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Si algo ha demostrado el éxito de [Pelicula] Godzilla vs. Konges que los kaijus y otros monstruos gigantes siguen teniendo la misma resonancia que tuvieron con el estreno de [Pelicula] King Kong en 1933 y el estreno de [Pelicula] Godzilla / Gojira en 1954. Ambas películas en sí mostraron que sin importar el tiempo la humanidad aún siente fascinación por la otredad encarnada en seres gigantescos. Hay que recordar que ellos nos han acompañado desde siempre. La gran mayoría de las mitologías alrededor del mundo tienen alguna figura análoga a un dragón ya sea Quetzalcoatl, la Hidra de Lerna, Vrita, Yamata no Orochi, la Serpiente Arcoiris, Fafnir o muchos otros. De la misma forma encontramos humanoides gigantes y toda clase de otros seres de enorme tamaño. No han desaparecido, no es gratuito que en el imaginario la alta fantasía esté poblada de dragones, el horror cósmico de seres incomprensibles como Cthulhu, los animes de toda clase de Titantes y otros monstruos gigantes que los humanos deben derrotar y en la ciencia ficción tenemos el caso de la novela Starship Troopers, de de [Persona] Robert A. Heinlein , cuya adaptación cinematográfica es una cinta de culto.
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En el cine oriental estas presencias se convirtieron en su propio género conocido como Kaiju teniendo a Godzilla como estandarte. En Occidente hemos visto un resurgimiento de este tipo de cinta con las películas de Godzilla y ese gran homenaje al género que es [Pelicula] Titanes del Pacífico, pero también en otro tipo de películas que han tratado de darle una vuelta al género como [Pelicula] Monsters: Zona Infectada, de Florian Zeller y [Pelicula] Cloverfield: Monstruo, de Tom Sweet. Inclusive en la literatura estas figuras han hecho acto de aparición. En ese sentido les recomiendo leer el cuento “What Everyone Knows”, de Seanan McGuire que pueden encontrar en las antologías Kaiju Rising II: Reign of Monsters y The Best American Science Fiction and Fantasy 2019.
El punto es que sin importar la forma o la perspectiva moderna con la que se le quiere observar o reinterpretar, el kaiju sigue y seguirá deleitándonos en la pantalla grande. ¿Por qué ocurre? Aquí les dejo cuatro razones que podrían explicar este curioso fenómeno de la cultura popular.
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Ya sé. La gente ama el terror. Yo lo amo. Hay muchas razones para amarlo, pero no son necesariamente las mismas por las que amamos a los monstruos gigantes. Si algo demostró Cloverfield es que hay una línea muy delgada que puede separar a este género del terror. ¿Cuál es? En la mayoría de las cintas de terror en el que haya amenazas sobrenaturales, el humano es impotente contra ellas. En ocasiones puede llegar a tenerlas, pero se encuentra en una situación de completa desventaja. El hecho es que en muchas de esas obras el ser humano suele tener las de perder. Un ejemplo claro son las películas de zombies, mientras menos indefenso esté el ser humano contra ellos, es probable que la película empiece a inclinarse más por la acción y la aventura que por el terror propiamente dicho. Lo mismo pasa con los Kaijus.
Se podría argumentar que son de terror, como Cloverfield, pero la mayoría no y la razón es simple. El ser humano tiene cómo defenderse. Pensemos en las de Godzilla. El kaiju favorito de todos es el gran defensor de la humanidad que va a pelear contra criaturas como King Ghidorah, Rodan, Destoroyah, Gigan y muchos otros. El punto es que nos genera una cierta sensación de alivio ver que si aparece una amenaza en el mundo, haya alguien que se le enfrente; en otras palabras, es el hecho de saber que no estamos indefensos. Esto en contraposición con el mundo real en el que sabemos que si algo así ocurriera es probable que la situación sería menos Godzilla vs. Kong y más Cloverfield con cientos de muertes. Básicamente esta razón es por la que cosas como Ultraman, los Power Rangers y, en general, los mechas son tan populares. La idea de que el ser humano pueda tener tecnología que le permita enfrentarse a fuerzas imparables siempre va a ser atractiva. No por nada Pacific Rim pudo resonar tan bien con las audiencias.
