en el mundo. Lamentablemente, la saga no vuelve a tocar el tema en la siguiente película y de nuevo se enfrasca en la eterna lucha del bien contra el mal. Sin lugar a dudas fue un gran oportunidad perdida, con el ratón siempre demostrando su temor hacia el desarrollo de temas más complejos.
Pocas son las películas y series de Hollywood que en tiempos recientes han ofrecido una visión real sobre cómo funciona el mundo. La corrección política ha logrado justicia en muchos sentidos, pero también ha causado ciertos males como la excesiva preocupación por no ofender al público, y por mantener un velo que mantenga alejada la crueldad del mundo real y el verdadero funcionamiento grisáceo de todas las cosas, no dominado por una dicotomía inherente sino por una heterogeneidad digna de estudio y confrontación. Las generaciones nuevas deben comprender que el mundo no siempre será amable con ellos, y que no todos los días se ajustará a lo que creen y anhelan; la realidad inmediata y salvaje requiere un proceso constante de adaptación y fuerza, pero para muchos es más simple quedarse en casa y protestar desde la computadora, con una película de Marvel o Star Wars reproduciéndose en la pantalla y cientos de dólares invertidos en mercancía que refuerza un sistema de creencias engañoso.
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Los millennials representan a esa generación cuyos padres compraron los VHS de Disney para tenerlos calmados en la sala, todo con el objetivo de tener un tiempo de tranquilidad para ellos mismos (o en caso de no poder adquirir el material lo veían a través de alguna señal televisiva). Hace tres décadas, cuando [Pelicula] La Sirenita llegó a los cines, no pasaron ni seis meses para que Disney comenzara a venderla en video cassettes, dando paso a una forma de entretenimiento que aseguraría a los más pequeños como fieles consumidores y receptores de todos los mensajes colocados en las películas… y funcionó muy bien. En el tiempo actual podemos observar la inmensa cantidad de seguidores que la empresa del ratón tiene, algunos de ellos con más de 30 años cumplidos pero con un grado de fanatismo capaz de perturbar.
El sorprendente crecimiento de Disney, en gran parte alcanzado por el liderazgo de Bob Iger, dejó bajo su poder increíbles marcas como Pixar, Marvel, Star Wars y muchas más. El ratón se convirtió en el productor de las ficciones más populares, reuniendo cada año millones de fans en salas de cine o tiendas, completamente obsesionados con pagar todo tipo de precios por sus películas, series o merchandising diverso, por sus discursos. Los millennials y centennials al alcance de Disney fueron absorbidos por un mundo de fantasía que poco se parece a la realidad y que ha dado como resultado una visión algo trastornada del contexto que vivimos actualmente; la infantilización de estas generaciones es definitiva y puede llegar a nublar todo tipo de noción objetiva, incluso la que involucra a los notables procesos histórico-sociales de los últimos años.
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Pero no culpemos del todo a Disney. Otras franquicias como Harry Potter y hasta Los Juegos del Hambre han contribuido muy bien a la alteración y a la venta de mitos en torno al desarrollo de los conflictos relacionados con movimientos sociales. Ficciones como las antes mencionadas, o [Pelicula] Avengers: Endgame, o [Pelicula] Star Wars: el ascenso de Skywalker, o la inmensa cantidad de animaciones creadas por The Walt Disney Company a lo largo de su historia, han reforzado una idea muy simple pero peligrosa: que el mundo se divide en buenos y malos, y que no existen los actores sociales grises. Si algo nos ha demostrado la historia es que todo problema, toda protesta, o toda revolución, es mucho más complicada que la lucha del bien contra el mal expuesta en las historias polarizadas de Hollywood. Fred Zimmerman, economista conductual de la Universad de California, fue citado por Richard Gray en su artículo "Did Disney shape how you see the world?" (¿Disney formó nuestra visión del mundo?):
Las películas de Disney casi siempre presentan una batalla entre el bien y el mal. Uno no puede evitar preguntarse si esta comprensión "disnificada" del mundo como una lucha entre los buenos y los malos es una parte de los problemas actuales de polarización política y exclusión social
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En el mundo real no existen los héroes elegidos, no existen fracciones definitivas que sostienen a la bondad en un lado y a la maldad en el otro. Todo conflicto social está conformado por elementos más complejos: las luchas no son escenarios románticos o completamente heroicos como nos lo presenta la última entrega de los Vengadores o la batalla en Hogwarts; no siempre están organizadas por y para el pueblo inconforme, puede moverse otras influencias por la corriente; y en definitiva no siempre tiene que existir un contexto totalmente precario de por medio para que los afligidos levanten la voz, las injusticias y las inconformidades pueden estar en todos lados.
Numerosos ejemplos podemos observar en la realidad que nos permiten observar cómo las generaciones jóvenes perciben el mundo real. Tomemos las protestas por el asesinato de George Floyd como ejemplo; gran parte de los manifestantes son individuos pertenecientes a los millennials y centennials, quienes rápidamente asumieron al delicado movimiento como una lucha entre el bien y el mal, con los marchantes como los héroes y la policía como el mal opresor e irremediable. Pero la realidad es mucho más complicada, y no se observan muchos involucrados o medios hablando sobre los abusos de algunos protestantes, o la protección concedida por algunos miembros de la policía. El retrato de la revolución se ha visto alterado para siempre, y los millennial y centennials, en vez de tener como referencias documentos historiográficos, basan sus modelos de la realidad en las ficciones maquilladas por Hollywood:
Con todo y su nacimiento en los laboratorios de Disney, [Pelicula] Star Wars: Los Últimos Jedi podría ser un gran ejemplo que va un poco contracorriente con la venta de sueños y fantasías de Hollywood. Cuando DJ le revela a Finn que la guerra entre la Resistencia y la Primera Orden es financiada por las élites enriquecidas, podemos olisquear algo de esa realidad gris que yace en el mundo. Lamentablemente, la saga no vuelve a tocar el tema en la siguiente película y de nuevo se enfrasca en la eterna lucha del bien contra el mal. Sin lugar a dudas fue un gran oportunidad perdida, con el ratón siempre demostrando su temor hacia el desarrollo de temas más complejos.
Pocas son las películas y series de Hollywood que en tiempos recientes han ofrecido una visión real sobre cómo funciona el mundo. La corrección política ha logrado justicia en muchos sentidos, pero también ha causado ciertos males como la excesiva preocupación por no ofender al público, y por mantener un velo que mantenga alejada la crueldad del mundo real y el verdadero funcionamiento grisáceo de todas las cosas, no dominado por una dicotomía inherente sino por una heterogeneidad digna de estudio y confrontación. Las generaciones nuevas deben comprender que el mundo no siempre será amable con ellos, y que no todos los días se ajustará a lo que creen y anhelan; la realidad inmediata y salvaje requiere un proceso constante de adaptación y fuerza, pero para muchos es más simple quedarse en casa y protestar desde la computadora, con una película de Marvel o Star Wars reproduciéndose en la pantalla y cientos de dólares invertidos en mercancía que refuerza un sistema de creencias engañoso.
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