Nadie los podría culpar si no recuerdan exactamente todos los detalles de Venom - 35%. La película original de Tom Hardy como Eddie Brock resultó uno de los filmes basados en cómics más antipáticos de la década. Puede que esto no signifique mucho para quienes no gustan de las historietas, pero decir que, incluso para quienes sí, fue decepcionante, no es una exageración. No es que Venom: Carnage Liberado - 45% esté completamente libre de tropiezos pero su mayor ventaja es que sí abraza con más cariño su más caricaturesco sentido.
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Dirigida por Andy Serkis, Venom: Carnage Liberado sigue la turbulenta relación de Eddie Brock (Hardy) y el parásito titular tras acordar vivir juntos y convertirse en un Letal Protector que devora a los malos. Cuando el humano se arrepiente de estos términos, y desestima las aportaciones del alien a su vida, deciden separarse. Este rompimiento no puede llegar en peor momento pues, sin que ambos lo sepan, el asesino serial Cletus (Woody Harrelson) se descubre poseedor de otro simbionte hijo del protagonista y ellos dos harán mancuerna para asesinarlos.
Más allá de sus pobres diálogos, lo cuales con frecuencia hacen bromas fáciles o abusan de la exposición tal como sucedió en la anterior, se extraña la violencia explícita que la trama exige a gritos no sólo en su desarrollo, sino también en la construcción de su propio protagonista y antagonista e incluso en la edición de las secuencias de acción. Y el haber decidido suprimirla le cuesta impacto y humor a varios momentos del filme.
No es que estos elementos gráficos en sí hubieran mejorado Venom: Carnage Liberado - 45%. Como mencionamos, deja mucho que desear en cuanto a la caracterización de sus villanos. Pero el guion se regocija en lo caricaturesco de sus excéntricos personajes y situaciones y en varias ocasiones lo libra con un humor casi paródico. Cuando decimos que se extraña la violencia explícita es porque ésta se encuentra en el centro del conflicto o más bien debió haberse hallado ahí.
Toda la tensión entre Eddie y Venom tiene que ver con que el primero no deja al segundo comerse a criminales y lo obliga a alimentarse de aves. Este punto pudo haber recibido más claridad si a la película se le hubiera permitido, por ejemplo, mostrar una escena en la que el simbionte goza de comer cerebros humanos. O en el caso contrario, hubiera dado impacto y riesgo al relato ver a Carnage disfrutar de llevar a cabo sus masacres. La propia construcción de escenas, el montaje y la dirección hacen evidente que algo hace falta cuando dejan fuera de cuadro las cacerías de ambos personajes. Se sienten incompletas.
Y no es como si la película no fuera consciente de ello. Venom es quizá el personaje mejor dibujado precisamente porque constantemente revela, a través de sus conversaciones con su huésped y las travesuras que realiza con él, sus motivaciones y lo mucho que quiere ser liberado de las restricciones de Eddie; así como lo extraño que le resulta que no se le permita comer a sus enemigos. Esa sensación de desconcierto es una que seguro el público compartirá. Si bien es correcto que muchas veces se usa la violencia sin justificación, la trama, los personajes y el montaje se hubieran prestado perfectamente para ello en esta ocasión. Temáticamente hubiera sido todavía un mejor recurso narrativo para explorar el debate ético que Eddie le planeta a su compañero sobre cómo no puede pensar en la vida humana tan a la ligera, pues los paralelismo y las diferencias entre el hambre de Venom y el más brutal Carnage pudieron haberse retratado y discutido mejor de esa forma.
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Lo mejor de Venom: Carnage Liberado es que tiene un tono mucho más coherente que su antecesora y se afianza mejor en la comedia que resulta de la pareja dispareja entre parásito y anfitrión. De nuevo, es por los brazos abiertos con los que da bienvenida a lo exagerado de sus situaciones, particularmente con el humor físico, por lo que funciona. Pero un sentido de la violencia más explícito quizá hubiera ayudado a quitarle todo el peso de encima a los diálogos. Después de todo, si algo hemos aprendido de Deadpool - 84% y John Wick 3: Parabellum - 98% es que hay formas de usar la violencia como fuente de comedia sin necesariamente caer en lo grotesco o en el exceso.
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Hardy es por mucho la estrella de este filme. Y esto es también responsabilidad del libreto, el cual él mismo co-escribió y apenas da algo qué hacer a sus demás actores, como Michelle Williams o Naomie Harris. El que acaba peor parado es Harrelson, pues está terriblemente sobre actuado y, de nuevo, la culpa es del guión por cargarle algunos de los peores diálogos y clichés sobre asesinos seriales, pero no la suficiente irreverencia como para dejar en claro que apostaban más por una parodia de ello.
Venom: Carnage Liberado - 45% es mejor que su antecesora y, aunque eso sea decir poco, quizás en esta secuela quede más claro el potencial que tiene tan empedernido a Hardy por hacer funcionar al personaje. Nuestro consejo sería que llamen a Ryan Reynolds para ayudar a afilar el sentido del humor y den la batalla por una clasificación R que les permita explotar a sus personajes de manera más rica. Alguien tiene que probar que esas cintas siguen siendo atractivas en la era de la pandemia. De otra forma, la saga seguirá siendo una telenovela, apenas graciosa, tal como la que aparece en una escena al final de los créditos que estamos seguros no van a querer perderse. La película se encuentra ya en cartelera.
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