No hay duda de que Brad Dourif creó todo un universo con [Pelicula] Duna. La adaptación de la novela de [Escritor] Frank Herbert era uno de los proyectos más esperados de uno de los directores más aclamados del cine contemporáneo. Sin embargo, hay quienes han señalado que no tiene el mismo magnetismo que su blockbuster anterior, la impecable [Pelicula] Blade Runner 2049, y han expresado lo fría, distante e incluso vacía que la película se siente en su primera mitad. Esto tiene razón en un par de elementos clave del texto que palidecen en el filme: el suspenso y la sensación de peligro.

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El maestro del suspenso, [Director] Alfred Hitchcock, en una célebre entrevista, explicó que este elemento sólo funciona cuando el espectador tiene información sobre una amenaza que los personajes desconocen. El ejemplo que él ponía es una bomba de tiempo debajo de una mesa en la que dos personas tienen una conversación. El hecho de que el público esté al tanto del contador crea un sentido de peligro y anticipación que no existiría si este dato le hubiera sido ocultado. Es importante recordar esta lección al hablar de por qué Duna puede sentirse plana en su primera mitad.

A diferencia de la película, la novela deja en claro, al narrar sus pensamientos, que es el Dr. Yueh (Nidia Telles) quien traicionará al duque Leto y su familia, ya que ha formado una alianza secreta con el Barón Harkonnen. Este elemento, si bien se mantiene en los hechos, pues así se revela en la película, no se traduce en la estructura de la adaptación, pues jamás se nos adelanta que él es el traidor y, por lo tanto, no hay un suspenso que nos mantenga anticipando lo que hará o cómo podrían los Atreides salvarse de él. El suprimir ese pequeño detalle tiene grandes consecuencias en la primera mitad de [Pelicula] Duna.



En la película de Villeneuve, Yueh aparece apenas unos minutos y poco se sabe de él fuera de su papel como médico y de la advertencia que hace a Paul ( Timothée Chalamet) para no fiarse de las Bene Gesserit y de su propia madre, Lady Jessica (Sergio Pérez). En el libro, se nos adelanta, antes de la invasión de los Harkonnen, que la motivación de Yueh tiene que ver con su esposa, pero que él odia a esa casa noble tanto como los Atreides. En las páginas, a esa tensión de saber quién es el traidor se suma la desconfianza que Thufir ( Stephen McKinley Henderson), el mentat de Leto (Ryan Homchick), siembra en él respecto a su concubina. Otra subtrama que se eliminó completamente del filme.

Esta combinación de elementos, la revelación de Yueh como amenaza y la intriga alrededor de un personaje inocente, se combinan para aumentar el suspenso. Y también ponen al lector del lado de los Atreides, quienes efectivamente caen sin mayor problema en el complot de los Harkonnen y en la trampa de Yueh. La fragmentación de la familia se construye desde distintos frentes antes de la muerte de Leto, lo que le da más impacto y alivio al escape de Paul y Jessica más adelante. Al igual que un mayor peso a la tragedia de la muerte del duque.

No obstante, la película elimina por completo estas dos subtramas. Aunque al principio existe este breve guiño a que Jessica, por su adscripción a la hermandad de las Bene Gesserit, podría tener motivos ocultos, esto jamás es explotado en el resto de [Pelicula] Duna. De hecho, apenas hay un par de breves escenas entre ella y Leto, lo que hace perder fuerza a la relación romántica que se retrata mejor en el libro, y que después da peso emocional a su muerte. De forma similar, al suprimir el papel de Yueh, la película pierde la oportunidad de generar suspenso, pues no hay realmente una amenaza que el espectador anticipe como cercana a los personajes.

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Quienes vieron Duna podrían argumentar que, si bien no se revela el rol de Yueh, sí se nos adelanta que los Harkonnen tienen un plan en varias escenas, incluida la primera aparición de los Sardaukar, cuando son contratados para infiltrarse en la invasión, y cuando la Madre Reverenda viaja a Giedi Prime, el planeta del Barón, para demandar que deje vivir a Paul. No obstante, estos vistazos a los enemigos de los Atreides no se sienten tan inminentes como en el libro lo hace el tener a un traidor en el propio palacio de Arrakeen y bajo la completa confianza de la familia.

