No hay otro género que celebre más la figura masculina como el western, una categoría típicamente estadounidense, responsable de la mítica figura de poder y de la ley del más fuerte. A lo largo del tiempo, el género ha pasado por muchas derivaciones, y cuando se creía en desuso, llegaron las miradas posmodernas que lo infundieron de nuevos bríos, tomándolo como un punto de referencia para ofrecer otras lecturas a sus propios tropos, ahora no es raro encontrar un estreno semanal bajo estos términos, de hecho, lo extraño es encontrar uno que encaje puramente en sus formas, mientras propone conversaciones, aquí es donde la nueva película de [Director] Jane Campion, [Pelicula] El poder del perro, ha encontrado una ventana única.

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Doce años son los que han transcurrido desde que la directora neozelandesa estrenó un largometraje, pero su maestría para componer una pieza de gran resonancia se ha mantenido intacta, incluso la agudeza y sensibilidad tras esta producción de Netflix recuerda por qué es una de las mejores directoras de la actualidad. Tan lírica como terrible al momento de exponer la condición humana

Hay mucho en juego en El poder del perro, fuerzas que chocan, masculinidad tóxica, deseos reprimidos y relaciones perversas, no es casualidad que la película encuentre su mayor fortaleza en los subtextos que agitan la quietud de los áridos terrenos montañosos de Montana de inicios del silgo XX, donde una sombra que asemeja un perro “con el hocico bien abierto” pone a cuatro personajes, tan distintos entre sí, en una guerra psicológica declarada, en la que los duelos no se llevan a cabo con pistolas, sino con palabras hirientes e imposición machista. Es la fuerza bruta enfrentada a la paciencia (aunque emocional), de dos (e incluso tres) masculinidades que son también el reflejo del cambio de siglo del que la directora da cuenta con los modales del paciente George ( Jesse Plemons), los vestuarios, las ambiciones académicas del joven y sensible Peter (Julianne Hough) y la rancia virilidad y crueldad de Phil ( Benedict Cumberbatch), pinceladas tan sutiles, pero muy significativas.



El cuarto personaje es la viuda Rose (May Simón Lifschitz), cuya aparición es la mecha que enciende la confrontación entre los hermanos Phil y George o, mejor dicho, la superioridad del primero quien, sorprendido y furioso, lleva a cabo acciones violentas para destruir a Rose, usando como objeto de ridiculización a su hijo Peter.

La angustia persiste a lo largo del filme hasta llegar a su poderoso clímax y su inesperada conclusión, porque aquí nada es predecible, ni literal (ajá tampoco el título), para entonces, nos damos cuenta que la directora nos ha arrastrado en un torbellino de emociones que no dejarán de rondarnos por la cabeza una vez finalizada la función, además de hacernos partícipes de esa sensación de zozobra que precede a las escenas de Phil.

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Y es que, la película toca temas tan universales, tan oportunos para los tiempos actuales, consiguiendo conmovernos gracias a la visceralidad con la que Campion plantea una violencia que parece propia del género, mientras deconstruye el mito del vaquero americano, uno que huye no de un destino trágico por defender su pedazo de desierto, sino de su temor a mostrarse vulnerable, en este sentido, hay una línea bastante sugerente que ilustra algo más que la simple admiración enfermiza de Phil por Bronco Henry, un cowboy malogrado, pero venerado por el mayor de los hermanos y sus compinches.



Campion, junto con su director de fotografía Ari Wegner, construyen atmósferas densas que afectan de diferente forma a los personajes y nutren de connotaciones el relato, es aquí donde las excelentes interpretaciones de cuatro actores en la cima de sus talentos, llevan la tensión al punto que un drama íntimo como este requiere. Y es cierto, Cumberbatch entrega una de sus mejores actuaciones en lo que va de su carrera, seguro habrá nominaciones en la temporada de premios.

Jane Campion parece que nunca se fue, que en estos largos doce años siguió realizando obras maestras, no obstante, solo entregó una miniserie, Top of the Lake, muy elogiada, por cierto, pero esto, en vez de significarle un punto débil hace que la admiración hacia su talento crezca. A estas alturas, ya no tiene que demostrarle nada a nadie y, sin embargo, sigue sorprendiendo, redimensionando, transgrediendo.

[Pelicula] El poder del perro es una de las mejores películas del año, ofreciendo una lectura distinta para cada espectador y con un final que, sin ser abierto, nos obliga a revalorar cada una de las escenas.

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