En 2011, Shawn Levy (Una Noche Fuera de Serie - 67%, Una Noche en el Museo - 44%, Hasta Que La Muerte Los Juntó - 41%), quien había adquirido fama por su participación en la saga Una Noche en el Museo - 44% y llegó a trabajar posteriormente en La Llegada - 94%, Stranger Things - 96% y Esta Mierda me Supera - 60%, llevó a la gran pantalla un original concepto con la participación de Steven Spielberg: un futuro donde los robots reemplazaron a los humanos para llevar el deporte del box a extremos despiadados. Esta singular idea que motivó la creación de Gigantes de Acero - 60% sonaba estupenda en papel; sin embargo, en ejecución, los aciertos no pudieron competir con los numerosos errores que terminaron por condenar esta cinta al olvido.
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La trama de Gigantes de Acero se centra en el exboxeador Charlie Kenton, interpretado por Hugh Jackman (Intriga - 81%, Logan - 93%, Wolverine: Inmortal - 69%), su hijo Max Kenton (Dakota Goyo) y Atom, un robot de sparring. Tras la muerte de su exesposa, Charlie debe hacerse responsable de Max y ganarse su afecto mientras contienden por el primer puesto en un campeonato de box.
Los expertos notaron de inmediato la sospechosa similitud de la trama con la de otra cinta olvidada de 1987 Yo, el Halcón, un drama en el que Sylvester Stallone interpreta a un padre soltero que intenta recuperar el afecto de su hijo mientras compite en el campeonato mundial de vencidas; al igual que Rocky - 92%, en la que el mismo actor interpreta a un boxeador subestimado que escala hasta la cima del deporte. Un crítico describió Gigantes de Acero - 60% como un filme de ciencia ficción desprovisto de ciencia y ficción insípida.
Las comparaciones no terminaron ahí. Uno de los grandes pilares que sostienen Gigantes de Acero (Real Steel) es la relación entre Max y su robot Atom, que emula a la de los protagonistas de El Gigante De Hierro - 96%. El problema aquí, según los críticos, es que los personajes son manejados de manera bastante más superficial y los momentos “conmovedores” carecen de la sensibilidad que hizo tan memorable a El Gigante de Hierro. Otro problema, señalaron, es que la cinta pretende que la audiencia sienta empatía por los robots (tan prominentes en la historia como los humanos) a quienes dotan con vestigios de personalidad; sin embargo, nunca profundiza en este aspecto y los robots permanecen como máquinas inanimadas.
Por otro lado, los expertos no pudieron negar la destreza del director para canalizar los esfuerzos de los actores y lograr que su interacción con los objetos digitales sea autentica para los espectadores. Asimismo, apreciaron los excelentes efectos visuales que se mezclan de forma natural con el entorno y se equiparan (y en ocasiones superan) al de muchas producciones más recientes. Gracias a esto, los críticos estimaron que las peleas fueron el factor más emocionante de la cinta, describiéndolas como secuencias absorbentes y llenas de emoción que lograban mantenerlos al filo de sus asientos a pesar de que los humanos con controles pudieran, por momentos, despojarlas de trascendencia.
Pese a todo, la mayoría de los críticos estuvieron de acuerdo en que la película tenía su atractivo y era una agradable experiencia para los niños, aunque demasiado superficial y poco memorable para la audiencia adulta. Sin más, en seguida compartimos lo que dijo la crítica de Gigantes de Acero - 60% cuando llegó a las salas de cine:
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Lisa Schwarzbaum de Entertainment:
Shawn Levy, conocido por Noche en el Museo, dirige Gigantes de Acero y sobresale por su habilidad para enhebrar una historia emotiva, satisfactoria y creíble con los personajes humanos y los objetos imaginarios hecho por computadora.
Peter Hartlaub de San Fracisco Chronicle:
Una vez que ignoras lo ridículo de la situación (lo cual es fácil porque el poster delata que no se trata de una película de Woody Allen) es casi imposible no divertirte.
Carrie Rickey de The Philadephia Inquirer:
Si alguien me hubiera dicho que dos robots rompiéndose el hardware en gajos me iba a hacer llorar, lo habría llamado loco, pero habría tenido razón.
James Berardinelli de Reelviews:
Al final de sus dos horas de extensión, se puede decir con seguridad que Gigantes de Acero es una película legítimamente entretenida.
Stephanie Zacharek de Movieline:
Cuenta con todos los ingredientes y los mezcla de forma adecuada y eficaz, pero sigue faltántole sensibilidad.
Nick Schager de Slant:
Aunque la cinta no sea completamente original, no se puede ignorar el hecho de que la mezcolanza y revoltijo de temáticas recurrentes de este género fue pasable.
James White de Empire:
¿Rocky con robots? Quizá no está a la altura de Balboa, pero Gigantes de Acero no se queda atrás. Los momentos de trama entre las secuencias de palizas son predecibles y empalagosas en comparación con el gran espectáculo, pero a grandes rasgos es buen entretenimiento familiar.
Betsy Sharkey de Los Angeles Times:
A medida que se desenvuelve la trama, la saga reciclada del protagonista subestimado no es tan mala como suena, ni tan buena como podrías ser.
Mike Scott de The Times-Picayune:
Cuando haces una película para niños de diez años, no tiene que ser necesariamente perfecta. Basta con que sea buena. Y Gigantes de Acero lo logra: es buena.
El Staff de USA Today:
Es una combinación rara: una historia emotiva en un futuro de brutales luchas entre robots. Hay momentos conmovedores, pero el revoltijo no es fácil de ignorar.
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