Esto funciona en dos sentidos. Y está relacionada con la anterior. Vivimos en un mundo en el que nos enfrentamos a muchas cosas abstractas que no podemos derrotar como crisis económicas, guerras, desastres naturales y, si alguien es creyente, a la divinidad. En realidad, desde hace un tiempo se considera que los Kaijus en Japón fueron creados como representaciones de los desastres naturales, pero también de las deidades; o dicho de otras formas son modernizaciones de la divinidad en su carácter de representación de los desastres naturales. En ese sentido es catártico ver como otra entidad similar (Godzilla o un Mecha) pueden enfrentarse a esos desastres contra lo que normalmente somos impotentes. La realidad es que es satisfactorio pensar que pudiéramos hacer algo contra un terremoto como los que asolaron a México en el 85 o en el 2017.
Además hay que recordar que en la primera película el monstruo era una representación de los experimentos atómicos del gobierno de Estados Unidos en el Pacífico y de los ataques nucleares durante la Segunda Guerra Mundial. Como bien apunta William Tsutsui (vía Live Science), la primera película tuvo un efecto catártico en los espectadores de Japón porque les permitió ver cómo hubiera sido el final de la guerra si no hubieran estado indefensos:
En sí es fácil ver a una de esas películas y pensar que Mechagodzilla, Ghidora o cualquier otro adversario de Godzilla son representaciones del capitalismo, del estrés o cualquier cosa de la modernidad que nos afecte y sentirnos mejor después de ver como alguien acabó con ellas.
La otra forma en que funciona la catarsis es en imaginarnos a nosotros mismo como los monstruos. En el mundo moderno hay toda clase de frustraciones y nada como sacar un poco de ese enojo viendo como Godzilla o Kong hacen pedazos una ciudad o a otras criaturas. A muchos les gustaría poder hacer esto en un escenario sin consecuencias. Es la misma razón por la que puede ser relajante matar monstruos en un juego del Witcher o poner una ciudad en caos en Grand Theft Auto. Por supuesto, eso no significa que quisiéramos hacer lo mismo en la vida real.
No lo digo solamente por la gente que creció viendo estas películas. La apariencia de Godzilla y otros monstruos nos pueden remitir a los dinosaurios. Mucha gente creció con fascinación por estas creaturas que recorrieron el mundo antes de que la humanidad existiera. Hay quien opina que sus fósiles junto con el de otras bestias prehistóricas son el culpable de los mitos sobre dragones y gigantes. El punto es que a muchas personas les puede remitir a ese punto de la infancia en que sentían fascinación por estas criaturas. También al gusto no necesariamente infantil que se siente por los animales. No es azaroso que muchos otros monstruos como King Kong, Mothra o Gamera nos recuerden a animales reales, a un gorila, polilla y tortuga, respectivamente. Me podría aventurar a pensar que ver versiones gigantes de estos animales nos puede remitir a la fascinación que se puede sentir en a infancia por estas criaturas. Por otra parte, a estas alturas no se puede negar que la nostalgia misma por la serie es un factor para que la gente vea estas películas y las haga.
Esto es un elemento que encontramos desde la primera película de King Kong y que, aunque no está en la primera de Godzilla, con el tiempo se volvió uno de sus elementos característicos. Hay que dejar que en muchas de otras obras el verdadero monstruo es la humanidad. La hibris de la humanidad es lo verdaderamente monstruoso; es decir, las ganas de ser como dioses en la Tierra. La primera manifestación de esto, por supuesto está en la metáfora de Godzilla y otros monstruos como derivados de la experimentación nuclear. Por supuesto, como esto es hecho por los estadounidenses también es parte de un resentimiento que quedó a ese país en el Japón de posguerra y que fue mutando con los años. Con los años Godzilla literalmente ha peleado contra manifestaciones de los estragos que los humanos causan en el ambiente. El ejemplo clásico es [Pelicula] Godzilla vs. Hedorah o como se le conoció en Estados Unidos: Godzilla vs. the Smog Monster. El otro gran ejemplo es Mechagodzilla. En un principio era un arma extraterrestre, pero a partir de Godzilla vs. Mechagodzilla II se convierte en un arma humana, ya sea de los estadunidenses que temen a Godzila o de los japoneses como un arma para defenderse de Mothra u otros Kaijus. Igual que vimos en Godzilla vs. Kong, este robot se sale de control y ataca Tokyo.
