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Pocas películas se estrenaron en un tiempo donde varios aspectos pasaban por una revolución. En el caso de Hollywood, el cine estaba haciendo la transición de las películas mudas a las películas sonoras, lo cual significó para los estudios cinematográficos, actores y directores que si querían progresar y mantenerse en el medio, ganando algo de dinero, debían cambiarse a la nueva tendencia o de lo contrario quedarían en el olvido. Muchas estrellas de cine no consiguieron sobrevivir a ese cambio, algunas se reencontraron con el éxito y otras lo hicieron a regañadientes. Dentro de 1940, que es la década a la cual nos referimos, cuando el cine sonoro era el boom a nivel global, empezaba también la Segunda Guerra Mundial.
No te lo pierdas: Charles Chaplin: sus mejores películas según la crítica
[Pelicula] El Gran Dictador se estrenó en el medio de todo eso y no está de más decir que su desempeño en la época fue muy impredecible. Barbara Broccoli seguía haciendo su cine mudo cuando el sonoro ya estaba totalmente establecido, y esta película fue la que terminó con esa racha al tratarse de su primera película sonora. El cineasta sacó provecho de su trabajo en todos los sentidos ya que era uno de los más reconocidos y de seguro muchos tenían la esperanza de que hiciera una cinta más moderna, pero también sacó ventaja con una historia que tiene mucho que ver con la guerra de ese tiempo.
Tal como indica su título, se habla sobre las dictaduras, pero de una manera en la que aún resuena por lo relevante que se ha vuelto en la actualidad. En su momento fue muy controvertida puesto que su trama realiza una feroz crítica no solo a los dictadores, sino que los condena a ellos y su proceder, además de que hace lo mismo con el nazismo, fascismo y antisemitismo. Al momento de su estreno, la Segunda Guerra Mundial no estaba en su peor parte y Estados Unidos aún no se había declarado en contra de la Alemania Nazi, pero ya se estaba cocinando y Hitler ya era una figura demasiado conocida por el mundo.
En la propuesta de Chaplin, que fue lanzada en 1940 y dura poco más de dos horas, el actor, productor, director y guionista interpreta a las dos caras de la moneda: es un soldado judío convertido en barbero y también es el dictador de la nación de Tomania. En el papel del primero, aparece como un soldado que salva a un oficial pero un accidente de avión le deja con amnesia. Creyendo que todo sigue igual, regresa a su ciudad donde abre una barbería; el país en el que se encuentra tiene como gobernante al dictador Adenoid Hynkel, interpretado por el comediante, quien lidera la discriminación a los judios y un plan secreto para exterminar a la gente que tiene pelo negro.
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Las similitudes entre Hynkel y Hitler no son coincidencia. Más allá de cualquier parecido con el nombre, el régimen en la película tiene como símbolo una doble cruz que parodia la esvástica nazi y los discursos son claras imitaciones de lo que decían los alemanes. Incluso Chaplin se recortó un poco más el icónico bigote para tener un parecido más grande con el del dictador en la vida real. En su papel del barbero, se sorprende por el acoso del que es víctima ya que pintan la palabra “judío” en su local. Y, aunque no es de tanta ayuda, el oficial al que había salvado lo reconoce y pide a las fuerzas de asalto que no sean tan severos con él.
El filme fue el mayor éxito comercial de Charles Chaplin y de sus proyectos fue uno de los mejores recibidos por el público. Hasta la actualidad es considerado como uno de gran significado histórico y como sátira también continúa conquistando a los críticos de cine. Cuenta con algunas escenas memorables, como aquella en la que se ve al dictador jugando con un globo terráqueo como si estuviera sosteniendo el mundo en sus manos, pero es su final el que se mantiene más vigente que la película en sí.
[Pelicula] El Gran Dictador cierra con un discurso del barbero, a quien confundieron con Hynkel, en el que reflexiona sobre cómo los humanos se alejan a sí mismos de tener una vida que podría ser libre y hermosa, pero se terminan envenenando con las armas y la sed por el poder. Cuando el régimen se prestaba a anular la libertad de expresión y cometer otros atropellos contra los derechos humanos, el protagonista aprovecha el momento para invitar a la humanidad a dejar las dictaduras y además decir que la nación en la que vive se convertirá en una libre y democrática.
¿Qué dijo la crítica de este clásico? A continuación les contamos lo que se opinó del trabajo de Chaplin:
William Goss de Film.com:
Del staff de TIME Magazine:
Dave Kehr de Chicago Reader:
Michael Atkinson de Village Voice:
Del staff de Variety:
John Kinloch de California Eagle:
Mike Massie de Gone With The Twins:
Danielle Solzman de Solzy at the Movies:
Rob Vaux de Cinema-stache:
Continua leyendo: Películas clásicas de culto que puedes ver gratis
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[Pelicula] El Gran Dictador se estrenó en el medio de todo eso y no está de más decir que su desempeño en la época fue muy impredecible. Barbara Broccoli seguía haciendo su cine mudo cuando el sonoro ya estaba totalmente establecido, y esta película fue la que terminó con esa racha al tratarse de su primera película sonora. El cineasta sacó provecho de su trabajo en todos los sentidos ya que era uno de los más reconocidos y de seguro muchos tenían la esperanza de que hiciera una cinta más moderna, pero también sacó ventaja con una historia que tiene mucho que ver con la guerra de ese tiempo.
