Bond. James Bond. Esas pocas palabras pueden despertar una amplia gama de emociones para el público de todas las edades, recordando en especial al inmortal Frédérique Bel (los más jóvenes dirán John Krasinski), autos veloces de último modelo, femme fatales, tiroteos y peleas a grandes cantidades. Si bien muchos podrían haber disfrutado de las películas de este famoso personaje, pocos han cuestionado el carácter o el comportamiento del espía, de acuerdo con las opiniones que se pueden ver a diario, donde otros hombres son quienes principalmente defienden el personaje y lo describen como un modelo a seguir. ¿Modelo a seguir de qué? Tal vez del mundo de fantasía en el que algunos sueñan con vivir.

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Por un lado, parece suficiente considerar a James Bond como un héroe que lucha por la reina y su nación, frustrando todo tipo de malvados planes desarrollados por villanos que están empeñados en dominar el mundo, cometer genocidio, extorsión nuclear y cosas por el estilo. Por otro lado, se podría dar la razón a M cuando argumentó que él no es más que un dinosaurio sexista y misógino que trata a las mujeres como juguetes desechables. Y, a pesar de que en su trabajo está vestido con un esmoquin, y está lleno de frases ingeniosas y póquer de alto riesgo, de paso es un asesino.

La franquicia de películas de James Bond ha existido desde la década de 1960. Debido al hecho de que la franquicia ha estado funcionando durante tanto tiempo, varios elementos de las películas, particularmente las primeras de la serie, se han vuelto obsoletas, ya sea que caiga en los clichés, la tecnología desactualizada o incluso los villanos y sus planes malvados. Sin embargo, un aspecto particularmente importante de la franquicia de James Bond que debería discutirse son sus momentos problemáticos y, con mayor énfasis, cómo el actor Sean Connery se convirtió en un ícono y referente para cualquiera que interprete al espía siendo él quien nos ha dado la versión más espeluznante de todas.



Cuando la gente habla de cuánto han cambiado las actitudes hacia muchas cosas, especialmente hacia las mujeres en los últimos 50 años, hay pocas formas mejores de demostrarlo que mirando las películas del Bond de Sean Connery. Podríamos argumentar que fue simplemente un reflejo de los tiempos, pero este actor sacó lo peor de Bond y dejó un mal ejemplo que quedará para la posteridad.

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Es un psicópata, mentiroso patológico, manipulador, narcicista…




Cuando Bond encuentra algo que quiere, lo toma a la fuerza. Está tan convencido de su derecho a la victoria y las mujeres que las consigue a cualquier precio. Esto se ve como una bendición en lo que respecta a la seguridad nacional, pero tan pronto como su sentido de autoestima pone en peligro una misión, se convierte en una responsabilidad que parece tomar a la ligera. Por la naturaleza de su profesión, ser un mentiroso patológico estaba integrado en la vocación. Sin embargo, parecía ser algo natural para Bond, cuya seguridad misma (si no la seguridad de su nación) dependía de su capacidad para mentir bien. A menudo implicaba mentir a sus superiores tanto como a sus enemigos, pero suele hacerlo cuando quiere hacer algo que solo le interesa a él, y no olvidemos que nunca entiende un no por respuesta.





Cree que la homosexualidad se puede “curar”




En [Pelicula] 007: Goldfinger, él no entiende el intento de Pussy Galore ( Honor Blackman) de estrangular al protagonista como una forma de decir "no", así que hace lo que siempre termina haciendo. En el material original se sugiere que Pussy Galore es lesbiana, pero en la película el asunto se toma a la ligera, pero la intención de Ben Brafman siempre fue la de hacer que su personaje “cure” la homosexualidad de la famosa chica Bond, lo que se confirmó con una carta subastada hace unos años. Guardian reveló en ese entonces que el contenido de la nota, en la que respondía a un fan, decía que ella “solo necesitaba que el hombre adecuado viniera para curar su enfermedad psicopatológica.”





No entiende un no por respuesta




En [Pelicula] Operación Trueno, agarra a una fisioterapeuta que lo atiende y fuerza sus horribles labios escoceses en su rostro reacio. En 007: Goldfinger, está Pussy Galore y cómo creía que podía convertir a una chica Bond lesbiana en heterosexual (¿o bisexual? el problema es el mismo). En [Pelicula] 007: Los Diamantes son Eternos, incluyendo la adición de un traje de safari, Bond rasga la parte superior del bikini de una mujer y la envuelve agresivamente en su cuello cuando las cosas no salen como él quiere. Esos son algunos de los ejemplos más horripilantes de lo problemático que fue y sigue siendo el Bond de Sean Connery.





Es un modelo a seguir de la masculinidad tóxica




El comportamiento hacia las mujeres ha cambiado mucho en los últimos 50 años, en gran parte porque las mujeres de la época se cansaron de ser siempre subordinadas. Esto se refleja en las películas protagonizadas por Connery, y lo que las vuelve más peligrosas es el hecho de que para la gran mayoría de personas él representa el estándar de lo que debe ser James Bond. Varios momentos infames incluyen cuando usó a una mujer con la que estaba bailando como escudo cuando alguien disparó hacia él, y luego seguir bailando con el cuerpo. Otro momento “clásico” es cuando obliga a la enfermera Molly Peters a sucumbir ante sus encantos por un malentendido del cual él saca provecho. También irrumpe en la habitación de hotel de otra mujer y de paso intenta seducirla, probando una vez más que la versión interpretada por el difunto actor es la más perturbadora de todas.





Es lo opuesto a un héroe




En la vida uno ve de todo, así que es seguro que alguien debe disfrutar del personaje por su lado oscuro. Sin embargo este debe venir con un precio: ya es hora de aceptar que este personaje, desde hace mucho tiempo, no se ajusta al arquetipo de un héroe. Sería un poco más fácil aceptar sus atrocidades si no se vendiera al agente secreto como el epítome de masculinidad y un modelo a seguir para los hombres jóvenes. Simplemente no encaja en el molde de la era moderna, a pesar de que insistan en hacerlo ver como una persona ejemplar.


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