Los humanos creamos nuestras propias amenazas y le tememos al otro, pero éste puede ser un ser vivo con sus propias preocupaciones y sueños que es víctima de la humanidad (Kong) o un defensor de la Tierra que tiene que arreglar los desastres de la humanidad y defenderla de otros kaijus (Godzilla). En este sentido, esto nos hace amar a los monstruos gigantes porque son un recordatorio de que los animales que estamos afectando con la devastación ecológica son seres vivos con sentimientos y emociones.
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En el cine oriental estas presencias se convirtieron en su propio género conocido como Kaiju teniendo a Godzilla como estandarte. En Occidente hemos visto un resurgimiento de este tipo de cinta con las películas de Godzilla y ese gran homenaje al género que es [Pelicula] Titanes del Pacífico, pero también en otro tipo de películas que han tratado de darle una vuelta al género como [Pelicula] Monsters: Zona Infectada, de Florian Zeller y [Pelicula] Cloverfield: Monstruo, de Tom Sweet. Inclusive en la literatura estas figuras han hecho acto de aparición. En ese sentido les recomiendo leer el cuento “What Everyone Knows”, de Seanan McGuire que pueden encontrar en las antologías Kaiju Rising II: Reign of Monsters y The Best American Science Fiction and Fantasy 2019.
El punto es que sin importar la forma o la perspectiva moderna con la que se le quiere observar o reinterpretar, el kaiju sigue y seguirá deleitándonos en la pantalla grande. ¿Por qué ocurre? Aquí les dejo cuatro razones que podrían explicar este curioso fenómeno de la cultura popular.
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No son películas de terror o mejor dicho no estamos a la merced de los monstruos
Ya sé. La gente ama el terror. Yo lo amo. Hay muchas razones para amarlo, pero no son necesariamente las mismas por las que amamos a los monstruos gigantes. Si algo demostró Cloverfield es que hay una línea muy delgada que puede separar a este género del terror. ¿Cuál es? En la mayoría de las cintas de terror en el que haya amenazas sobrenaturales, el humano es impotente contra ellas. En ocasiones puede llegar a tenerlas, pero se encuentra en una situación de completa desventaja. El hecho es que en muchas de esas obras el ser humano suele tener las de perder. Un ejemplo claro son las películas de zombies, mientras menos indefenso esté el ser humano contra ellos, es probable que la película empiece a inclinarse más por la acción y la aventura que por el terror propiamente dicho. Lo mismo pasa con los Kaijus.
Se podría argumentar que son de terror, como Cloverfield, pero la mayoría no y la razón es simple. El ser humano tiene cómo defenderse. Pensemos en las de Godzilla. El kaiju favorito de todos es el gran defensor de la humanidad que va a pelear contra criaturas como King Ghidorah, Rodan, Destoroyah, Gigan y muchos otros. El punto es que nos genera una cierta sensación de alivio ver que si aparece una amenaza en el mundo, haya alguien que se le enfrente; en otras palabras, es el hecho de saber que no estamos indefensos. Esto en contraposición con el mundo real en el que sabemos que si algo así ocurriera es probable que la situación sería menos Godzilla vs. Kong y más Cloverfield con cientos de muertes. Básicamente esta razón es por la que cosas como Ultraman, los Power Rangers y, en general, los mechas son tan populares. La idea de que el ser humano pueda tener tecnología que le permita enfrentarse a fuerzas imparables siempre va a ser atractiva. No por nada Pacific Rim pudo resonar tan bien con las audiencias.
Catarsis
Esto funciona en dos sentidos. Y está relacionada con la anterior. Vivimos en un mundo en el que nos enfrentamos a muchas cosas abstractas que no podemos derrotar como crisis económicas, guerras, desastres naturales y, si alguien es creyente, a la divinidad. En realidad, desde hace un tiempo se considera que los Kaijus en Japón fueron creados como representaciones de los desastres naturales, pero también de las deidades; o dicho de otras formas son modernizaciones de la divinidad en su carácter de representación de los desastres naturales. En ese sentido es catártico ver como otra entidad similar (Godzilla o un Mecha) pueden enfrentarse a esos desastres contra lo que normalmente somos impotentes. La realidad es que es satisfactorio pensar que pudiéramos hacer algo contra un terremoto como los que asolaron a México en el 85 o en el 2017.