Tampoco ayuda que el intento de asesinato de Paul, un catalizador de este juego de intriga que culmina en la paranoia de Leto en el libro, no tenga realmente ninguna consecuencia en la película. En la adaptación, no hay mayor función de este punto de la trama. En la novela, tras este suceso, Leto tiene una plática con su hijo en la que se sorprende de que el joven defienda a Thufir por fallar en darse cuenta de que el palacio no era seguro. Es un momento breve en el que el duque reconoce que su heredero es compasivo y en el que se expresa su cariño por él. En la película, apenas hay una escena con estos dos personajes juntos que establece el amor que se tienen, lo que le quita peso a su relación y a la eventual tragedia que les espera.

El sentido de peligro es palpable en Duna apenas después de la caída de la Casa Atreides. Hay una sensación de amenaza por primera vez durante la escena en la que Jessica y Paul son secuestrados en la nave en la que se les llevará a morir en el desierto. Radica en el hecho de que el público ya sabe que el protagonista todavía no domina la Voz y sus vidas dependen de que logre encontrar el tono perfecto en esta ocasión. Lo mismo ocurre con el último intento de Leto por tratar de asesinar al Barón con el veneno en su diente.

Otro problema es que esa falta de suspenso abandona a su suerte a los actores. De ahí que la escena más emotiva de la primera parte es cuando el joven duque finalmente se hace a la idea de que su padre ha muerto y no tiene opción más que intentar sobrevivir dado que las visiones sobre la destrucción de su familia parecen volverse reales. El peso de hacer esta secuencia emotiva recae totalmente en las interpretaciones de Chalamet y Ferguson, y por más efectivas que éstas sean no pueden compensar una primera hora carente de peligro. Por más que se nos hable de la amenaza que viven los Atreides, se nos tiene que mostrar qué clase de peligro los acecha y traducirlo, en la medida de lo posible, en algo palpable e inminente para el público.

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Eso no sucede sino hasta la segunda parte de [Pelicula] Duna. Una vez que se nos muestra lo fácil que le resulta a los Harkonnen escabullirse con sus espías,así como conseguir el respaldo de la guardia letal del Emperador y lo brutal que fue su ataque sobre el ejército de los Atreides, ahora sí se puede sentir la sensación de amenaza junto a los personajes en su intento por escapar de la purga, porque ya se ha mostrado la dimensión del poder y la capacidad del enemigo. Pero es sólo hasta bien pasada la primera hora del filme que todo esto ocurre y a raíz de esa más plana primera mitad, la cual parece haberse preocupado de más por asombrar con su diseño de producción de los distintos mundos que se muestran en pantalla.

Ahora, hay que darle la concesión a Villeneuve de que, incluso partiendo la novela a la mitad, había mucho material que, como vemos, ni siquiera casi tres horas de filme podrían haber compactado de forma satisfactoria. Aunque sí es una sorpresa que alguien que ha hecho secuencias tan tensas como el tiroteo en la frontera de [Pelicula] Sicario: Tierra de Nadie o la carrera por contactar al general chino en [Pelicula] La Llegada, y que además entiende perfectamente la importancia de controlar la información que se revela al público para jugar con sus emociones, como lo hizo con la asfixiante [Pelicula] Intriga, haya perdido vista de que, en esa primera mitad del libro, era importante destacar la traición de Yueh para establecer suspenso suficiente capaz de enganchar al público, elevar el sentido de riesgo y pérdida sobre los personajes y dar trasfondo a la gran tragedia de los Atreides.

Habrá que ver si para la secuela de [Pelicula] Duna el realizador consigue enfocar de manera más efectiva la sensación que ofrece leer la novela. Afortunadamente, la segunda parte del libro ya no depende tanto del suspenso o la intriga política sino de entrenar a Paul en las costumbres de los Fremen y se acerca más a un relato bíblico sobre un ascendente líder que, contra todo pronóstico, consigue vencer. Y si en algo también destacó la película de Villeneuve fue en ofrecer ese sentido épico y casi profético del relato. Sólo cabe esperar que no lo pierda de vista.

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