¿Hasta dónde podría llevar el amor de una madre y la necesidad de proteger a su hijo? Sería difícil poner un límite al sentimiento de una madre, aunque es importante considerar que la maternidad puede lograrse desde diferentes puntos de acuerdo a la historia de vida de cada persona. Desde la mujer que dio vida al bebé, hasta la que ha tomado ese lugar sin necesidad de ser quien engendró, cada figura materna actúa de maneras diferentes.
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Partiendo de este punto, surge Cordero - 87% una historia de amor acerca de una pareja con una vida tranquila y aparentemente rutinaria. María e Ingvar viven en una zona bastante solitaria de Islandia, dueños de una granja enfocada particularmente en ovejas domésticas, ellos han dedicado su vida a estos animales. Parte de su rutina diaria, es apoyarles al momento de parir. Todo se torna diferente cuando nace un pequeño cordero que le cambia la vida a los protagonistas.
La cinta dirigida por Valdimar Jóhannsson se convierte, más allá de ser una gran película, en una clase magistral de composición fotográfica y diseño de sonido, a pesar de que el silencio, sobre todo cuando de diálogos se trata, tiene cierto protagonismo. Visualmente, la obra es un agasajo; cada detalle en el sonido complementa momento a momento. Incluso, pareciera que las ovejas son manejadas con tal sutileza y cuidado que generan sensaciones en el espectador como temor, incertidumbre y la expectativa acerca de lo que los animales están mirando y que nosotros no podemos ver.
El director es cuidadoso al momento de poner a los animales a cuadro, pues con sólo mirarlos a los ojos se siente miedo, y no por ellos, sino por lo que hay afuera y aún no sabemos qué es. Lo que se agradece del guión de Cordero - 87% es justo que se toma su tiempo y sabe perfectamente cómo capturar la atención de la audiencia manteniéndolo atento por mucho tiempo; y es que es de destacar la inteligente decisión de no revelar el conflicto de manera inmediata.
La pareja interpretada por Noomi Rapace (Prometeo - 73%, Los Hombres Que No Amaban A Las Mujeres - 86%) e Hilmir Snær Guðnason deciden adoptar a este cordero que tuvo dificultar para nacer, pero es hasta que la película está lo suficientemente avanzada cuando sabemos qué es lo que hace diferente a este pequeño de los demás, y lo único que se muestra a cuadro es su rostro que no tiene nada de extraño. Lo verdaderamente raro es que los esposos, sin dar más información dentro de la historia, lo tratan como si fuera su bebé.
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Esa incertidumbre que se genera en el espectador y las ganas de saber por qué tratan así al animal con tanta naturalidad es la clave de esta película. Cuando nos revelan lo que en realidad pasa existe un contraste en la reacción como espectador entre lo perturbador y lo absurdo – porque en ocasiones genera risas de incomodidad –, pero aún así no pierde su verosimilitud. Lamb tiene un aire de cuento de hadas, de hecho, me recordó a una cinta infantil europea – cuyo nombre no tengo presente – en donde una anciana adopta a una niña ave.
Pero dentro de su fantasía, también consigue establecer un drama familiar sólido. A través de su rareza efectiva, la cinta pone sobre la mesa poco a poco la historia que hay detrás de los esposos sin necesidad de mostrar escenas del pasado, simplemente poniendo pequeños detalles en escena que nos hacen ir comprendiendo sus decisiones. Pero haber “adoptado” a este cordero abre otras puertas, como el anhelo de la madre biológica por estar cerca de su cría y la reacción de quien ha tomado su lugar, cegada por querer proteger al bebé y que no se aleje de su lado.
María toma decisiones oscuras; después de ser el apoyo de sus ovejas, ahora que es madre de una de ellas ve a las otras como un estorbo o una amenaza al querer estar cerca del vástago. La propuesta cinematográfica resulta refrescante en el horror, pues demuestra que no es necesario un escenario oscuro, un montón de gritos por doquier o persecuciones para generar cierto miedo. Valdimar Jóhannsson tiene más que claro cómo funciona el suspenso y cuáles son sus objetivos.
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Es cierto que la película es rara, pero no peca de pretenciosa con su propuesta gracias a que sabe desarrollarla y justificarla. Es una rareza que se agradece, y se convierte en una película en la que no dejas de pensar en mucho tiempo haciendo que cualquier momento sea ideal para volver a ponerla sobre la mesa y continuar con una conversación. Por otra parte, una vez más nos demuestran que lo monstruoso, definido así lo que es diferente o alejado a la naturaleza, no debe ser necesariamente algo malo.
Es la voluntad del ser humano la que desata en muchas ocasiones un trágico desenlace por más buenas que parezcan sus intenciones. Es de destacar que, de algún modo, la película también propone a su manera la forma en la que el ser humano se siente superior a la naturaleza y qué podría pasar si la naturaleza cobra venganza para reclamar lo que es suyo. La pérdida de la inocencia se maneja con pinzas a través de las dos imágenes más representativas de la misma, como la niñez y este animal en particular que pareciera tan puro y cándido.
El contraste entre la felicidad y la tragedia en una historia sobre la familia que se siente plena hasta ser destruida por su propio anhelo de la paternidad o maternidad hacen que sea una cinta impactante y que, sin duda, va a trascender. Además, cada espectador tiene la oportunidad de quedarse con lo que más le convenga de ella, ya sea la historia de fantasía, el mensaje que hay detrás, o incluso que le genere pesadillas. Finalmente, es importante reconocer que esta se ha convertido en un debut bastante favorecedor para la carrera cinematográfica del director haciéndonos desear ver más de lo que guarda en su mente creativa y un tanto aterradora.
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