Además hay que recordar que en la primera película el monstruo era una representación de los experimentos atómicos del gobierno de Estados Unidos en el Pacífico y de los ataques nucleares durante la Segunda Guerra Mundial. Como bien apunta William Tsutsui (vía Live Science), la primera película tuvo un efecto catártico en los espectadores de Japón porque les permitió ver cómo hubiera sido el final de la guerra si no hubieran estado indefensos:
Muchos espectadores japoneses dejaron la sala llorando, pero también lo llamaron una experiencia catártica y terapéutica. La película rescribió el final de la guerra: en lugar de usar un arma para destruir Japón, los científicos usaron una para salvar Tokio.
En sí es fácil ver a una de esas películas y pensar que Mechagodzilla, Ghidora o cualquier otro adversario de Godzilla son representaciones del capitalismo, del estrés o cualquier cosa de la modernidad que nos afecte y sentirnos mejor después de ver como alguien acabó con ellas.
La otra forma en que funciona la catarsis es en imaginarnos a nosotros mismo como los monstruos. En el mundo moderno hay toda clase de frustraciones y nada como sacar un poco de ese enojo viendo como Godzilla o Kong hacen pedazos una ciudad o a otras criaturas. A muchos les gustaría poder hacer esto en un escenario sin consecuencias. Es la misma razón por la que puede ser relajante matar monstruos en un juego del Witcher o poner una ciudad en caos en Grand Theft Auto. Por supuesto, eso no significa que quisiéramos hacer lo mismo en la vida real.
Nostalgia
No lo digo solamente por la gente que creció viendo estas películas. La apariencia de Godzilla y otros monstruos nos pueden remitir a los dinosaurios. Mucha gente creció con fascinación por estas creaturas que recorrieron el mundo antes de que la humanidad existiera. Hay quien opina que sus fósiles junto con el de otras bestias prehistóricas son el culpable de los mitos sobre dragones y gigantes. El punto es que a muchas personas les puede remitir a ese punto de la infancia en que sentían fascinación por estas criaturas. También al gusto no necesariamente infantil que se siente por los animales. No es azaroso que muchos otros monstruos como King Kong, Mothra o Gamera nos recuerden a animales reales, a un gorila, polilla y tortuga, respectivamente. Me podría aventurar a pensar que ver versiones gigantes de estos animales nos puede remitir a la fascinación que se puede sentir en a infancia por estas criaturas. Por otra parte, a estas alturas no se puede negar que la nostalgia misma por la serie es un factor para que la gente vea estas películas y las haga.
La humanidad es el verdadero monstruo
Esto es un elemento que encontramos desde la primera película de King Kong y que, aunque no está en la primera de Godzilla, con el tiempo se volvió uno de sus elementos característicos. Hay que dejar que en muchas de otras obras el verdadero monstruo es la humanidad. La hibris de la humanidad es lo verdaderamente monstruoso; es decir, las ganas de ser como dioses en la Tierra. La primera manifestación de esto, por supuesto está en la metáfora de Godzilla y otros monstruos como derivados de la experimentación nuclear. Por supuesto, como esto es hecho por los estadounidenses también es parte de un resentimiento que quedó a ese país en el Japón de posguerra y que fue mutando con los años. Con los años Godzilla literalmente ha peleado contra manifestaciones de los estragos que los humanos causan en el ambiente. El ejemplo clásico es [Pelicula] Godzilla vs. Hedorah o como se le conoció en Estados Unidos: Godzilla vs. the Smog Monster. El otro gran ejemplo es Mechagodzilla. En un principio era un arma extraterrestre, pero a partir de Godzilla vs. Mechagodzilla II se convierte en un arma humana, ya sea de los estadunidenses que temen a Godzila o de los japoneses como un arma para defenderse de Mothra u otros Kaijus. Igual que vimos en Godzilla vs. Kong, este robot se sale de control y ataca Tokyo.
Los humanos creamos nuestras propias amenazas y le tememos al otro, pero éste puede ser un ser vivo con sus propias preocupaciones y sueños que es víctima de la humanidad (Kong) o un defensor de la Tierra que tiene que arreglar los desastres de la humanidad y defenderla de otros kaijus (Godzilla). En este sentido, esto nos hace amar a los monstruos gigantes porque son un recordatorio de que los animales que estamos afectando con la devastación ecológica son seres vivos con sentimientos y emociones.
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