Tal como indica su título, se habla sobre las dictaduras, pero de una manera en la que aún resuena por lo relevante que se ha vuelto en la actualidad. En su momento fue muy controvertida puesto que su trama realiza una feroz crítica no solo a los dictadores, sino que los condena a ellos y su proceder, además de que hace lo mismo con el nazismo, fascismo y antisemitismo. Al momento de su estreno, la Segunda Guerra Mundial no estaba en su peor parte y Estados Unidos aún no se había declarado en contra de la Alemania Nazi, pero ya se estaba cocinando y Hitler ya era una figura demasiado conocida por el mundo.
En la propuesta de Chaplin, que fue lanzada en 1940 y dura poco más de dos horas, el actor, productor, director y guionista interpreta a las dos caras de la moneda: es un soldado judío convertido en barbero y también es el dictador de la nación de Tomania. En el papel del primero, aparece como un soldado que salva a un oficial pero un accidente de avión le deja con amnesia. Creyendo que todo sigue igual, regresa a su ciudad donde abre una barbería; el país en el que se encuentra tiene como gobernante al dictador Adenoid Hynkel, interpretado por el comediante, quien lidera la discriminación a los judios y un plan secreto para exterminar a la gente que tiene pelo negro.
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Las similitudes entre Hynkel y Hitler no son coincidencia. Más allá de cualquier parecido con el nombre, el régimen en la película tiene como símbolo una doble cruz que parodia la esvástica nazi y los discursos son claras imitaciones de lo que decían los alemanes. Incluso Chaplin se recortó un poco más el icónico bigote para tener un parecido más grande con el del dictador en la vida real. En su papel del barbero, se sorprende por el acoso del que es víctima ya que pintan la palabra “judío” en su local. Y, aunque no es de tanta ayuda, el oficial al que había salvado lo reconoce y pide a las fuerzas de asalto que no sean tan severos con él.
El filme fue el mayor éxito comercial de Charles Chaplin y de sus proyectos fue uno de los mejores recibidos por el público. Hasta la actualidad es considerado como uno de gran significado histórico y como sátira también continúa conquistando a los críticos de cine. Cuenta con algunas escenas memorables, como aquella en la que se ve al dictador jugando con un globo terráqueo como si estuviera sosteniendo el mundo en sus manos, pero es su final el que se mantiene más vigente que la película en sí.
[Pelicula] El Gran Dictador cierra con un discurso del barbero, a quien confundieron con Hynkel, en el que reflexiona sobre cómo los humanos se alejan a sí mismos de tener una vida que podría ser libre y hermosa, pero se terminan envenenando con las armas y la sed por el poder. Cuando el régimen se prestaba a anular la libertad de expresión y cometer otros atropellos contra los derechos humanos, el protagonista aprovecha el momento para invitar a la humanidad a dejar las dictaduras y además decir que la nación en la que vive se convertirá en una libre y democrática.
¿Qué dijo la crítica de este clásico? A continuación les contamos lo que se opinó del trabajo de Chaplin:
William Goss de Film.com:
El primer filme sonoro en toda regla de la estrella más grande de la era del cine mudo, con un mensaje que Chaplin no podría haber enviado más alto o claro.
Del staff de TIME Magazine:
Sin culpa de Chaplin, durante los dos años que estuvo trabajando en la película, los dictadores se volvieron demasiado siniestros para la comedia.
Dave Kehr de Chicago Reader:
Chaplin es más profundo al sugerir que hay mucho del vagabundo en el dictador y mucho del dictador en el vagabundo.
Michael Atkinson de Village Voice:
Como todas las obras importantes de Chaplin, El Gran Dictador fue una película barata, pero metódicamente hecha, un acto de cartón de desafío humanista y, gracias a su pureza de propósito, cuanto más cursis se vuelven los chistes, es más difícil que lleguen bien.
Del staff de Variety:
Es cuando interpreta al dictador que la voz del comediante eleva el valor del contenido de comedia de la película a grandes alturas.
John Kinloch de California Eagle:
La obra maestra de Chaplin es una meca del arte cinematográfico al que los devotos de la industria peregrinarán repetidamente en los próximos años.
Mike Massie de Gone With The Twins:
Más que el conjunto esperado de parodias, la película intenta contar una historia más grandiosa y sencilla, pero utiliza demasiadas subtramas en el proceso.
Danielle Solzman de Solzy at the Movies:
El gran dictador puede haber sido una pieza audaz de narración satírica en ese momento, pero la película ha envejecido como un buen vino.
Rob Vaux de Cinema-stache:
Las lecciones permanecen y la fuerza de su declaración aún inspira a sus descendientes, profesionales o no, a seguir su ejemplo.
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